En los bosques, más allá de cualquier pueblo, existe un lago. Sus aguas oscuras, corruptas por las pesadillas de una joven soñadora, yacen inmóviles mientras ella se mantiene flotando.
Su largo y ondulado cabello se hunde hasta lo más profundo; donde los peces nadan entre ellos como si de algas se tratase mientras las corrientes invisibles de tu ser trenzan sus mechones.
Su pálida piel se encuentra sucia con el hollín de su pueblo y el barro de las orillas, su blanco vestido está rasgado y parece no haber sido limpiado en meses.
Que hace esa bella doncella danzando lentamente con las corrientes del lago. Sus rosados labios se encuentran entre abiertos; cantan una melodía tan silenciosa que solo las hadas mejor entrenadas pueden oírla.
"Y entre mis rizos no llevo más que los años sobre mí,
un duro trabajo,
una dura vida,
una vida feliz,
una vida tranquila..."
Sus palabras, dulces como la miel resuenan dentro de las mentes de las hadas, curiosas, ellas solo observan a la muchacha flotar.
Sus ojos están cerrados, ella sabe que aún es de día, es una oscuridad distinta; no quiere abrirlos, sabe que si lo hace su mente retornará a la realidad. Qué dilema el de esta chiquilla, o los ojos abiertos o los ojos cerrados, decisiones difíciles sin duda alguna.
¿Y que hace ella aquí?¿Por qué esta dama de largos cabellos y sucia piel flota en el lago?
¿De donde vino?¿Donde va?¿Qué espera?
Pocos lo saben; en realidad, ni siquiera ella está al tanto. Pero sabe que debe estar aquí, algo en ella se lo dice, un tirón en su corazón la atrajo a este lugar a esperar.
¿Esperar por qué?
Por alguien ella cree; por alguien que no ve.
Su boca se cierra.
Y a cantar otra vez.
"¿Quién eres?
¿Quién serás?
¿De donde vienes?
Y ¿a donde vas?
Colinas y ríos
Cantar con amor
Cielos y estrellas
Guían tu calor
Y de hogares distintos
Distintos caminos
¿De donde provienen
La nieve y el río?
Y ¿Donde va tu triste silbido?"
Aún no debe abrir sus ojos, aún no es el momento.
Ella lo sabrá, sabe que no falta mucho, ya ha esperado demasiado.
Sus manos y pies se tornan morados, sus labios se agrietan, su voz se desgasta, pero aún no es el momento, ya tardó demasiado en llegar aquí, no se irá tan pronto.
Cuanto tiempo caminó, ni ella está segura, solo recuerda los paisajes, las noches estrelladas, las noches sin luna, colinas, ríos, flores, aves, ciervos.
Hermoso, pero muy repetitivo, luna, estrellas, ríos, colinas. Colinas, luna, ríos, estrellas. Una y otra vez, una y otra vez.
Pero hay belleza en lo repetitivo, en lo común, en lo conocido...
Todo sigue igual, por más que cambie nuestro alrededor, lo más atemorizante para los humanos es la naturaleza misma, aquella que no llegamos a entender. Por más que ella no esté ya en su hogar su madre seguirá tejiendo, su hermana tendiendo, su padre viajando y su hermano cantando, y así será hasta que llegue el final.
Arboles, animales, personas; todos mueren, se desvanecen, se olvidan, pero persisten. Nacen nuevas plantas, nuevos animales y nuevas personas; el final es solo el inicio.
Muchos le temen a este ciclo, o más bien, temen el saber que el de uno propio va a acabar; pero no la doncella del lago, ella ya sabe de todo esto, lo ha aceptado, nada más puede hacer, la joven, nacida en verano, ha aceptado su final.
Capaz eso es lo que espera, ese alguien que ella cree llegará es la muerte misma, lista para reclamar su alma impura.
Solo queda esperar.
Cuando abre sus ojos todo está oscuro, un tenue suspiro deja sus labios, la luz de las estrellas distante en el vasto cielo y el silencio llenando sus oídos. Sus manos frías y dedos morados, sus labios resecos y cabello deshecho; está cerca, ya no falta nada.
Pero aún debe esperar un poco más.
Mira el bosque que la rodea y canta en voz alta una última vez.
"Y entre mis rizos no llevo más que los años sobre mí,
un duro trabajo,
una dura vida,
una vida feliz,
una vida tranquila..."
"...¿Quién eres?
¿Quién serás?
¿De donde vienes?
Y ¿a donde vas?
Colinas y ríos
Cantar con amor
Cielos y estrellas
Guían tu calor
Y de hogares distintos
Distintos caminos
¿De donde provienen
La nieve y el río?
Y ¿Donde va tu triste silbido?"
Un suspiro escapa sus azulados labios y antes de que pueda siquiera pestañear, lo ve.
Es increíblemente alto y se camufla en el azul de la noche, es bello de una forma tan indescriptible que no puede apartar sus ojos.
Él se estira, la alienta a darle su mano; y ella lo hace, no siente temor, está fascinada y en completa calma, esto es lo que debe pasar.
Se levanta lentamente, no tienen prisas y tras incorporarse sobre el agua observa a su alrededor una última vez, las hadas están entre las hojas, sus ojos curiosos tratan de analizar la situación, ellas nunca han visto algo como esto.
"¿Es hora?" La pregunta sale de su boca en un murmullo casi inaudible, él asiente y sin demorar un segundo, toma su otra mano y se van.