Saben, a veces me gustaría poder tener aquel tipo de contacto con otros como las personas o animales que puedo llegar a observar. Pero si llego a tocar a alguien dejan de respirar en ese preciso momento y sus cuerpos caen desplomados en el suelo después de cerrar sus ojos para siempre. Justamente eso acababa de hacer, mi mano se colocó sobre la pequeña golondrina que había caído de una rama; sus ojos se cerraron y su respiración se detuvo, haciendo que apartara mi mano lentamente.
Me levanté y mirando a través de los huecos del cráneo de un tigre, que cubría todo mi rostro, me dí la vuelta y colocándome la capucha, mis pies se elevaron, comenzando a envolverse en una gran nube de humo negro que era mi transporte en la mayoría de las ocasiones.
Llegando detrás de un pequeño arbusto pude observar al lobo gris que estaba sentado y miraba al cielo; sacando mi mano de entre los arbustos toqué su espalda y al mirarme con sus ojos naranjas, cayó desplomado. Suspiré. Sabía perfectamente lo que mis manos hacían, pero ahí seguía intentando para ver si eso cambiaba. «Idiota» pensé y volví a flotar en el aire.
En medio de mi vuelo entre el follaje de los árboles del bosque, pude escuchar —aún con el viento moviendo las hojas, provocando que una estela verde me cubriera y me diera sombra con el ruido de estas golpeando entre sí— una linda y tierna risa a mi lado derecho, junto con el movimiento del agua.
Me detuve y me acerque, colocándome detrás de un grueso tronco con algo de musgo desde las raíces hasta la mitad de este; mis ojos grises claro casi blancos se pusieron en aquel chico de sonrisa brillante y hermosa que jugaba en el lago, mientras que su cabello blanco y mojado se movía de un lado a otro conforme corría y saltaba con un pequeño siervo.
Sentí, por primera vez, un calor cálido en mi pecho, junto a unas ganas de ir y poder hablar con él. Pero el miedo a mi toque hizo cambiar todo eso y quedarme escondido detrás del árbol.
Suspiré y coloqué mi espalda en el tronco, escuchando en donde la parte trasera del cráneo sobre mi rostro golpeaba la madera.
—Hola. —ese saludo hizo que me sobresaltara y me hiciera a un lado con mis manos alejadas de él; lo miré y a esa sonrisa que brillaba como si tuviera luz propia son necesidad del sol que atravesaba las hojas. Saludé con un movimiento sencillo de mano.
Sus labios se juntaron y formó una ligera sonrisa para después acercarse un poco más y mirarme de arriba abajo, caminando a mi alrededor como si me estuviera inspeccionando.
—Me da miedo tu cráneo. —su sonrisa se convirtió en una mueca.
Lo toqué con la punta de mis dedos y después de pensarlo unos segundos pasé mi mano por debajo de la capucha y zafé el broche; con ambas manos me lo despegué de mi rostro algo pálido y lo dejé al aire libre.
Regresé mi rostro a donde él seguía y pude ver sus ojos siendo cubiertos por un sentimiento. Sabía que no era el rostro mas bonito gracias a mis ojos y las cicatrices que tenía atravesando mis ojos sobre mi piel blanca por la vida que sentía que me faltaba; agarré el cráneo y me lo acerqué a la cara para volver a cubrirla pero su voz me detuvo.
—No, ¿qué haces? —lo miré— Estás bien así.
Abrí mis ojos como platos, mientras apretaba el cráneo entre mis manos; escuché sus pisadas alejarse y su voz llamándome para que me acercara al lago en donde esperaba de pie el pequeño siervo, el cual, al verme hizo las orejas para atrás y retrocedió unos pasos.
El chico se acercó caminado lentamente, hasta que su pequeña y tierna mano rozó la cabeza del siervo, para que no se alejara y siguiera jugando con él.
—Ven —su mano estirada se movía de arriba abajo, llamándome, pero negué rotundamente. Hizo una mueca y se acercó, sentándose en el suelo y palpando en frente suyo. Me senté—, ¿por qué no?
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𝔗𝔥𝔢 𝔏𝔦𝔣𝔢 𝔬𝔣 𝔇𝔢𝔞𝔱𝔥 † sᴇᴏɴɢᴊᴏᴏɴɢ
Fanfiction†mσrír dє pєnα, mσrír dє αmσr, mσrír єn tus вrαzσs sєríα mєjσr† ★ -SeongJoong. -Parte única. -No hacer copias ni adaptación sin mi permiso.