Cuento para Tsukiku

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-Papá. Mamá.- Senku y Kohaku se congelaron a medio camino de beber sus copas cargadas con su vino favorito.

Era su aniversario de bodas y no tenían planeado nada especial, pero después de que su hija se durmiera querían al menos pasar una agradable velada en su casa, y beber un poco antes de encerrarse en su habitación.

Sin embargo, al ver los ojitos somnolientos de su pequeña de cuatro años y medio, ninguno pudo sentirse molesto o decepcionado por la interrupción. Solo pudieron sonreírle suavemente y abandonar sus copas de inmediato.

-¿Qué sucede, bebé?- Kohaku rápidamente se acercó a ella y la cargó en sus brazos.

-No soy un bebé...- protestó en medio de un bostezo. -Y tengo sed. Quiero jugo de frutas.-

-Pero ya bebiste mucho en la cena...-

-Vamos, leona, un poco más no le hará daño.- Senku ya estaba tomando un vaso para servirle.

-Si se despierta en medio de la noche para ir al baño y oye algo que no debería oír te culparé totalmente, Senku.- gruñó Kohaku entre dientes, aunque simulando una sonrisa para no alertar a su hijita.

-¿Qué podría oír? Papá replantó lejos de la casa el árbol que me asustaba con sus ramas en mi ventana... y no se meten animales por los muros que rodean la casa, a menos que sea un ave. Y nadie nos visita durante la noche. Eso no tiene un milímetro de sentido, mamá.- su hija la miró con una mueca que solo la hizo reír.

No importa cuánto tiempo pasará, nunca dejaría de sorprenderse lo mucho que se parecía a su padre en mucho más que solo la apariencia.

-Claro... lo siento.- pasó a cargarla con un solo brazo para acariciar su cabeza. -Pero tienes que prometer no beber demasiado y... y... mamá y papá te contaran un cuento ¿de acuerdo?-

Sus ojos tan azules como los suyos se iluminaron de inmediato, pero Kohaku pudo sentir la mirada de desaprobación de su esposo en su espalda. Aunque cuando Tsukiku volteó a verlo emocionada para que corroborará la información Senku solo pudo sonreír y asentir.

-Claro, solo medio vaso y te contaremos un cuento para dormir.- accedió mientras le tendía el vaso con jugo de frutas.

Tsukiku asintió felizmente y bebió su jugo con cuidado, midiendo la cantidad que él le había servido, que era un poco mayor a la mitad, y lo que era la mitad exacta del vaso.

Ellos la observaron con una sonrisa, ya sin sorprenderse de este tipo de cosas, pero todavía derritiéndose por lo adorable que era.

Una vez terminó de beber, dejando un poco para cumplir con la condición que le dieron, volteó a verlos entusiasmada.

-¿Me contarán un cuento ahora?-

-Por supuesto, pero primero a la cama.- sonriendo felizmente, Kohaku la llevo escaleras arriba hacia su habitación para recostarla en su cama y arroparla con cariño. -¿Qué cuento te gustaría? ¿Momotaro?-

-Mmm, nop.- arrugó la nariz y sacudió la cabeza.

-¿Qué tal otra vez los descubrimientos de Galileo? ¿O la teoría de Pitágoras?- Tsukiku pareció pensarlo más, pero finalmente negó con la cabeza. -¿Alguna sugerencia entonces, pequeña leona?- extendió una mano para pellizcar su nariz.

-¡No me digas pequeña!- lo apartó de un manotazo, inflando las mejillas. -Y solo quiero un cuento nuevo. Algo interesante.-

-Bueno, supongo que ya eres lo suficientemente mayor para entender la teoría endosimbiótica, ya que entendiste muy bien la teoría cinética molecular...-

Cuento para DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora