Capítulo 2: Días.

24 0 0
                                    



Lunes 21 de mayo.


La adrenalina que corre por mis venas es insaciable. El incremento de velocidad de mis pasos hacia la entrada crece al mismo ritmo que la hiperactividad que inunda mi cabeza.

Un sentimiento que desearía no tener que pasar.

La incertidumbre me ahoga, me acobarda a cada aproximación y me hace querer retractarme y jamás haber visto lo que alimentó mi curiosidad y temor; un anhelo de volver el tiempo atrás… los sentimientos embargan todo mi cuerpo y colapsan la poca estabilidad que tenía construida. 

Mis manos llegan a la madera entreabierta y la empujan sin el menor cuidado. No deparo en la idea de que alertaría a la persona que ha entrado, sólo pienso en descubrir la integridad de quienes me importan pese a la grieta que hay en nuestra relación.

Un ligero remordimiento me embarga por mi mal trato de la mañana.

«No, no, no, otra vez no. No quiero que esta sea la última memoria que tenga con ellas».

Pinchazos atormentan a mi sien y el dolor se expande por toda mi cabeza.

«Joder, no de nuevo. Dos perdidas en un día… No las soportaría».

Trago saliva y tomo una inhalación profunda para renovar fuerzas y pensar en mi siguiente movimiento —suponiendo que alguien ha entrado y ya le he advertido mi llegada—.

Mis instintos me advierten tener algo con lo que defenderme. Mi complexión no sería suficiente porque he perdido peso y condición los últimos meses, por lo que un arma me vendría bien y me tendría en ventaja sobre el atacante. Aún y sea un sartén, lo que sea es bienvenido.

Hecho una ojeada rápida a mí alrededor. Vislumbro junto al perchero y zapatero de la entrada un par de sombrillas. Su punta no es muy puntiaguda, pero como escudo y espada me serán suficientes en lo que llego a la cocina y asgo un cuchillo, algo más letal. No sé dónde se encuentren, y es mejor ir precavida en cada área de la residencia hasta que encuentre a Cass y Claire.

A esta hora ya deberían estar en casa, indicativo de que sí siguen aquí, es probable que las tengan amarradas, o incluso urdiendo algo peor de lo que ni siquiera me quisiera imaginar. Idear una violación hacia mi familia me llena de impotencia.

El hecho imaginario me refuerza y empuño decidida el artefacto.

«Nadie se atreverá a hacerles daño mientras yo viva».

Con cautela me deslizo hasta el umbral de la cocina.

Mis oídos se agudizan a un grado en el que desconozco si son mis pisadas o las de alguien más. Giro mi panorama hacia atrás. Vigilo mi retaguardia y me aseguro que no haya sido nadie y sea sólo yo misma.

Vuelvo hacia el frente para examinar de refilón la zona. Doy unos cuantos pasos y quedó al centro de la estancia.

Una paranoia acrecienta en mi interior y me obliga a checar de nuevo el sitio en el que estaba hace unos instantes a sabiendas que nadie puede moverse con tanta celeridad y sigilo en cuestión de pocos segundos.

De pronto ya no estoy segura de estar sola en la cocina y aferro con mayor fuerza el mango del objeto. Siento la tensión crecer por mi cuerpo e instalarse en mis brazos que están pegados a mi torso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 22, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sólo una noche © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora