【 お願い 】

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Desde el primer momento en que la doctora Go la alejó de forma tosca de un grupo de personas, Hwang se convenció de que era diferente.

Seguro ella sólo quiere protegerme, pensó de forma positiva de su tutora, pero aquel pensamiento se desvaneció en cuestión de meses. La doctora Go le mostraba cuanto la amaba, pero también cuanto le molestaba qur ella quisiera ver, sentir e incluso escuchar cosas nuevas. Lo que le molestaba, entristecía y temía Hwang. Por ello, se resolvió a huir.

Cásate conmigo, Margaret. ─Repitió Eun Bi la línea de aquella película, la cual era su favorita.

Hwang pensaba huir de casa, esa noche sería su oportunidad, debía hacer las cosas bien antes de que algo en su mente la convenciera de quedarse junto a la doctora Go.

─Estoy en casa. ─Mi Joo sonrió al cruzar la puerta.

Eun Bi saltó del sofá para recibirle, tomó la pizza dejándola en el comedor para luego darle un cálido abrazo. El último que le daría antes de marcharse. Lo siento mamá, movió sus labios en silencio una vez que esta le dió la espalda para ir a su habitación.

¿Qué había de malo en querer una vida normal?, nada en realidad. La doctora Go siempre animaba a Eun Bi a disfrutar de la vida, pero dentro de las paredes de su apartamento. ¿Había una forma en que el crecimiento de Eun Bi se alineara con el de los demás? En realidad era bastante sencillo hacerlo. La posesividad de la doctora Go lo impedía, ella siempre había querido una hija, y no dudo en tomar a Hwang en cuanto sus padres murieron. Mi Joo la amaba con el alma, pero eso la llevaba a privarla de ciertas cosas, según ella, para hacerla una buena niña, una niña obediente y perfecta.

Nada de dulces, lácteos, grasas o embutidos, no salir de casa a menos que sea una emergencia, no ver noticieros, no tocar la láptop de mamá, no cocinar si mamá no está presente, no bailar, no escuchar música aparte de las que mamá tiene, no romper nada, no leer libros más que los educativos, no ver otros canales que no sean aceptables para mamá, no vestir otra cosa más que la ropa que mamá te da, no trenzar el cabello, no maquillaje, nada de experimentos... esas eran algunas de las reglas que Hwang seguía estrictamente.

─Mamá, ¿puedo preguntarte algo? ─Eun Bi estaba segura que su madre aceptaría bajo los efectos del alcohol.

─Claro, mi niña. ─Respondió Mi Joo con una amplia sonrisa.

─ ¿Alguna vez, tú, te has enamorado? Cómo en las películas.

Una cinta de recuerdos se reprodujo en su mente; una sonrisa nostálgica se reflejó mientras mantenía su mirada fija en su botella de soju. Ella se había enamorado en varias ocasiones, pero por alguna razón terminaba con cicatrices que eran eternas. Le dolían aún, a pesar de haberlas sufrido hace años. Su sonrisa se borró lentamente.

─Me enamoré de un chico, ─confesó─ él era todo un encanto, y yo era yo. Nos hicimos amigos, pero nunca tuve el valor de decirle lo que sentía por él, quizá porque éramos muy jóvenes y mis padres estrictos.

─ ¿Y qué pasó? ─Eun Bi se llenó de curiosidad.

─Él me confesó que se sentía atraído por una chica que yo conocía, ─su sonrisa apareció, quizá burlándose de ella misma─ Mia se llamaba, ella era rubia, de ojos color miel y degada con una piel pálida hermosa. Todo de ella parecía ser perfecto, excepto que era una chica que había sido usada por un hombre anteriormente.

─Debiste sentirte fatal.

─Sí, yo estaba realmente destrozada, porque no entendía como quería enamorarse de alguien con quien ni siquiera había cruzado palabra. Dejé de hablarle por unos días, y todo terminó cuando ambos se casaron y, por alguna extraña razón, no fui invitada.

─Lo lamento. ─Eun Bi se sentía mal por ella, pero no iba a cambiar sus planes de irse.

Su madre quedó dormida sobre el sofá en cuestion de segundos, por sus sienes caían lágrimas, a Mi Joo le dolía lo que había pasado, aunque ya hubiesen pasado más de diez años.

Eun Bi tomó su mochila junto a las cosas que su ciber-amiga Yerin, le había aconsejado. Ella tenía prohibido usar el internet, pero de todos modos lo había hecho a escondidas, jugando videojuegos se topó con Jung Yerin, quien se convirtió en una gran amiga, la apoyaba en huir de casa, quizá porque la mayor lo había hecho cuando sus padres se habían negado a aceptar su noviazgo con su actual novio, pero eso era otra historia.

─Adiós, mamá. ─Fué lo último que diría en las calles de Seúl, antes de subir al autobús.













escrito por:
thatgirlymommy

❝ 異常な ❞  「 sɪɴᴋᴏᴏᴋ 」✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora