(29 de Mesidor del año 83 de la Nueva Era)
─¿No hubieras preferido partir con los otros maestros hacia la ciudad?
─La verdad... no ─contesta ella─. Prefiero los verdes alrededores del Centro a las grises calles de la ciudad; además, me aburre el largo viaje en autobús. Ahora vamos, es hora de hacer la ronda.
Así, el profesor AN-27-39-29 y la maestra AF-09-57-19 parten para recorrer los blancos pasillos de los bloques y asegurarse que todo esté en orden; las luces de las habitaciones se han apagado y todos los chicos deberían dormir. Son pasadas las nueve y también la mayor parte del personal docente y administrativo, los que no han partido a la ciudad, se han retirado a sus dormitorios.
La mayoría rehúye de hacer la ronda nocturna, pero ellos se ofrecen con gusto cada vez que es posible; les gusta aprovechar los largos minutos que aquella tarea requiere para conversar con calma, para pasar un rato juntos y a solas.
Casi no conversan mientras recorren los bloques de los chicos. Todo está en calma y pronto salen por la última puerta en la cerca de malla, hacia la enorme explanada, cerca de donde inician los edificios que albergan las instalaciones educativas.
─¿Nos extendemos hasta las canchas deportivas?
─Vamos a tardar más ─responde él─.
─¿Y eso es un problema?
─Ninguno ─responde el profesor AN-27-39-29 entre risas─; vamos hacia allá.
Ha sido un día caluroso de finales de verano, pero un suave viento que sopla del norte hace que la noche se sienta fresca y la larga caminata alrededor del centro sea agradable. Las instalaciones educativas estan desiertas y en completo silencio, solo los pasos de ambos se escuchan retumbar por los largos pasillos que corren frente a las puertas de las aulas.
─Nunca me has contado la historia completa de cómo te ganaste ese prendedor dorado ─dice el profesor AN-27-39-29 mientras se acercan a las canchas deportivas.
Ella, antes de contestar, casi de forma inconsciente, lleva su mano hasta la solapa de su mono color gris y palpa el prendedor dorado con forma de rosa que entregan a los ciudadanos del Edén como premio por algún servicio distinguido... un honor que no se concede a cualquiera.
─En realidad no fue gran cosa. Cualquiera hubiera hecho lo mismo.
─Sé que salvaste a unos chicos. ¿Cómo fue?
Ella suspira. No le gusta andar contando aquella historia, pero nunca le ha contado los detalles y no tiene sentido ocultárselos.
─Fue hace casi dos años, durante una de esas tormentas que suelen darse en esta época. Volvíamos de una de las excursiones a los Centros Agrícolas cercanos al Centro de Formación del Sector Dos, donde había sido asignada. Caía una lluvia horrorosa y el conductor no vió unas ramas que habían caído en medio de la carretera, por lo que perdió el control del autobús y se salió del camino; fuimos a parar a una zanja que empezaba a inundarse y el pobre conductor quedó inconsciente por el golpe que recibió cuando caímos.
─¿No tuviste miedo?
─Estaba aterrada... pero era una cuestión de sobrevivencia: calmar a los chicos, conseguir abrir la puerta y las ventanas para que saliéramos, conseguir la ayuda de algunos chicos para sacar al conductor y luego dirigirnos todos hacia la orilla de la carretera a esperar que nos rescataran. Estábamos todos sucios y empapados cuando, unos minutos después, llegaron las unidades de rescate de la Guardia.
─Yo me hubiera paralizado de miedo... así que, para mí, ese prendedor dorado lo tienes bien ganado.
─Es un detalle, pero lo mejor fue que me dejaran escoger mi siguiente asignación. Debo confesar que el Sector Dos, tan cerca de Colonia, no me gustaba tanto. En cambio, acá, del otro lado del rio Esperanza, todo es tan tranquilo... y pude conocerte a ti.
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"ILUMINA LA OSCURIDAD"
Science FictionUn profesor y su joven protegida sostienen una extraña e íntima conversación mientras hacen la ronda nocturna por el Centro de Formación... una conversación que no es propia de un buen ciudadano del Edén.