Abrí los ojos pero fue como si no lo hubiese hecho. Estaba todo oscuro, no conseguía ver nada. Parpadeé un par de veces hasta que mi vista pudo acostumbrarse un poco a la penumbra de la oscuridad. ¿Dónde estaba? Aquella no era nuestra habitación. No tenía ese olor tan particular a Zayn, no era acogedora ni cálida.
Más bien todo lo contrario. Olía a humedad y era una habitación fría y oscura. ¿Dónde me encontraba?
Intenté levantarme, pero en el momento de hacerlo algo tiró de mis manos otra vez al suelo, provocándome un terrible mareo. Volteé hacia lo que sea que estuviese sujetándome y me encontré con dos cadenas aferrándome de las muñecas. ¿Cómo no las había sentido antes?
Y de repente lo recordé.
Cuando iba hacía el coche a dejar las bolsas de la compra, alguien me cogió por detrás y me puso un pañuelo en la boca. Y después había ido a parar a aquél siniestro lugar. ¿Quién me había secuestrado y por qué?
La vista se me tornó borrosa y las lágrimas no tardaron en caer. ¿Por qué a mí? ¿Por qué cuando todo iba tan bien?
Sin darme cuenta empecé a sollozar y pensé en Zayn. ¿Me estaría buscando? ¿Se habría dado cuenta de mi desaparición? ¿Cuánto tiempo llevaba fuera de casa? ¿La policía estaría ya informada? ¿Había pasado ya tanto tiempo que mi cara se encontraba ya en las cajas de leche?
«¡Serás tonta! Claro que Zayn te está buscando. Y más en el estado en que te encuentras», me rezongó el subconsciente.
Sí, tenía que tranquilizarme. Llorando no saldría de aquel lugar por harte de magia y haciéndome preguntas tontas mucho menos. Tenía que intentar estar tranquila y buscar una forma de salir de aquella habitación. No me gustaba para nada estar allí.
Pero recordé un pequeño detalle que impedía que me pudiese escapar. Estaba encadenada. No podría deshacerme de aquellas cadenas a menos que tuviese la llave. Y claro estaba que la llave no se encontraría en aquella habitación. Él la llevaría consigo.
Escuché unos pasos acercarse y me tensé. ¿Sería él? ¿Qué quería? ¿Me mataría? ¿Me vio…
No, no, no y no.
Detuvo sus pasos frente a la puerta y el sonido de más cadenas se escuchó.
—¿Has despertado ya preciosa Noa?
El corazón me dejó la latir y los pelos se me pusieron de punta debido al miedo. No podía ser posible. Aquello voz era muy parecía a la de Christopher. ¿Estaría él vivo? No, Zayn me dijo que él mismo lo había matado. ¿Entonces por qué su voz era tan parecida a la de él…?
Una luz se encendió y parpadeé para poder acostumbrarme a ella. Y la silueta de una cara empezó a tomar forma frente a mí.
¡Era él! ¡El chico que había visto con Christopher en un par de ocasiones! ¿Acaso era él mi secuestrador?
Me regaló una sonrisa perversa y mis ojos se dilataron de pánico. Aquel gesto contestaba a mi anterior pregunta. Sí, era él. No había duda.
—Vamos, Noa. No tienes nada que temer. No de momento.
Fruncí los labios y acercó su cara más a la mía. Alejé mi cabeza todo lo que pude hasta que ésta chocó contra la pared. Apenas unos centímetros lo separaban de mí. Su cercanía me incomoda. Me incomoda demasiado.
—No quiero hacerte daño. Y no tendré que hacértelo a menos que te comportes. –Sonrió de lado y se aparto.
Suspiré aliviada y tragué saliva antes de hablar.
—Entonces si no es a mí a quién quieres hacer daño. ¿A quién es? –Pregunté con voz ronca
—A tú querido Zayn y su padre.
Entrecerré los ojos ante la mención de su nombre.
—A él no le harás nada. –Dije con voz fría.
Soltó una sonora risotada.
—¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú? ¿Una pobre chica que está atada e indefensa? –Volvió a reír. —Qué ingenua que eres, Noa. Tu querido Zayn no vendrá a rescatarte. Entiéndelo de una vez.
Se volvió a arrodillar delante de mí y me tomó de la barbilla.
—Te contaré mi perfecto plan. Te mantendré encerrada durante unos cuantos días más, hasta que Zayn se dé cuenta de quién es el responsable de tu desaparición. Entonces encontrará la manera de ponerse en contacto conmigo. ¿Sabes? Ese chico es realmente listo… En fin, ahí entrarás en acción tú. Jugaré un poquito contigo. –Una asquerosa sonrisa pervertida se formó en sus labios. —Y Zayn perderá los papeles. Entonces aprovecharé ese momento para atacarle y atarle. Luego tú serás liberada y me llevarás directo a tu madre y su esposo. Y una vez haya cogido a su padre, me encargaré de ellos. No te explicaré qué haré precisamente con ellos. No quiero asustarte, pequeña.
Me hubiese encantado girarle la cara ante aquél horroroso y estúpido plan.
—Eres un idiota si crees que te voy a llevar hasta mi madre y su esposo. No, idiota no. Gilipollas, más bien.
Se encogió de hombros y sacó una jeringuilla de uno de sus bolsillos.
—El único motivo por el cual te lo he contado, es porque no lo recordaras. –Antes de darme tiempo a protestar o tan siquiera moverme, inyectó la jeringuilla en mi cuello. —Y ahora descansa, Noa.
Se levantó y empezó a caminar hacia la puerta. No podía irse. Tenía que preguntarle… Los párpados me empezaron a pesar y supe que pronto caería en la inconsciencia.
—¿Quién eres? –Pregunté en un susurró apenas audible.
Pero para mi suerte él lo escuchó.
—Soy Thomas Ray. Tú hermano.