Capitulo I Mónica

1 0 0
                                    


Capítulo I Monica
Quisiera que las promesas fueran un ancla para la vida- dice una dulce voz, de una mujer joven, que observa una lapida y continúa- Así no importaría cuantas bestias violentas te encontrarás, no podrías morir hasta cumplir tu promesa, así hubieras estado aquí siempre para cumplir lo que prometiste, ser mi leal protector, derrotar a los dragones que quisieran destruir el castillo, probar a los caballeros que desearan mi mano para correr a los que solo desearán mi cuerpo, así podría seguir teniendo un padre, así jamás mi corazón se hubiera partido. – Luzbel escucha estas palabras, que para el son incomprensibles, y le comenta a su cuerpo anfitrión- ¿por qué extrañas un alma que verás pronto al morir? Tus lagrimas son en vano, eso no hará que regrese del umbral al cuerpo, deja de llorar humana, esto solo es un ciclo que mi padre creo para que no haya demasiados de ustedes, en este momento hay otro humano naciendo reemplazando el lugar de tu padre, no tiene sentido llorar por un ciclo, es como si llorarás porque los ríos se vuelven nubes- la voz del ángel es ignorada por la humana, esta solo rompe en llanto, el alma intrusa se desespera y grita- ¡Detente!- ella ni si quiera nota la voz del celestial, y el susodicho reflexiona- “Solo podrás observar”, bien padre, tápale los oídos a tus criaturas para no escuchar la verdad- dice con fastidio- Bien, veamos que otras incongruencias hacen estos seres.
-La joven de cabello castaño, ojos cafés, y uno cincuenta de altura sale del panteón secando sus lágrimas, ella era el tipo de persona que prefería decir que tenia un resfriado a admitir que pasó horas llorando. Antes de llegar a la salida del lugar, un hombre de edad avanzada la detuvo con una afirmación empática y sonrisa dulce- Ahora está en un lugar mejor jovencita- la dolida mujer asiente con una sonrisa cortés, intentando ocultar su pensamiento, el cual era- Quisiera que fuera verdad, pero solo se lo están comiendo los gusanos- al escuchar el pensamiento, Luzbel reclama- Pero ¿Dónde esta tu fe? ¿Cómo no celebras que tu padre salió de este sucio mundo y subió a los cielos? Quisiera hacerte ver el cielo, que veas lo mas hermoso de los universos y luego regresarte a tu frívola existencia, y sepas lo que es perder algo preciado.

Al llegar al departamento de la humana, una energía ya se hacía presente en el pequeño lugar, un pequeño lugar donde se podía sentir la tristeza y melancolía, se podía ver en los objetos regados una fuerte conexión con el pasado, un lugar que hacia ver al azul mas cielo como un gris apagado y sin esperanza. Cuando Monica entró de inmediato vio tirado en la alfombra un pequeño lobo de peluche, lo recoge y un recuerdo se dispara, uno que la entidad que era testigo en su cuerpo también podía ver.
-Los lobos son algo jerárquicos, hay un alfa y una beta, el puesto del alfa es muy codiciado, siempre habrá alguien detrás de ese puesto, el alfa come primero, come lo mejor, tiene los mayores privilegios- ¿Entonces mi mamá es la alfa? – dice inocentemente una Monica de seis años expectante a la historia y al peluche; el padre con ternura responde- No, en esta familia somos dos Alfas y tu mi pequeña beta – con la mano derecha acaricia la pequeña cabeza de la infante y ella sonriente dice – Mi mamá dice que ella manda- Bueno si, ella es un poco mas alfa que yo- Mucho- El punto es que, al igual que los lobos somos una manda, y siempre estaremos juntos, aunque tu estés del otro lado del mundo, siempre estaremos para ti, pero al igual que tenemos similitudes, también diferencias, ¿puedes adivinar cuáles?- Que ahí el macho es el alfa- No hija, que aquí siempre lo que consiga de alimento, serás la primera en comer, que cada gota de sudor que caiga por mi cara será para ti, que cada mordida que reciba de otros lobos, cada vez que me tiren, me podré levantar pensando en mi pequeña beta y que cada vez que vea la luna sabre que hay luz en la oscuridad, y esa fuiste, eres, y serás tú, por eso es que te traje a este peque… - Quiero mi peluche- No ya no- dice el padre en un tono infantil, y se voltea hacia el otro lado como sí de un niño con recelo se tratase, a lo que la pequeña responde entre risas- Papi, lo siento, no quería herir tus sentimientos- Uno solo quiere hacer feliz a su niña- reclama como niño, mientras se acuesta abrazando al peluche del canino- Yaaaa papá, solo bromeaba, cuéntame más- Le llevaré el lobito a mamá, ella si escucha mis historias- Papáaaa- dice la niña, después saca el labio inferior, exagerando tristeza. El padre la mira con ternura, y al observar la expresión exagerada sede- Que tramposa eres princesa- ella con peluche entre brazos saca la lengua y corre con una risa burlona, el padre se levanta y advierte con voz divertida- Te atraparé pequeña tramposa- la niña corre mientras ríe, y al voltear atrás ve a su papá sonriendo, y con una mirada despreocupada, pero sabe que por dentro siempre esta cuidando que no caiga ni pegue con nada. Cuando la atrapa él la abraza, ella siente que esta en un bunker cálido y agradable, que nadie la dañará en esos brazos. Y de pronto la calidez se va, abre los ojos y observa como su padre se transparenta hasta desaparecer, y ella va creciendo, cuando el se va por completo ella esta en el presente, sola, con el corazón roto y los ojos húmedos observando el recuerdo de su padre, un suave y tierno peluche, lleno de polvo y algo desgastado, pero nunca olvidado.
Después del recuerdo el ángel observa el vacío, la confusión lo invade, y lo hace traer la siguiente pregunta- ¿Cómo un objeto tiene tanta alma? ¿Por qué me esta doliendo mi cuerpo? ¿Esto pasaría si no supiera donde estás padre? Sí no supiera donde encontrarte, ¿este es el dolor de lo efímero? Vaya mierda.

Autor: Leonardo Pérez Aguirre

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 06, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A través de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora