I. Trae ice pops para después de cenar

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DÍA PRIMERO

Ice pops / Summer

De ice pops que nunca llegaron.

❝A veces, un solo ser nos falta

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❝A veces, un solo ser nos falta

y todo nos parece desolado.❞

ALPHONSE DE LAMARTINE

HACÍA un calor infernal aunque apenas recién había empezado el verano

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HACÍA un calor infernal aunque apenas recién había empezado el verano. Miya Osamu cruzó con dos grandes zancadas su diminuta sala de estar, y abrió de par en par las puertas de su balcón, con la esperanza de que soplara alguna de esas brisitas veraniegas que pudiera refrescarle y airear al menos un poco su calurosa vivienda. Mas todo permaneció sumido en una absoluta quietud, y no sopló ni el más leve vientecillo para complacerle. Entonces maldijo internamente el no haberle hecho caso a su técnico, cuando éste le advirtió que su destartalado airecito acondicionado requería de repuestos nuevos, y que de no cambiarlos pronto era de esperarse que en cualquier momento se estropeara.

Se concentró en hacer un cálculo mental de cuánto debía pagar por los repuestos, y consideró que tal vez podría economizar algún dinerillo haciendo la reparación por sí mismo en lugar de llamar al técnico, pero pronto su mente se distrajo divagando en otros asuntos. Quedose allí en el balcón, contemplando el cielo azulado que se perfilaba ante él, salpicado por una que otra esponjosa nube; y, sumido en su silencio, pudo escuchar la sinfonía que le ofrecían los insectos con su ulular, acompañado por el rumor lejano de una radio y las risas de los hijos de su vecino, que corretearon delante de su restaurante con dirección al parque situado un par de cuadras más adelante. Le pareció que aquel era un día espléndido, que le invitaba a disfrutarlo paseando por allí en lugar de quedarse encerrado trabajando, y pensó que quizás podría tomarse uno o dos días de la semana próxima para efectuar un merecido viaje de descanso a la playa. Se deleitó imaginando la silueta de su esposo recortada en medio del paisaje marino, con el crepitar de las olas tras suyo, las mejillas coloradas por el calor y los cabellos revueltos por efecto de la brisa.

Y como si sus pensamientos hubiesen sido capaces de invocarle, escuchó tras él el ruido sordo de los pasos de su amado atravesando la sala hasta extinguirse en la cocina, y el ajetreo que hacía al abrir el refri y rebuscar en su interior su botella para el entrenamiento y el bentō que le había preparado de almuerzo. Salió de su ensimismamiento al sentir la cercanía de su presencia y, al volverse, encontró a Rintarō de pie a su lado, tras haber guardado sus pertenencias en la mochila y dejarla tirada en el sofá. Le contempló por unos instantes, percibiendo el hilo de sudor que descendía por su pálido cuello hasta perderse bajo su camiseta estampada con el logo de su equipo de vóley, los Eastern Japan Paper Mills Raijin, e intuyó por su expresión que estaba irritado por tener que ir a entrenar en un día tan caluroso como aquel, cuando en realidad lo único que deseaba era quedarse echado en la cama mientras se derretía como un cubito de hielo en un trago, dignándose a cambiar de posición únicamente al sentir sus músculos adoloridos y entumecidos por permanecer en la misma posición por un tiempo prolongado.

OsaSuna Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora