Genosha, tanto tiempo habían luchado que el haberlo conseguido parecía un sueño. Veinticinco años y finalmente los mutantes tenían un hogar, un lugar donde ser ellos sin temor o vergüenza. Veinticinco años y se lo debían a un hombre, Erik jamás lo olvidaría.
Una isla al este de Madagascar, alejada del mundo, una tierra para ellos, tan fantástica y exótica; era cuestión de horas para que los dirigentes de las grandes naciones reconociesen la creación del primer estado mutante.
Erik Lensherr finalmente podría descansar. Después de décadas peleando desde su trinchera defendiendo sus derechos, estaba satisfecho, pues aquel triunfo le había brindado la oportunidad de finalmente vengarlo a él, su gran amor, su razón de seguir... El hombre que veinticinco años atrás creyó poder cambiar al mundo.. Charles Xavier era la razón de que Genosha fuese un santuario de mutantes, de que la revolución mutante hubiese funcionado, por ello es que Erik no podía dejar de pensar en él... Aún cuando hacerlo le resultase extremadamente doloroso.
La tarde caía y Erik contemplaba el océano bajo la sombra de uno de los pintorescos árboles de la región, pensaba en Charles, en sus suaves labios y la última vez que los besó. Habían pasado mucho tiempo desde aquel día...
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Probablemente si alguien le hubiese preguntado que hacia tan lejos de Nueva York no habría sabido dar alguna respuesta convincente, después de todo, era extraño que alguien fuese capaz de encontrar atractivo Baltimore viniendo de un lugar tan exótico como lo era la gran manzana con barrios como Harlem, Bronx o Williamsburg... Y Erik pensaría exactamente lo mismo de no ser por la persona a la que aquella tarde esperaba encontrar, al hombre de sonrisa tímida, mirada brillante y su gran amor: Charles Xavier.
No había nadie a quien amase tanto. Una vez que sus miradas se cruzaron por primera vez, supo que se encontraba a merced de los encantos del castaño; poco más de dos décadas habían pasado desde su primer encuentro, desde que se besaron por primera vez. Veintidós años amándose en secreto. Y esa tarde había conducido poco más de tres horas únicamente para poder pasar una noche a su lado.
Esa era la única forma en que podían amarse sin dañarse. Estaban condenados a amarse entre las sombras, a vivir separados. Nadie podía saberlo, un amor como el suyo podría parecer enfermizo y podría destruir todo lo que habían logrado. Ambos habían consagrado sus vidas a la lucha por los derechos mutantes, buscando mejorar un poco la realidad en las que les tocó vivir,
Erik encendió su cigarrillo y se sentó a leer el periódico junto al ventanal, levantando de vez en cuando su mirada para encontrarse con las insípidas playas de Baltimore. Aquel pequeño departamento era su refugio, el único lugar donde podían amarse sin temor alguno, donde podían ser felices. Veinte años llevaban haciéndolo y con el tiempo se acostumbraron a que la soledad, la noche y las estrellas fueran sus únicos testigos En una sociedad donde los mutantes eran mal vistos no se atrevían a imaginar si alguien sospechase siquiera que ellos se amaban; serían con creces los hombres más temidos de Norte América sin siquiera tener las manos manchadas de sangre. Amar como ellos se amaban era su gran pecado, pero también su más grande tesoro, pues, más de media vida juntos era prueba suficiente de que su amor tan puro y sencillo era uno de aquellos que solamente se encuentran una vez en la vida.
Esperaba a Charles, esperaba que no tardase; esa mañana había dado un emotivo discurso en Atlanta y si todo resultaba a la perfección entonces, antes del anochecer él ya debía de estar a su lado. Para Erik no existía alguien tan preparado e inteligente como su Charles, genetista de profesión que luchaba por los derechos de la comunidad mutante. Tampoco había alguien más a quién admirase tanto como a él, el hombre que desbordaba serenidad al hablar, capaz de conseguir apoyo en las esferas más altas de Washington sin incitar a la violencia y usando su palabra como su gran arma. El mismo hombre que al día siguiente cambiaría la historia mutante
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Semana Cherik
FanfictionPequeñas historias creadas para la semana Cherik NOTA: Voy muy atrasada pero prometo cumplir con los 7 días Día 2: Sociedad mutante Charles y Erik son activistas por los derechos mutantes en una sociedad que sistematicamente les reprime por temor, l...