Pulsión

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Disclaimer: los personajes de Kuroko no basket no me pertenecen y sólo los uso con fines de entretenimiento.

Advertencia!: escenas de violencia, tratos crueles, asesinatos y tortura.

-No, por favor! No me mates! Nooo!!!

La desesperada voz de aquél hombre joven repercutía en la habitación semivacía. Un par de ojos helados como cuchillos afilados lo vieron casi apenados, una sonrisa retorcida le dividió el rostro al medio.

-No va a ser posible, debes morir -dijo asintiendo, como queriendo que su víctima comprendiera.

Los delgados dedos se deslizaron sobre una mesa de instrumentos quirúrgicos mientras tarareaba una canción. Tomó un brillante picahielo y se lo enseñó, el tipo atado de manos y pies en una cama se sacudió con desesperación.

-Tranquilo.. Lo desinfecté bien -Sonrió y procedió a colocarle un aparato en la boca para que la mantuviera abierta- curioso lo que venden en internet.. Eh?

La humedad le erizó el vello de los brazos, tomó un largo suspiro que hinchó su pecho y entonces se sentó sobre el gimoteante hombre. Martillo en una mano y pica hielo en la otra, el terror en los ojos ajenos no le provocó ningún sentimiento, su sonrisa era inmensa mientras apoyaba la punta del metal contra las encías y descargaba un golpe.

..❤

-Ahhhh... -suspiró.

En sus fosas nasales aún se hallaba el remanente aroma a sangre.

Se limpió la nariz y entró a un café con mesas y sillas de hierro. El impecable piso a cuadros en blanco y negro casi podía devolverle su imagen. Por un momento, el aroma a granos de café borró el nauseabundo olor de su nariz.. Pero no de su mente.

Se quitó el abrigo y se sentó en su típico lugar junto a la ventana, desde donde observaba a las personas ir y venir, concentrado en sus posturas, objetos personales y vestimentas como si con ver gente al azar pudiera descubrir al asesino en serie que había horrorizado a todos los habitantes de la ciudad.

-Buenos dias -dijo una voz cantarina y el pelirrojo despertó de su ensoñación. De inmediato le sonrió de vuelta el camarero que siempre lo recibía con gentileza- no tiene muy buena cara.. Ocurrió algo?

-Estoy a cargo del crimen de momento -respondió en voz baja, haciendo girar entre sus manos el servilletero de la mesa. El camarero contuvo el aire.

-El Barón Sangriento? -susurró con sus ojos marrones muy abiertos- mató a alguien de nuevo?

El detective asintió.

-El quinto.

-Acaba de venir de la escena? -dijo sin esperar una respuesta, contrayendo su expresión en pena- debió ser terrible. No sé cómo aguanta ver semajantes cosas.. Pero es gracias a su esfuerzo que podemos vivir tranquilos.

El detective entre cerró sus ojos cuando sintió la mano trigueña en su hombro. Él siempre era muy gentil, demasiado.

-Para quitarle el mal sabor de boca voy a traerle un trozo de pastel de limón, está recién hecho.

-Te lo agradezco.

El detective miró un segundo la pequeña placa metálica sobre su camisa negra: Furihata Kouki.

El nombre era tan sutil, simple y encantador como su propietario. Ya no recordaba desde cuándo que sólo ver su dulce expresión le endulzaba el día. O desde cuándo solía pensar en él para evadir la aburrida rutina o el horror de una escena del crimen.

CautivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora