PRÓLOGO.

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-¡Odette! -escuché a penas a mi madre llamarme ya que me estaba despertando -. Llegaremos tarde por tu culpa.

Cierto, hoy dejo todo atrás. Una nueva vida, otra ciudad, otro país, otro continente. Así es, nos mudamos de Tolousse a San Diego en California. A mi madre la han trasladado allí por su trabajo; es diseñadora de interiores de una empresa bastante conocida. Y, pues aquí estamos, en pleno Agosto a punto de coger un avión a las seis en punto de la mañana. Esto es imperdonable.

A regañadientes me levanté de la cama y me dirigí hacia la cocina, donde se encontraba mi madre junto a mi padre haciendo el desayuno. Al llegar, escuché a mi padre decirme rápidamente a causa de los nervios que tiene de subir en avión:

-¿Qué, se te han pegado las sábanas?

-¿Papá, quieres una tila? -le dije burlándome de él a lo que recibo una mirada fulminante.

Después de un rato en el que desayunamos y nos vestimos, salimos camino al aeropuerto. Una vez allí, vi un Starbucks, y, seamos sinceros, nadie se resiste a pedir algo en ese sitio.

Una hora de espera y nos subimos, por fin, al avión, y yo solo pensaba en lo que pasaría a partir de este momento.

DOCE HORAS DESPUÉS.

"Qué calor", fue lo primero que pensé en cuanto pisé California, pero parece que no era la única. Mi hermana se estaba abanicando con su pasaporte.

-Appoline, no sé si aguantaré este calor, eh -exclamé en las mismas condiciones que ella.

-Creo que me derrito lentamente -dijo tan dramática, como siempre. A pesar de sus doce años, es una niña muy madura y no se deja tomar el pelo. La enseñé bien. Sonreí de medio lado mientras ella señalaba a algún lugar. Miré hacia donde señalaba -. Mira, por ahí están papá y mamá, y no veas la cara que trae -. Al mirarles, me di cuenta de que se refería a mamá.

Y, era cierto, tiene una cara de enfado descomunal. Se estaban acercando hacia nosotras.

-Bueno, chicas, al final no ha ido tan mal el vuelo -dijo mi padre alegre de haber sobrevivido a su primer y único viaje aéreo.

Mamá rodó los ojos, claramente frustrada.

-Claro, porque a ti no te han roto todos los huesos de la mano, ¿verdad, cielo? -sonrió falsamente y mi padre se puso rojo como un tomate rascándose la nuca.

Y ahí fue cuando entendí su cara de enfado. Por lo que se ve, mi padre, del miedo que tenía, cogió la mano de mi madre durante todo el vuelo y la había apretado de más.

Un tiempo después, papá aparcó el coche en la puerta de un bonito chalet, nuestra casa a partir de ahora. Era grande, con paredes blancas y un hermoso jardín delantero. Una vez dentro, lo primero que hice fue correr escaleras arriba en busca de mi futura habitación para mí, Appoline me siguió.

Finalmente, encontré una que me gustó mucho. La última habitación. Era espaciosa, con un armario enorme, la cama en medio, con dos mesas de noche a sus lados, y lo que más me gustó fue el balcón que daba al jardín trasero.

Y ahí me encontraba, admirando las vistas desde mi balcón cuando una voz femenina me habló desde el chalet que estaba al lado del nuestro, haciendo que me sobresaltara.

-¡Hola! -dijo una chica rubia preciosa -. Soy Ahsley, pero puedes llamarme Ash. ¿Eres nueva, verdad?

"Qué simpática", pensé.

-Sí, me acabo de mudar aquí. Yo me llamo Odette, me alegro de... -no pude acabar mi oración ya que, escuché a un chico hablar al lado de Ashley.

-¡Joder, Ashley! ¡Mil veces te he dicho que no entres en mi habitación!

Un chico alto, bronceado y bastante atractivo entró en mi campo de visión, y cuando vio a Ashley mirarme, el giró y posó su mirada en mí, un tanto confundido, y con un tono borde dijo:

-¿Qué miras, estúpida?

Y, dicho eso, ¿qué cojones acaba de pasar?

.............

Aquí tenéis el prólogo, y espero que os guste. Cuando tenga el capítulo 1 lo subiré :)

XoXo, mossye.

Never Enough.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora