Jugador preferido

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-Eres realmente malo, Payne- escuche gritar desde lejos. No hice caso a los demás gritos, solo al de él. Su voz se podría haber escuchado desde bajo tierra, desde bajo agua. No importa desde donde, siempre lo escucharías. -Vamos Payne, vamos perdiendo- seguía gritando.

-Lo sé- dije en un susurro.

-¡Cuidado!- logre escuchar antes de recibir un gran golpe en mi costilla derecha.

-¡Levántate! ¡Animo,Payne!- y allí estaba ella, apoyándome. Como hacia siempre que podía asistir a los partidos.

Odio jugar al futbol, quizá no sea el hecho de que vamos perdiendo por 6 - y eso si que es malo- sino por el hecho de que lo odio, a todo chico le gusta jugar este deporte, pero a mí no. Prefiero jugar al volleiball o algún otro, menos al futbol. Odio cuando los demás se abalanzan hacia ti solo porque tienes a la estúpida pelota entre tus pies, odio a esos que se enojan por que el equipo del colegio ha perdido cuando ellos no juegan, odio tener tanta responsabilidad y más cuando debo ser el que meta los goles. Prefiero el boxeo, pues sí, tengo que tener responsabilidades -como en cualquier deporte- pero este es distinto, este es uno individual, si pierdes, pierdes por ti, no por el numero 11 o por el numero 5.

Todo pasa en cámara lenta, los médicos me agarran y me acuestan sobre una camilla blanca, y me dirigen hacia el camión blanco y rojo con las sirenas en colores brillando y haciendo ruido, no saben que eso definitivamente me está matando, aun más que el golpe que recibí. Siento una mano que agarra mi muñeca derecha y me dice al oído que todo estará bien y ahí es cuando reconozco su voz. Emily esta aquí.

Trato de decirle que estoy bien, que estaré bien, pero no puedo. Serán los cables que me están poniendo en este mismo momento sobre la cabeza y ahora conectando dos tubitos en mi nariz o será que realmente no puedo, o no quiero. No, definitivamente, no puedo. Quiero hacerle un apretón en su mano cuando siento una de sus lagrimas sobre mi regazo y me doy cuenta que ella está llorando, no como uno cuando ve una película de tus ídolos y es cuando uno llora de orgullo, de felicidad, no. Es como cuando a un nene de cinco años se les quita su dulce, cuando te acordaste de algo que no querías recordar, que quería olvidar para siempre. Así estaba llorando. Realmente no lo entiendo, estoy bien. No debe de preocuparse.

-Lo estamos perdiendo, ¡Mcall mas rápido!-

Está bien, ahora si estaba preocupado, el llanto de Emily aumento y con eso mi preocupación. ¿Realmente estaba a punto de morir? Cuando llegamos al hospital, todo parecía de película, médicos entraban y salían de la sala y nadie me notaba allí. Estaba parado en una de las esquinas y Em seguía llorando.

-Hey, Em, estoy bien, cariño- le dije mientras con mi pulgar intentaba tocar su frente ahora con arrugas, y no podía. Era como un fantasma, no podía tocarla. Parecía de esos programas de fantasía de cuando uno estaba hospitalizado y podía ver lo que sucedía, como si fuera otra persona viendo lo que pasaba.

Los médicos me llevaban en una camilla diferente a la anterior a una sala. Sala 205.

-hey, ¿Cómo estoy?, y ¿Mi mama?, ¿Dónde está ella?- seguía preguntando pero no tenia respuestas. Cuando me vi no podía creerlo. Tenía un gran moretón del lado derecho. ¿Eso me había hecho un jugador de quinto? Deberían llevarlo a una clínica a él, no a mí. No era normal, santos cielos.

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Mi mama estaba en la sala de espera junto mi familia, Emily y Zayn. Todos emperaban alguna noticia, también yo. Cuando salió el médico Mcall, todos se levantaron y embobaron al doctor con preguntar -¿está bien?- -¿Estará bien? - -¿Sigue en coma?- -¿podemos pasar a verlo, doctor?- esas preguntas y mas se seguían preguntando, esperen, ¿Qué?, ¿Estaba en coma?

Mi jugador preferido- Ziam (One-Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora