Show me your true face

House

La casa era extrañamente... acogedora. Para Jason aquello resultaba extraño, además del hecho de haber decidido seguir a esa extraña familia por el bosque.

Hubiera sido muy fácil acabar con todo. Al notar como la cierra eléctrica caía de las manos de aquel hombre, Jason solamente tenía que hacer un movimiento y la pelea hubiera finalizado. Pero el instinto de Jason le indicó que ese hombre era algo...diferente.

Reconocía el temor en sus ojos, ese temor que había experimentado en sus recuerdos más lejanos. Los movimientos del hombre con la máscara de carne eran ágiles y precisos, como si la sierra eléctrica fuera una extensión de su propia cuerpo. Además del hecho de haber podido detener la mano de Jason con un solo movimiento, la voz del hombre era casi un gruñido gutural, siendo algo que en definitiva Jason reconocía.

Era común para él el ser completamente silente. Muchas personas lo habían dañado a lo largo de su vida, haciendo una promesa de no volver a demostrar dolor alguno ante nadie, por más daños que las personas le hicieran a su cuerpo.

Había logrado hacerse fuerte, había logrado sobrevivir y tener una motivación para seguir existiendo, pero aquella familiaridad que recibía de aquellas extrañas personas era algo que no estaba acostumbrado a experimentar.

Al entrar a la casa al final del camino, las cosas parecían extrañamente tranquilas. Los restos humanos aparecían aquí y allá, adornando la casa de una manera peculiar que a Jason no parecía molestarle.

Los dos hombres que los guiaron parecían ruidosos y un tanto molestos, pero la atención de Jason no podía parar de observar los movimientos lentos y torpes que el hombre de la sierra parecía tener. Había pasado, de un momento a otro, a tener aura de timidez que se anteponía al aire amenazador que presentó minutos antes.

Un recuerdo se coló por su mente. El campamento de verano, las clases particulares en casa, al lado de su madre. El olor a tarta de manzana. La sensación de calidez al sentir el fuego en la chimenea. El bienestar, el amor y el dolor, todo eso se mezclaba en el momento exacto en que dió su último suspiro en aquel fatídico día, en donde no recibió más que gritos y comentarios hirientes de aquellas personas que habían prometido cuidarle.

Jason tenía tanta ira en su interior, aunque bien sabía que era algo más inclinado en el dolor que sufrió su madre con su muerte que al simple hecho de morir en aquel momento. Únicamente su madre le recordaba todas aquellas cosas cálidas y maravillosas, por lo que reconocía aquel gesto asustado y aquella sensación de incomodidad que rodeaba a aquel extraño hombre, reconociendo el dolor que podría estar sintiendo bajo su piel.

Un comentario al aire pareció disgustar al hombre en cuestión. Jason no prestaba especial atención a lo que decían aquellos hombres ruidosos, más la reacción instintiva de escapar fue algo que Jason reconocía como un gesto de defensa, optando por seguir los pasos del hombre al poco tiempo.

No sabía muy bien qué era lo que lo motivaba, pero entrar a aquella habitación oscura seguía pareciendo familiar, encontrando al hombre recostado sobre su cama, acurrucado del lado de la pared, pareciendo mucho más pequeño e indefenso a la figura que lo había atacado en el bosque.

El hombre se sobresaltó al verlo, buscando a tientas su mano para colocar la máscara de piel humana sobre su rostro. Jason lo entendió todo. La deformidad había marcado su vida, al igual que a él lo habían marcado y señalado cuando era niño. Un sentimiento extraño se generó en Jason, quien sin pensarlo mucho cerró la puerta, manteniendo la mirada fija en el hombre mientras retiraba lentamente la máscara de su rostro.

La luz de la luna que se filtraba en la ventana lograba resaltar ligeramente las facciones de Jason: deformidad y nada más. El rostro de la muerte se hacía presente en su semblante, avanzando un par de pasos hasta sentarse al lado de aquel hombre, quien parecía impresionado y por demás curioso ante aquel extraño acto.