-No importa, papá-rodé los ojos mientras escuchaba el mismo sermón que durante dos semanas sentado en el mismo sillón y agarrando mis sienes tratando de tener paciencia tuve que soportar- Quiero trabajar.
-Pero hijo... El trabajo es solo una distracción de lo que en realidad es importante ahora, algún día no tendrás elección y vas a tener que salir a la calle a buscar algo.- me dijo
-Repito, no es eso exactamente-le dije mientras me incorporaba en mi asiento y cerrando los ojos pedía a Dios clemencia para este pobre diablo- tienes tus propios gastos y tengo que aprender a ser independiente, a administrar mi dinero, a vivir de mi propio sueldo.
-Voy a preguntarle al señor Roberts, tal vez te deje ser su asistente o algo parecido...
-¡No!-me levanté de mi lugar para dar por terminada la conversación que ya casi me sabía de memoria- De eso no se trata papá, tengo que hacer esto yo mismo. Regreso en un rato.
Salí de la casa para ir al restaurante que está en un barrio a unos treinta minutos de aquí. Quería ir a trabajar a algún lugar donde en verdad tuviera que ganarme mi puesto, vivir por completo la experiencia. Sé que suena tonto e incluso ridículo, pero estaba intentando adaptar mis tiempos y mis capacidades a hacer dos cosas a la vez antes de irme a vivir solo.
Subí al auto que mi papá había comprado ese año cuando se dio cuenta de que no podía llevarme a la Universidad como cuando me llevaba a la Guardería, y me dirigí al Restaurante.
Realmente creí que sería bueno hacer amigos, claro que eso sería en caso de que me contrataran.
Salí del barrio y tomé la carretera para llegar a Yewellsand, el barrio continuo al mío, es un camino algo corto pero igual la distancia asegura que nadie sabría quién soy, ni quién es mi papá. Porque fuera de lo que cualquiera podría creer, no es agradable que te reconozcan en todos lados. Tal vez puede llegar a serlo... pero solo las primeras veces y solo cuando tienes el control de las situaciones.
Ya había visitado este lugar un par de veces, es el restaurante de un señor mayor, es muy agradable, trajo a su lugar una vibra extranjera y colorida. El lugar es pequeño, pero igual es bastante conocido, siempre hay al menos unas cinco personas ocupando las mesas y otras dos en el mostrador.
Estacioné el auto y bajé de él con un folder en mi mano en el que iba toda la información necesaria para que con suerte me contratasen.
Al pasar por la puerta para entrar a la recepción, me di cuenta de que había llegado apenas cinco minutos antes de la hora a la que estaba programada mi cita con el señor Martínez, el dueño. Así que todo iba bastante bien.
Toqué la puerta de la izquierda y el señor salió a recibirme.
-Hey, muchacho, si volviste.-dijo tendiéndome la mano para saludarme
-Claro- reí levemente mientras le correspondía el saludo
Me indico que pasara a su oficina, no era una habitación esplendorosa. Más bien... tenía justo lo necesario. Un escritorio, un par de sillas, algunas repisas, un librero y nada más.
-¿Trajiste todos los papeles que pedí?- me preguntó y yo asentí con la cabeza- Bien... Tendrías que trabajar en la cocina, aquí la gente puede subir de nivel, ya te lo expliqué la vez pasada, no sé si tengas alguna duda...
Y si, ya lo había explicado. Su restaurante daba oportunidades de crecer a todos, para él eso no estaba mal, dijo que quería darles ambición y una oportunidad a quienes no tuvieran una carrera de Chef para que pudieran explotar su talento, por ejemplo. Y quería dar un poco de humildad a los trabajadores que tenían una carrera encaminada a los alimentos, a los pocos trabajadores. Porque me explicó que irónicamente, aunque su negocio es un Restaurante, llega gente de cualquier otra profesión que no sea Chef, a pedirle trabajo.
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La Felicidad a Cuatro Simples Pasos de Distancia.
RomanceEstaba sentada en el césped, leyendo. Alguien se acercó y preguntó "¿No crees que es demasiado cliché?" señalando mi libro de Romeo y Juileta. Solo le pude responder "Puede ser más real de lo que te imaginas" con la voz llena de recuerdos. Y es que...