Parte I

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El rostro de Jonghyun lo decía todo. Estaba ardiendo por la rabia que sentía. Su preciado auto había sufrido por quinta vez, en las manos de Kibum.

“Maldito hijo de perra” murmuraba con cada paso que daba hacia una casa de fachada blanca, a su derecha. “Puto Kibum, juro que de esta, no te salvarás”

Logró entrar a la casa, sin dejar un desastre a su paso, cosa que era bastante inusual. Por lo general, cada vez que Kim Jonghyun se enojaba, mínimo todo el barrio se daba cuenta, solía gritar hasta quedar sin voz y pateaba, lo que se le cruzara a sus pies. Podía llegar a ser bastante desagradable y Kibum lo sabía, pero aún así, no tenía cuidado con lo más preciado para el moreno.

-¿Dónde está Kibum? – gritó al pasar por la estancia. La Sra. Kim se detuvo en seco cuando escuchó la pregunta de Jonghyun y solo atinó a apuntar por las escaleras, hacia el segundo piso.

El iracundo moreno subió a saltos por la escalera alfombrada. No tenía ni el tiempo, ni las ganas de detenerse a saludar, ni mucho menos a entablar una conversación con la mamá de Kibum. Era una mujer adorable, pero en este momento lo que menos le importaba al moreno, era la amabilidad que debía tener con la señora. Estaba cabreado y el único culpable era el rubio que se encontraba, posiblemente, en su habitación.

-¿Qué mierda tienes en la cabeza, Kibum? ¿No te bastó con el puto desastre que le hiciste a mi auto la semana pasada, como para hacerlo de nuevo? Maldito hijo de puta. De esta no te salvas. – Jonghyun arremetió directamente en la habitación de Kibum. -¡Eres un maldito gilipollas!

Kibum se encontraba muy concentrado frente a su closet de dos puertas como para escuchar los gritos del moreno y solo sintió una mano en su hombro girarlo violentamente. -¿Qué mierda, Jonghyun?

-¡¿Qué?! ¡¿Qué, que mierda?! Yo te diré que mierda, Kibum, después de borrarte el rostro a golpes, maldito gilipollas – seguido de la última palabra, Jonghyun le dio un buen puñetazo a Kibum en el rostro, que lo tiró directo al piso, pero eso no fue todo. El moreno se lanzó directo sobre el rubio, impidiéndole todo movimiento, apresando sus caderas con las piernas y gritándole tan cerca como pudo. -¡Puto gilipollas, destruiste mi auto! ¡Eso pasa! ¡Le cagaste la pintura del maletero y para más remate, le quebraste dos putos focos! ¿Qué mierdas haces con mi auto?

Kibum contorsionaba su rostro por el dolor del primer golpe, pero lo que mas cabreaba a Jonghyun, era la gran sonrisa en los labios del rubio. Para Kibum, hacer enojar a Jonghyun e intencionalmente dañar su auto, era un divertido pasatiempo. Cada vez que podía le robaba las llaves del carro al moreno y se iba de compras y allí, en ese momento, era donde disfrutaba darle intencionados golpes a los otros carros en el estacionamiento, con el preciado objeto de Jonghyun. Tenía un raro complejo de creer que el auto blanco de Jonghyun, era un maldito autito chocador.

-¡Ay Jonghyun! ¡Pobrecito auto tuyo! Quedó muy dañado, ¿Cierto? – El rubio seguía riendo descaradamente frente a Jonghyun. -¿Quieres que lo lleve al taller? ¡Ups! ¿Y si de paso le doy otro toponcito? – Jonghyun ya no hablaba, pero seguía aprisionándolo contra el piso. Dio una rápida mirada un poco mas abajo del rostro de Kibum y se tuvo que comer cada palabra que tenía preparada para disparar. -¡¿Qué?! ¿Te comieron la lengua tus putitas de anoche?

-Puto gilipollas. Me la vas a pagar – se las arregló para decir antes de caer directamente al rostro de su medio hermano. Lamiendo toda la extensión de la mejilla del rubio hacia la oreja del mismo. –M-me vengaré… - dijo, soltando un fuerte suspiro en el oído del rubio. Había estado hecho un nudo de irá, hasta que se percató que Kibum estaba prácticamente desnudo, solo una pequeña toalla cubría bajo su cintura, pero eso no fue todo lo que notó. Una creciente erección se estaba dando paso en sus ajustados pantalones al sentir un duro bulto sobresalir de la inmaculada toalla de su medio hermano. “¿Qué diablos?” articuló su cerebro. Una imagen de lo más seductora se creó en su mente, al ver hacia el piso.

Kibum por su parte, disfrutaba el rostro desencajado de su hermano y sentía un cierto desconcierto por la situación, pero a él le justaba jugar y precisamente le encantaba jugar con su hermano. Pero en este caso, le salió el tiro por la culata, cuando sintió la lengua de Jonghyun deslizarse por sus labios, empujándola dentro de su boca y su cuerpo reaccionó con un silencioso y fuerte jadeo, que le entregó el ingreso al intruso. El moreno lo besó duro juntando ambas erecciones, agregándole más intensidad al momento. –Me vengaré… - susurró sobre los labios de Kibum y se levantó del piso. Dejando a Kibum solo, con el rostro enrojecido y una evidente erección.

Jonghyun bajó a paso lento y ahora, era él quien tenía dibujada una media sonrisa en su rostro.

-¡Jonghyun, hijo! ¿Terminaron de pelear? – Dijo el padre de Jonghyun desde la sala –Ven, hablemos un momento.

El padre de Jonghyun era un tipo bueno, educado, trabajólico y hacia hasta lo imposible por su familia. Trabajaba hace varios años en una gran empresa, ganaba lo justo para tener una buena vida y si faltaba dinero, se las arreglaba para cubrir la falta. Un tipo organizado, exigente con sus hijos, pero los amaba a morir. Y de eso, Jonghyun estaba seguro.

El castaño, caminó directo hacia su padre para besar su mejilla, un acto que desde muy niño hacia con su padre. Su madre le enseñó, que besar al papá cada vez que lo veía llegar o antes de salir era una prioridad y Jonghyun, no se avergonzaba de aquello. Adoraba a su padre y más que eso, estaba orgulloso de él y lo que había logrado luego que su madre falleciera. Al principio, le costó un poco aceptar que mamá ya no estaría con él, pero así como su madre le había enseñado a besar a papá, papá le había enseñado a disfrutar cada momento que tuviese con la familia, disfrutar el día, las horas, el minuto y cada segundo. Y gracias a eso, se convenció que su madre se había ido cuando tenía que hacerlo, no antes ni después, sino que en el minuto exacto. Sin sufrimiento, sin dejar nada inconcluso con él. Solo el futuro, pero Jonghyun creía que ella solo había cambiado de estado y que continuaría con él, hasta el final de sus días.

-Kibum es un gilipollas, papá – habló sin pensar.
-¡Kim Jonghyun! Cuida tu lenguaje – se maldijo entre dientes por olvidar la regla más importante de su casa.
-¡Perdón, papá! Pero es que Kibum destrozó mi auto, de nuevo. Rayó la pintura del maletero e hizo añicos dos focos. ¡Por quinta vez! – Su padre rodó los ojos por la exageración del mayor de sus hijos.
-Hijo, te entiendo, pero accedí a comprarte un carro nuevo. – Hizo una pausa –El que TÚ querías – Jonghyun sonrió al recordar cuando su papá había escondido las llaves de su carro nuevo, en sus zapatillas –Con la condición que debías compartirlo y sabemos que tú hermano es un poco torpe con la conducción. ¿Pero sabes qué? – El Sr. Kim dobló su periódico y lo dejó en la mesita ratona. –Como es la quinta vez que sucede y espero sea la última, pagaré por los daños. – Jonghyun abrió sus ojos de par en par y moviendo las manos frente al mayor, negó la ayuda ofrecida.
-¡No!, no es necesario, papá. Con Kibum ya acordamos de que manera se hará responsable – La curva de sus labios, hizo entender al mayor de los Kim, que habían llegado a un buen acuerdo –Se hará cargo del problema…Créeme que lo hará.

Jonghyun abandonó la sala, luego de besar la mejilla de su padre y la de la Sra. Kim, dejando atrás toda la ira por su hermano.

-¿Qué sucedió? – Preguntó la segunda esposa del Sr. Kim.
-¿Cosas de hermanos? ¡Ah! Cariño, acuérdame de adelantarle a Kibum tres meses de su mesada, tengo el presentimiento que la necesitará muy pronto…

TÚ DEUDA...MI PLACER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora