La charla

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Era un domingo por la mañana, muy temprano como para que Helena estuviera despierta, con una taza de café tibio a lado de la laptop de color negra, que estaba en la mesita justo en medio de la pequeña sala de su departamento. Se levantaba del sofá, caminaba de un lado a otro y mientras se mordía las uñas de las manos, regresaba a sentarse en frente de la portátil. Esto se repitió un par de veces más, hasta que tomo un suspiro profundo y llenó de aire fresco sus pulmones, se sujetó el cabello en una coleta rápida y procedió al fin a desbloquear su laptop. Movió el cursor a la liga figada en su escritorio y la video llamada se estaba realizando, a los pocos segundos contestaron.

Dicha llamada ocurrió con normalidad, pese a ser en un día en que normalmente no ocurriría y en aquel horario mucho menos. Pero finalizó con lo siguiente:

-Hay algo que ocurrió recientemente, sé que no solemos hablar al respecto pero... me pidieron matrimonio y...

- Y tienen que reunirse para terminar lo de aquel entonces, ¿cierto?

-Así es

-¿Por eso el horario diferente? Vaya, y yo creyendo que te tendría a mi lado de vuelta... aquí- Decía la chica con una mirada cristalina.

-Tú sabes que eso no es posible.- Respondió Helena un poco dolida.

-Lo sé, lo sé, solo estaba jugando contigo. Sabes que Te quiero y solo quiero verte feliz, aunque no estemos juntas- Contesto la chica del otro lado de la pantalla cambiando su semblante de inmediato.

-Sabes que yo también Te quiero.- Los ojos de Helena se ponían cristalinos y su voz entrecortada –No sé qué pasara de aquí en adelante, solo espero no volver a hacerte daño.-

-No lo harás, descuida, además podre ir a verte después de tanto, ¿no es así?-

-Si- Respondió Helena un poco más seria- Entonces, coméntalo en casa, y dile que esperare su llamada, puedes darle mi número.

-Bien, lo hare, ¡Ten un buen día! Adiós.

Helena cerró la laptop y se dejó recostar por completo en el sillón, todavía esperaba la visita de Julián ese día, así que trato de levantarse y caminar hacia la ducha. Después de aquel refrescante baño, un poco de limpieza del hogar y la comida lista, Helena solo tenía que esperar a la hora pactada para dicha visita.

Helena se acostó en el sillón, con los ojos cerrados se repetía a ella misma la frase "todo estará bien" una y otra vez.

Vestía un suéter blanco con un bordado de rosas en la parte superior izquierda, le quedaba largo y algo ancho, pero así le gustaba, unos leggins negros y zapatos bajos negros también. Su mente divago a 10 años atrás y podía verse a ella misma hecha un desastre pero cuando creyó que se perdería en aquellos pensamientos unas llaves sonando en la cerradura de su puerta la despertó del trance en el que estaba. Sabia de quien se trataba, así que se levantó y se dirigió a la puerta cuando esta se estaba abriendo, encontrando a un Julián con un par de bolsas en mano.

-¡Julián, te dije que no tenías que traer nada!- Le reprendió en tono amable Helena.

-¡Oh vamos! Solo es un pequeño pastel y algunas golosinas para después- Contesto este de forma juguetona- Además, ya suficiente hiciste con la comida, yo quiero consentirte con chuches*.

-Me malcrías, y no me gusta- Respondió de forma alegre Helena

Después de aquel recibimiento y una plática amena de su día, terminaron de comer y después de limpiar la mesa el ambiente se volvió serio.

Esta plática se había pospuesto por casi semanas. Julián había sido muy paciente y comprensivo con Helena respecto a su negativa ante su propuesta de matrimonio. Aunque le sorprendió, tuvo el suficiente control como para llegar a este día.

Sentados en el sofá uno a lado del otro Helena empezó a hablar:

-Cuando te conocí sinceramente no espere que llegáramos hasta el día de hoy, tal vez en parte por eso jamás me había preocupado en contarte lo que te contare...





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*Chuches: Comida chatarra

no me conocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora