Hasta el amanecer

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Toda, absolutamente toda Konoha había sido atacada. No se veía semejante destrucción desde el ataque del zorro del nueve colas. Sin embargo, ahora Iruka es más fuerte, ha adquirido fuerza con el paso de los años, pues la soledad y el dolor pueden ser un aliado para no rendirse.

Corre guiando a los pequeños que están a su cargo, con los nervios aplastantes pero sin demostrarlo, pues no quiere preocupar a sus alumnos.

Una gran serpiente se acerca a ellos, será un Chunnin pero el moreno haría lo que fuera por proteger a sus cercanos y dar la vida por su aldea, como lo hicieron sus padres años atrás.

— ¡Llevátelos de aquí!

— Pero... Iruka los demás shinobis no han de tardar mejor corramos.

Ya no había tiempo para seguir discutiendo, aquel monstruo de sangre fría estaba frente a ellos y sin ninguna piedad podía acabar con todos ahí.

Sin pensarlo mucho, Iruka se lanzó sacando kunais arrojandoselos a su enemigo. Los niños gritaban de preocupación y miedo. Un sensei más fue a apoyar a Iruka mientras que los demás corrían al refugio.

Iruka aterrizó en un tejado, dispuesto a seguir atacando, pero la serpiente desapareció, al igual que su compañero.

— Te has hecho fuerte.

Se giro al ver quién lo alagaba. Pero sus ojos se abrieron al tener semejante personaje frente a él.

— Orochimariu.

— Veo que aún reconoces a tu sensei pequeño.

Iruka apretó la mandíbula, arrojó shurikens a su adversario pero ninguno logró darle.

— ¿Así es como recibes a tus superiores?

— Yo jamás te reconoceré como mi sensei. ¡Jamás!

— Iruka, Iruka, me encantaría quedarme seguir con esta amena reconciliación pero tengo cosas más importantes por hacer.

— ¿A donde vas maldito?

Pero la pregunta ya no llego a su destinatario pues en una ráfaga de humo quedó en lugar del hombre.

— Maldito — Repitió mientras miraba a todas direcciones esperando volver a encontrarlo.

Un fuerte dolor en el cuello lo hizo gritar y al tentarse con las llemas de sus dedos pudo divisar sangre en ellas.

No, no, una marca de maldición no.

El dolor seguía pero no podía quedarse ahí, no alcanzaba a ver si era o no una marca de maldición. Pero el no podía detenerse, su aldea estaba siendo atacada.

Su respiración era acelerada, el dolor y ardor le nublaban la vista, pero con la fuerza de voluntad se adentro a la aldea para ser de ayuda.

Aunque su "batalla" con Orochimariu había cesado, aún no podía bajar la guardia. Suponía que sus alumnos ya estuvieran a salvo junto a los aldeanos.

Solo veía desastre frente a sus ojos a dónde mirara, escucho sonidos de pelea y kunais siendo chocados. Con sigilo se dirigió a aquel lugar.

Dos ninjas de Sunagakure contra un ninja de Konoha, le ganaban en fuerza y en unos instantes ya lo tenían contra el suelo dispuestos a matarlo. Pero eso Iruka no lo iba a permitir.

Se postro frente a su compañero empuñando un kunai.

— ¿Qué haces? ¡Lárgate! Un Chunnin como tú no podrá contra ellos.

Le dolieron esas palabras. Siempre lo habían denigrado por ser un Chunnin, que aunque era un shinobi, era muy blando como para matar. Pero eso no importaba ahora. Tenía dos adversarios frente a él que no se la dejarían fácil.

Sin prestar mucha atención a lo que el otro shinobi le decía se lanzó al ataque. Era una pela injusta, pero así también era la vida. Ambos ninjas de la arena lo miraron divertidos, pero al fin y al cabo era un ninja y debían acabar con el, fuera del rango que fuera.

Cómo suponía, no fue rival para ellos. Apenas medio minuto de haberse lanzado, ya tenía dos cortadas en el brazo izquierdo y seguramente dos costillas rotas con sangre saliendo de su labio.

Pero no se iba a rendir. Si eran enemigos de Konoha, daría su vida a cambio de que muchas otras se salvarán. Jadeando con fuerzas empuño un nuevo kunai y tomo postura de batallas.

El ardor en su cuello volvió, pero ahora era más intenso. Tanto que lo hizo caer al suelo de rodillas. Dando un alarido grito de dolor que no pudo contener. ¿Porque nadie se acercaba a ayudarlo?

Pudo divisar ambas siluetas de los ninjas de la arena. Esa era su muerte.

— Esto es algo injusto saben.

Con dificultad diviso quien de quién era esa voz. Tardo en reconocer a aquella persona. Pero tan solo con dos características más obvio sabía de quién se trataba. Kakashi Hatake, el ninja que copia estaba justo detrás de aquellos ninjas de la arena.

— Kakashi el del Sharingan — artículo sorpresivo uno de sus atacantes.

Ambos ninjas lo dejaron de lado y fueron a combatir al Jounnin recién llegado. Sin embargo, los que ahora no eran rival fueron ellos. Con un Chidori los dejo fuera de combate.

Cubrió su Sharingan y se acercó a Iruka.

— ¿Te encuentras bien? — pasó una mano por detrás de la espalda del sensei y lo tomo de la cadera, pasando un brazo del moreno por sus hombros, alzandolo del suelo.

— Si, gracias Kakashi-san, puedo seguir yo sólo.

Un estruendo se escuchó desde el ruedo, la pelea aún no acababa.

Kakashi dejó atrás a Iruka y se esfumó en humo. El moreno le intrigaba lo que pasaba en aquel lugar, así que como pudo salió corriendo hacia la misma dirección que el peliplata.

El dolor en su cuello había dismuido. Con poca dificultad había llegado al lugar donde anteriormente se realizaba la etapa final de los exámenes Chunnin. Encima del tejado principal se hallaban muchos troncos y varios shinobis se acercaban, uno de ellos Kakashi. Parecía que la batalla había terminado, todo era calma, mucha calma a su parecer. Ninjas del sonido y la arena estaban por las gradas heridos o inconscientes.

Se acercó a ver qué era lo que había pasado. Kakashi estaba por llegar al tejado, caminaba lento, al parecer sin preocupación. Iruka lo miro curioso. Hace un momento derribo a dos ninjas sin mucho esfuerzo y ahora parecía sumamente tranquilo. Sin duda era alguien  Excepcional.

Posó su mirada detrás del peliplata, muchos ninjas caídos de la arena  estaban ahí en el suelo. Un movimiento lo alertó y el sonido a metal lo hizo reaccionar rápido.

Un kunai, un kunai había sido sacado y apuntado hacia Kakashi, y esto había sido visto por Iruka, que de interior saco fuerzas y corrió hacia Kakashi.

— Kakashi-san ¡Cuidado!

El mencionado se giro, pero solo pudo ver un cuerpo frente a él.

Iruka se giro a ver a quien había salvado con una sonrisa.

—¿Estás bien?

Apenas alcanzo a decir cuando calló al suelo frente a la mirada del shinobi del Sharingan.

— ¡Iruka!

Continuara...

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2020 ⏰

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