PRÓLOGO

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Cálido como el fuego...
Era todo lo que pensaba Arthur Fleck al mirar los árboles en pleno otoño mientras él sol comienza a ocultarse. Se encontraba en algún lugar de un parque público, cerca de una zona infantil. A su alrededor se escucha el repicar de una campana de bicicleta y las risas de los niños jugando. No lo molestaba pero tampoco lo disfrutaba.

-¡¡Arthur!!~ ¡¡Jack!!~ ¡¡Es hora de irnos!!

Esa voz...
Esa niña...
Vestía una falda azul celeste con lunares blancos que le llegaba hasta las rodillas y una playera blanca de mangas largas; no traía zapatos ni calcetines y aun así sus pies no se veian maltratados, solo algo sucios. Su piel es blanca, de cabello oscuro y ondulado hasta los hombros, sus ojos anaranjados...
¿¡Anaranjados!?

-¡Arthur!~ ¡Jack!~-seguia gritando la niña mientras recorría el lugar en busca de los mencionados.

-¿Me conoces? ¿Te conozco? ¿Quien demonios es Jack?-dijo Arthur en voz baja para si mismo.

La mirada de la niña hacia el lo hizo sentirse desconcertado y aun más cuando comenzó a correr hacia el. Pero en realidad se dirigió hacia unos arbustos rodeados de varios árboles que se encontraban a su lado derecho y entro en ellos rápidamente.

Él repicar de la campana y las risas infantiles ahora se escuchaban donde la niña se dirigía.

Y sin saber como ni porque, estaba siguiéndola entre los árboles y arbustos hasta que se encontraron en un claro donde un pequeño grupo de niños golpeaban y se burlaban de otros dos niños: ambos tenían moretones y heridas en sus cuerpos pero el mayor hacia todo lo posible por recibir la mayoría del daño posible para proteger al menor que no paraba de reir y llorar al mismo.

-¡BASTA!- la niña grito con desesperación mientras corria hacía los dos niños pero de pronto un niño del grupo la jalo fuerte de su cabello para comenzar a someterla a golpes en él suelo. El gusto no le duro mucho, ya que la sangre que ella desprendía era tan negra como su cabello. Y sin dudar un instante, la niña le dio una fuerte patada al estómago que lo dejo sin aliento en él suelo, y con dificultad corrió hacia los niños lastimados haciendo que el grupo retrocediera con horror por su aspecto: su playera estaba cubierta de su oscura sangre y su rostro mostraba heridas cerca de su nariz y boca.-¡¡Déjenlos en paz, malditos infelices!!- grito con ira al grupo mientras a duras penas se mantiene de pie para proteger a los niños lastimados que ahora estaban en él suelo. El menor comenzó a dejar de reir y solo sollozaba mientras abrazaba al mayor que lo correspondía con sus pocas fuerzas.

Él repicar de la campana comienza a perderse entre el sonido de algunos autos que pasan cerca.

Dos niños del grupo se dirigen hacia su compañero para cargarlo y llevarselo de allí rápidamente. Entonces la única niña del grupo dice indignada:
-¡Lo sabia! Solo un monstruo como tu, que ha lastimado a mi mejor amigo, puede asociarse y proteger a esa pareja de fenómenos. Simplemente le harían un favor al mundo si dejaran de existir, por lo tanto ¿¡Que les cuesta hacerlo!? ¿¡Cual es su problema!?

Burlas y quejas del mismo tipo comenzaron a decirles sin parar. Entonces, la niña que protege a los dos niños respira profundamente y...
-Que coincidencia, me estaba preguntando exactamente lo mismo...-la piel de sus manos comienza a oscurecer mientras tomaba la forma de afiladas garras-¿¡CUAL ES SU PROBLEMA!?
Él grupo se aterró tanto que no tardaron en huir sin mirar atrás.

Los autos dejaron de escucharse y el repicar ahora sonaba con menos frecuencia hasta desaparecer por completo.

Con dificultad, la niña se giro hacia los niños que la miraban aterrados. Se encontraba tan cansada que sus pies se tropezaron entre si haciéndola caer de rodillas cerca de los niños.

-Arthur, Jack...-al extender su mano noto de inmediato su forma y con horror solo pudo bajar la mirada hacia su ropa manchada con su sangre.- Lo siento.-dijo una y otra vez entre lágrimas sin dejar de mirar sus garras mientras trataba de controlar su agitada respiración.- Escuchen, si ya no quieren tener nada que ver conmigo es perfectamente valido, pero por favor, solo déjenme curar sus heridas y yo--
Él abrazo que ambos le daban fue lo que al final la hizo romper en llanto mientras correspondía el mismo. Unas alas que eran el doble de su tamaño rodearon a los niños que no se asustaron, es más, solo sonreían.

Arthur no tenía palabras para todo aquello que fue testigo desde la distancia. Tantas emociones y sentimientos encontrados cruzaban en su mente.

Después de que el llanto acabara y se separaran sin que las alas dejaran de rodearlos, Arthur ya no podía escuchar nada de lo que ahora estaban hablando felizmente entre risas y una que otra lágrima que alguno derramaba. El frio lo estaba invadiendo como si de un bala se--

Oh. Cierto...

El motín, el fallido intento de escape y la bala de algún policía perforando su estómago vinieron a su mente muy rápido.

Él lugar comenzaba a deformarse a excepción de aquellos niños y una figura misteriosa al otro extremo del claro. La oscuridad lo consumió todo a su paso y escucho claramente a la niña decir:
-Así es, nos vamos a casa.

Despertó en lágrimas acostado en él acolchado piso de su blanca y vacía habitación. De todos los sueños y alucinaciones posibles, ese era por mucho él más vivido que experimento desde su llegada a Arkham. Y también... fue el sueño más familiar y extraño que haya tenido en toda su vida.

Noto que no traía una camisa de fuerza, por lo que se toco el estómago y noto que tenía vendas recién puestas. Exhalo profundamente y cerro los ojos para intentar volver a dormir...

Y con ello, escucho por última vez el repicar de la campana que hizo eco en la habitación.

FairyTime: ¿¡Nuestra hada madrina!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora