-La vida sería mucho más sencilla si todo el mundo apreciara las cosas que se viven al día -Expresó sentada mirando al balcón, se encontraba en la orilla, lista para saltar y alejarse de quién la persiguiese ahora, había estado tan ocupada escapando que no se había fijado de quién la podría estar siguiendo, no tenía muchas opciones hoy en día, a su madre la había condenado a ser la chica que salvaría a la humanidad, pero ella no quería ser una heroína, quería vivir tranquilamente, aunque para ser sinceros la vida no era muy tranquila últimamente, en el mundo existía un mal: La nostalgia, una enfermedad algo extraña, nueva y sin cura, el mundo había caído en manos del peor villano de la historia, por lo que había escuchado de distintas personas que se cruzaba mientras escapaba, era un mal que afectaba al cerebro, hacía que tus recuerdos se adueñaran de tu mente, siendo así que al final terminaras viviendo una historia distinta a la que vivías antes, era algo muy extraño.
El primer caso se suscitó en Londres, un chico de mediana edad presentó sus síntomas a su doctor de confianza, decía que de pronto veía imágenes de su niñez cuando se encontraba sentado en la sala, veía lo que acontecía, escuchaba lo que hacía, pero lo veía desde su perspectiva, en primera persona, su mente le hacía creer que estaba realmente ahí, que jugaba con sus amigos y reían, era un tipo de trance, cerraba los ojos y lo veía más claro. Estaba seguro que estaba en su casa, que estaba sentado, volteaba a ver su televisor, su decoración, el cuadro de la 'Última cena'; pero al mismo tiempo su mente producía esas imágenes de su infancia.
Desde ese primer momento los casos comenzaron a subir, nadie sabía que sucedía, todos experimentaban los mismos síntomas, y cada persona comenzaba de distinta forma, las investigaciones comenzaron, querían asegurarse de que no era una etapa nueva y extraña de la esquizofrenia, pero a pesar de todas las pruebas, no se encontraba un indicio de que podría ser la causante, no había nada que diera una pista de que podría causar tal situación. El mundo enloqueció, y cada vez la gente se ponía más paranoica. Comenzaron a surgir disturbios y la delincuencia aumentó considerablemente, las personas fueron aisladas, propiamente para su estudio y ella fue una de esas personas, era una niña, fue seleccionada como voluntaria, -aunque no recuerda haber querido nunca- para el estudio de la posible cura , -si, a pesar de que era un tipo de desorden mental, la gente pensó que se podía curar- y así fue como la doctora Ava Murphy expuso a la chica en una serie de tratamientos y ejercicios como prueba, hasta que un día despertó en una camilla de hospital, mareada y con una sensación extraña en la nuca, sentía algo extraño, como si un metal estuviera incrustado en la cien, pero al revisarse no parecía haber nada, su primer pensamiento fue correr, pero su madre -que es como llamaba a la doctora- la detuvo y le explicó a detalle cuál era su misión: -Solo existes para el beneficio de la humanidad, el mundo colapsa, se destruye, se hunde y tú, tienes que ser el futuro, tú eres la chica que nos sacará de este lío. No es algo ilógico, y no es absolutamente inhumano... Si todos vieran lo que yo veo en ti, me darían la razón. El mundo te necesita, te necesita para salvarse de la nostalgia. -Sus palabras querían sonar cálidas, pero en realidad disfrazaban cierta malicia, algo dentro de ella le dijo, le imploró que escapara, que corriera con la toda fuerza que tenía y que no volviera nunca más, que tratara de alejarse lo más pronto posible, algo le decía que huyera.
La chica por fin saltó, le costó un poco incorporarse después de la caída y el golpe que aconteció después de tirarse de aquel balcón, las piernas le temblaban y sentía que el aire se le escapaba, echó un vistazo hacia atrás, había dos guardias de seguridad que se acercaban a gran velocidad hacia ella, era una chica muy delgada, si peleaba contra ellos no podría tener alguna posibilidad, así que su única opción era seguir corriendo, no importaba si era la última vez que lo hacía, así que se levantó como pudo, aún con las piernas temblorosas y siguió corriendo, llevaba cierta ventaja, más o menos de un metro a dos, doblaba las calles de la pequeña civilización aislada de los demás. De vez en cuando tropezaba y sus pies descalzos pisaban una piedra, pero aún así, ella debía seguir corriendo, corrió tanto como pudo, hasta que llegó a un lugar donde nunca había estado, el piso era de arena, y cada vez que avanzaba se sentía húmeda y de pronto se encontró con algo absolutamente inesperado... ¿Eso en verdad era agua?
Era un escenario digno de ver. Todo el panorama estaba cubierto de azul, esto era a lo que le decían mar; lo había visto en algunos libros que la doctora Ava le dejaba para entretenerse. Se preguntaba qué se sentiría estar dentro.
A lo que sabía por varias enciclopedias y fotos sobre el mar, este se podía extender a varios kilómetros, por lo que nadar no era una opción. ¡Ni siquiera sabía nadar! Siempre se la pasaba encerrada en su pequeño cubículo. Una habitación de color blanco, que tenía una sola ventana hacia la ciudad consumida por la nostalgia. Esa era su realidad.
Miró hacía ambos lados, tratando de encontrar alguna vía de escape, pero sus ojos no veían más que agua y el camino por que había venido. Si no lograba escapar, un castigo le esperaría al regresar al laboratorio. Se sentía frustrada y caminaba en círculos, buscando una vía segura para escapar de sus persecutores, quienes por supuesto no se rendirían nunca; todo gracias a la doctora que la tenía encerrada como si fuera su muñeca. La traía y la usaba como si de un objeto se tratase, y a su corta edad, ya comprendía que ella solo la quería para hacerle miles de pruebas.
Si regresar no era una opción y pelear menos, lo único que podía hacer era colarse dentro de la ciudad. Aquella que se adentraba en la isla, y de la cual jamás había pisado. sin duda sería todo un reto llegar hasta ahí, pero la situación lo ameritaba, no había otra solución. Era jugárselo todo o seguir condenada a vivir en un lugar horrible y llena de adultos que solo explotaban su cuerpo con el pretexto de salvar a la humanidad. Y para ser sinceros, a ella muy poco le importaba ser el sacrificio.
Escuchó un sonido sordo de un disparo, una bengala color verde había sido lanzada al aire cerca de donde ella estaba. Los gorilas de Murphy ya estaban listos para capturarla. Sin pensarlo, ella corrió de nueva cuenta, sin darle lugar al cansancio que se apoderaba de su débil cuerpo. Sus pies sangraban debido a que corría descalza, pero nada de eso le importaba si al final lograba huir.
No había vuelta atrás. Escapar era su único destino.
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Cuando el sol se oculta
Science FictionSi su destino era huir, ella lo tomaría con gusto. Todo a costa de jamás regresar. "Eres la salvación, lo que la humanidad necesita para salvarse". No creía nada de eso. ¿Qué ocurriría si consigue desvelar la verdad? La historia de una chica que...