El burdel se encontraba prácticamente desierto. Si ya de por sí la frialdad atmosférica del noviembre londinense solía echar para atrás a los posibles clientes que pudieran tener, la situación en Whitechapel no hacía nada para que su negocio fuera próspero.
Resopló antes de darle un trago al whisky que le había servido una de las camareras, quien le había regalado también una caricia suave en el hombro, intentando consolarle porque sólo dos clientes habían solicitado sus servicios aquella noche. Dos míseros clientes. El primero de ellos era un habitual, un comerciante del centro de la ciudad que solía reunirse con él para escapar de su mujer y sus siete hijos, según le contaba cada vez que acababan de hacerlo.
Al segundo no le había visto nunca, pero supo por el tacto de la ropa contraria bajo sus manos cuando le desnudó, que era un noble. Y aquello no pasaba cada día. La gente de su clase prefería ir a burdeles más exclusivos y caros, donde ofrecían cumplir todo tipo de fantasías y donde la depravación no conocía límites. Si había corrido el peligro de viajar hasta su barrio era porque no quería ser reconocido en otro sitio. Aunque claro, a John todo eso le daba igual, era el aburrimiento lo que le hacía divagar de esa forma. Lo único que le importaba del cliente era la buena propina que le había dejado.
Y a pesar de ello, no era suficiente. Necesitaba mucho más si quería que su familia comiera. Aquella era la triste realidad de la época, mientras políticos y miembros de la casa real se llenaban la boca hablando del progreso y las bondades del crecimiento de la industria, los pobres, que no habían hecho más que seguir siendo pobres, languidecían en trabajos donde les explotaban o tenían que buscarse la vida de otra forma, como había hecho él.
Sacudió brevemente la cabeza, tratando de quitarse todo aquello de la cabeza, pues tenía que estar animado en caso de que entrara algún cliente. Se acabó su copa con un trago y giró desde su taburete en la barra de madera oscura hacia el local, buscando entretenimiento en la observación de la gente que lo poblaba.
Para variar, el aire estaba enrarecido, y el olor a alcohol, sexo y humo se colaba hasta sus fosas nasales, dejándole levemente adormecido. Veía que volutas grises ascendían desde las pipas en las que varios clientes, estirados en los sofás bajos y cojines grandes, fumaban opio, y se fijó en sus caras adormecidas mientras, de vez en cuando, les metían la mano por debajo de la falda a las chicas que pasaban a su lado, ofreciendo su cuerpo por un par de monedas. De hecho, algunos ni se esperaban a llegar a las habitaciones, y el sonido de gemidos entremezclados con las risas de las chicas y las distintas conversaciones reverberaba en sus oídos. Todo aquello le había mareado durante sus primeros días, pero tras cinco años en el oficio, pasando cada noche en aquel antro, ya le daba igual.
Se fijó en la madera envejecida y agrietada del suelo, donde ya había un borracho durmiendo mientras una de las prostitutas intentaba despertarle para poder darle un servicio y cobrarle. Él tenía la suerte de ser el único hombre que trabajaba en el lugar, pero las demás tenían que competir unas con otras para ver quién ganaba más por noche, y muchas veces, la mayoría no tenían demasiada suerte. Así que él tampoco podía quejarse tanto de su situación.
Hasta sus oídos llegó el sonido de los goznes de la puerta chirriando, y observó que un chico joven entraba, dejando atrás el frío y la niebla de la madrugada. La verdad es que era muy atractivo. Tenía el pelo rubio paja ligeramente humedecido, y le caía desordenado sobre los ojos, que eran de un increíble color azul que, con la luz sombría, parecían prácticamente violetas. Bajo su ojo derecho, había un pequeño lunar que se repetía casi en el mismo lugar unos centímetros más abajo, en su cuello. Sus labios eran rosados, jugosos. Era alto y delgado, y de facciones finas, que no desentonaban nada con el tono pálido de su piel. Parecía tener unos dieciocho años, como mucho.
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Jack (Homoerótica)
Short StoryLas tinieblas de la noche londinense esconden a los verdaderos monstruos, y hacen que las apariencias engañen. Prólogo de The Thespian, ya disponible en Wattpad ;) Obra registrada en SafeCreative. Código: 1503143467727 Portada: @AstridBC