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Los rayos del sol se colaban entre las delgadas cortinas que colgaban de la única ventana en su habitación.

Sus ojos comenzaron a abrirse con pereza, dando paso a unos orbes oscuros y opacos.
Sin ninguna esperanza.

De entre los pálidos y secos labios brotó un leve quejido.
Su cuerpo dolía como si mil elefantes le hubieran arrollado.
Nunca había pasado por tal dolor, pero así creía que debería sentirse.

Se incorporó lentamente por el dolor, dejando su torso elevado y llevó su mirada hacia el reloj sobre la mesita de noche a un lado de su cómoda cama.

Faltaban sólo treinta minutos para la escuela, por lo que se paró con rapidez, ignorando lo pesado que se sentía su cuerpo.
No pasaron más de diez minutos cuando ya estaba listo para salir, ni siquiera tuvo oportunidad de mirarse en el espejo.

Abandonó su cuarto lleno de temor por encontrarse con su madre, por fortuna no había señal de esta en la planta baja.
Sin perder más tiempo salió corriendo de casa, no sin antes asegurarse de cerrar la puerta con llave.

El trayecto duró diez minutos, tenía otros diez minutos libres, los cuales aprovecharía para disculparse con Norman.

Ese era el plan.

Pero Norman no se lo dejaría fácil.

Pasaron unos segundos después de que tomara asiento cuando su amigo entró en el aula.
No le dirigió ni una mirada cuando caminó hacia el asiento libre al lado de Emma.

El corazón de Ray sintió encogerse ante la distancia que estaba poniendo el albino entre ellos, pero sabía que era su culpa.
Se había dejado llevar por la ira y dijo cosas que realmente no sentía.

Solo quería desquitarse con alguien en ese momento.

Un jadeo escapó de su garganta cuando la azul e indiferente mirada de Norman se posó en él.
Solo fueron un par de segundos, pero eso bastó para arrebatar todo aliento de los pulmones del mayor.

Norman parecía de otro mundo, tanta belleza contenida en una persona era algo anormal.
Los suaves y cortos mechones de cabello blanco, la piel pálida, sus bellos ojos expresivos, la forma de su rostro y nariz. Toda su apariencia era irreal debido a la perfección que exhalaba cada poro del chico.
Pero no sólo era su apariencia, era también su personalidad, su dulce risa, su bella sonrisa que incluso le daba fuerzas para nadar entre furiosas e implacables olas.

Por Norman podría estar en medio de un huracán, con el desastre alrededor suyo, pero mientras estuviera a su lado no le importaría en absoluto.

Lamentablemente toda su alabanza se vino abajo cuando la mirada se volvió filosa hacia él, aunque había algo de confusión en ella.

Podía notarlo bien.
Sabía que era.

Su madre lo había visto tantas veces de aquella forma.

Norman no le quería cerca.
Pero Ray era terco, y haría todo lo posible para recuperar al chico que invadía todos los días sus pensamientos.

Se levantó dispuesto a encaminarse hacia él, pero una chica llegó primero al albino tomando su brazo sin cuidado alguno, como si hubiera la suficiente confianza.

Solo causó que Ray apretara sus dientes con molestia.

Cuando conoció a Norman, tardó meses en hacer el primer contacto físico, un roce contra su hombro.

─ ¡Norman! Me alegra encontrarte, tengo que agradecerte por ayudarme ayer con la tarea de matemáticas.

Ray no pudo evitar alzar la ceja con recelo, ¿quién era esa?
Solo faltó una semana y parecía que se perdió de mucho.

Small Galaxies [Noray] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora