ACUÉRDATE DE MÍ

PRÓLOGO

Estaba postrada ante las barandillas atada con la ayuda de unas cuerdas resistentes y gruesas a esta, podía levantarse, pero de nada le serviría. Suspiró en seco, de su boca salía una capa de gas fría atravesando su garganta y la dejó en seco en medio de aquel silencio. Llovía. Estaba desnuda, y tenía frío, pero no se quejó, aunque no podía hacerlo. En su mente permanecía cada sílaba, cada palabra, cada frase, cada oración, cada párrafo, cada conversación de cada uno de ellos. No vió inconveniente en hacerlos desaparecer, las contemplaba paso a paso. Habían robado su intimidad, y lo peor de todo aquello, su virginidad. 

No le importó con quince años no empezaba mal, aunque tampoco fenomenal. Sintió que sus pupilas empezaban a humedecerse, y se negó en profundo. Las impulso de vuelta y siguió con la cabeza gacha ante aquel hierro que se fundía en su frente.

Había empezado ahora a visualizar las imágenes... Eran cinco... No, seis, quizás cuatro. Uno era delgado o quizás grueso... No pudo estar segura. 

Se giró bruscamente al sentir que ahora llegaba la imagen en la que sus genitales estaban en ella. Se golpeó la cabeza contra la barandilla con rapidez, nada podía ser más doloroso que lo que su persona estaba sintiendo.