|Capítulo 53|

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Ni mi madre ni el padre de Steve, respondían a nuestras llamadas. Estaban ignorándonos por completo.

Estábamos adentrándonos a la cabaña, cuando hice mi último intento en llamarla. Pero fue en vano.

—¡Llegaron! —gritó Joel al vernos, para luego besar mi mejilla.

—Bienvenidos a la cabaña Jhonson —dijo Jack abriendo una champaña.

—¡Hermano!—exclamó Evan abrazando a Eros—. Novia de mi hermano —soltó a Eros y luego me abrazó a mí.

—¡Cierto! ¡Los novios! —chilló Joel grabándonos.

—¿Y Harvey? —preguntó Eros.

—¿Qué pasa? ¿No podes vivir sin mí? —indagó Harvey acercándose mientras se cerraba la bragueta del pantalón.

Eros ladeó la cabeza divertido.

—Pasa que al parecer, al finalizar las vacaciones. Steve se mudará con nosotros definitivamente—dijo haciéndole señas a Steve para que se acercara—. Y nuestra chica, deberá mudarse a la habitación treinta y tres.

—Te iré a visitar seguido, todo sea por entrar a esa habitación —comentó Joel moviendo sus cejas.

—La habitación treinta y tres es de Jazmin, la rubia más ardiente de todas —explicó Harvey.

Puse cara de disgusto... ¿debía compartir habitación con una chica que llevaría chicos seguido? No me apetecía mucho, la verdad.

Es decir, no me molestaba que tuviese vida activa. Pero tampoco quería ver sus novios temporales rondando por mi habitación.

—¡Pues, bienvenido a la mejor fraternidad que puedes tener! —exclamó Joel dándole un abrazo a Steve.

Sonreí, no fui la única que hizo buenos amigos este año.

Durante toda la tarde y cena, nos pusimos al día. Al parecer Jack la pasó con sus padres, Joel con su madre y Evan con sus padres y hermana. Que al parecer, tiene un novio y no le gustó para nada a Evan. En cambio, Eros se encargó de contarles lo sucedido en Boston. Provocando las risas de todos y aplausos por nuestros tatuajes.

A la hora de dormir, Jack nos distribuyó a su antojo diciendo:

—Joel, tú compartes dormitorio con Steve, Evan tú con Harvey, yo solo...y de nada hermano —finalizó guiñandole el ojo a Eros.

¿Nos había dejado una habitación para nosotros?

—¿Quieres ir a ver el cuadro que tengo en uno de los dormitorios? —me preguntó Eros con una sonrisa pícara.

Por primera vez, había entendido su indirecta. Tomé mi maleta y lo seguí, hasta que dimos con la habitación que en la puerta decía:

«Para la parejita de novios, aún no queremos ser tíos. Usen protección»

Al entrar visualicé una cama amplia con sábanas blancas, cortinas también blancas. Y un amplío armario marrón.

Eros no me dejó ni desempacar, porque tras cruzar aquella puerta me tomó de los muslos y me subió arriba de él. Para luego comenzar un intenso beso. Que duró hasta que caímos rendidos en la cama, con la respiración agitada.

—Es una mierda que tengas que mudarte —murmuró acariciando mi mejilla.

—Lo sé, pero en el fondo también sé que es lo que corresponde. Era temporal vivir con ustedes, siempre lo supimos.

—¿Vendrás seguido, cierto?

—¿Qué te hace pensar que te librarás tan fácil de mí?

—Yo no quiero librarme de ti —aseguró, para luego depositar un corto beso en mis labios, apagar la luz y recostarme en su pecho.

🏀

Pasar año nuevo con los chicos había sido divertido, en especial cuándo decidimos ir a un bar. Y terminamos pagando la fianza de Joel, por haber sido arrestado debido a que le quitó la gorra a un policía.

Las pequeñas vacaciones habían terminado, así que, ahora me encontraba llevando mis pertenencias a la habitación treinta y tres. Con la esperanza de que mi compañera no sea insoportable. Al abrir la puerta, me encontré con todo sumamente ordenado y en su lugar. Había dos camas, dos armarios y dos escritorios. Pero, no había rastro de mi compañera. Al terminar de desempacar y guardar mis cosas, con la ayuda de Eros.

Una chica rubia entró a la habitación, vistiendo un buzo gris suelto y largo.

—Tú debes ser Chloe —dijo quitándose un audífono—. Soy Jazmin y si eres lo que oí no me caerás muy bien.

—Bueno, puedo ser muchas cosas.

—Si traes chicos avísame un día antes, no quiero oírlos. Y mientras estudio, quiero todo en silencio. Así que, esas son mis normas de convivencia —agregó tirandose a su cama.

—No tengo problema con ello —admití, para luego hacerle señas a Eros e irnos de allí. Tenía hambre y quería ver como le estaba yendo a Steve.

Al llegar a mi antigua casa, todos estaban allí, ayudando a Steve con las inmensas cajas que le llegaron.

—¿Cómo te fue con la ardiente Jazmin? —indagó Joel.

—Bien, parece bastante reservada.

—Lo es —aseguró Harvey cargando una caja.

Cuando entré a mi viejo dormitorio, ya tenía aire de Steve por todos lados. Las cortinas eran azules al igual que sus sábanas. Y un cuadro nuestro reposaba en su escritorio.

—¡Bebé, te estaba esperando! —exclamó Steve mientras me jalaba del brazo, hasta llegar a su armario—. Te dejé tres cajones para cuando te quedes los fines de semana.

—Te quiero.

—Yo igual —afirmó abrazándome.

Cuando terminamos de ayudar a Steve a organizarse, compartimos unas hamburguesas y cervezas como cena. Todos estaban dispersos, pero al mismo tiempo todos estaban integrados en distintas conversaciones. Me levanté del sofá en busca de otra cerveza y entré a la cocina, para luego escuchar discutir a los gemelos.

Eros lo llamó cobarde.

—¿Qué sucede? —indagué abriendo el refrigerador.

—Evan sigue sin atreverse a declararse —comentó Eros.

—¡No quiero perder su amistad! —exclamó Evan molesto.

—Sabes qué...¿Por qué no le pides ser amigos con derechos? —propuse—. Si te dice que sí, sabes que asco no le das y que quizá pueda surgir algo más. Pero si te dice que no, tendrás que aceptar que no quiere algo más allá de una amistad contigo.

Le di un trago a mi cerveza esperando la respuesta de Evan.

—Es cierto, eso haré —aseguró Evan, para luego desaparecer de la cocina. Dejándome a solas, con su hermano.

—Eres toda una experta en el amor —bromeó Eros.

—¿Me llevas a la pensión? —pedí, era de noche y a pesar de que quedaba a unos minutos. No quería ir sola.

Eros asintió y tomó sus llaves que tenían el llavero que yo le regalé, sonreí al verlo. Al salir de la casa, él tomó mi mano y las entrelazó. Caminamos por todo el campus, mientras conversábamos y reíamos. Hasta llegar a la pensión, mi nuevo hogar.

—Te veo en clase —se despidió dándome un beso en la mejilla. Estaba por entrar al edificio, cuándo mi brazo fue jalado y Eros besó mis labios—. Ahora sí, te veo mañana. ¿O quieres que pase por ti?

—No es necesario, te veré en clase —aseguré adentrandome al edificio. Y al entrar a mi habitación me encontré con una Jazmin dormida sobre su escritorio. Al parecer se quedó dormida mientras estudiaba.

—Jaz —susurré tratando de despertarla y cuando lo hizo esta gruñó. Pero de todas formas se levantó y se acostó en su cama.

Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora