Juntos

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Corria tanto como sus piernas le permitían, estaba algo cansado pero no veía la hora para llegar a casa después de un largo viaje de 10 horas, Midoriya Izuku se encontraba corriendo apresurado para encontrarse con las personas que más ama en el mundo. Acababa de terminar una misión que le habían encargado de la Agencia de Héroes dónde trabaja, era internacional, cuando le informaron de esta misión no le dieron tiempo a casi nada, debía irse ese mismo día, demandaba importancia. Tuvo que dejarlo todo y a todos, fueron unos largos cuatro meses pero ahora estaba de vuelta, no le había dicho a nadie de su regreso, quería que fuese sorpresa.

Por fin. Había llegado, se quedó parado en la puerta de su propia casa un momento, tenía solamente el gran bolso que había llevado con sus pertenencias cuando se fue. Saco sus lleves con prisa y las puso en la cerradura, temía que sus nervios lo traicionaran ahora, los extrañaba tanto, esperaba que ellos igual.

Abrió la puerta muy despacio sin querer hacer ruido pero escucho uno muy fuerte adentro.

- ¡No te vuelvas a acercar a mi maldita cocina! ¡Bastardo Mitad-Mitad! - los gritos se escucharían a kilómetros.

Olía un poco a humo pero no demasiado como para preocuparse. Seguramente el bicolor quiso cocinar algo y no salió muy bien. Los gritos del rubio explosivo no cesaron y aprovecho eso para caminar lentamente hacia la cocina. Se asomó un poco para ver a ese par que adora tanto.

- ¡¿Ves por qué tengo que hacerlo yo?! ¡Si quieres fideos, avísame! ¿Cómo es posible que los quemaras? ¡Controlas el puto fuego y hielo! - obviamente la cocina no era una de las mejores cualidades del bicolor, este solo veía al cenizo mientras le gritaba, la verdad no era para tanto, solo se echaron a perder unos fideos.

- Kacchan, no seas tan duro con Shō-kun. - hablo de repente una tercer voz que los hizo voltear con los ojos abiertos como platos.

Ahí estaba, su sonrisa, ahí está. ¿Cuánto la habían extrañado? Creyeron que pasó una eternidad.

- ¿Deku? - pregunto atónito sin poder moverse aún.

- ¿Quien más? - las lágrimas hicieron acto de presencia pero no hicieron que borrara su sonrisa.

Los tres avanzaron hasta que al fin el pecoso llegó a abrazar a sus esposos, estos lo estrujaron con fuerza, no pudieron decir nada.

- Ya volví. - murmuró en un sollozo.

- Bienvenido. - dijo Todoroki realmente feliz.

- Maldito nerd. Te tardaste. - dijo mientras acariciaba sus rizos.

- Lamento la demora. - se separó para verlos mejor, acarició la mejilla de cada uno mientras ellos lo veían aún sin creer que había vuelto. - Los extrañe mucho. - les dió un beso, primero a Shōto y después a Katsuki.

- También nosotros. - le dijo el bicolor.

- Si vuelves a decir que te vas, te voy a encadenar a la cama. - bromeaba pero la verdad es que era capaz. El peli verde rió ante ese pensamiento.

- ¿Papi? - se escuchó la voz de una niña que venía acercándose. - Me pareció escuchar- entro a la cocina una pequeña de 9 años, rubia, con rizos y ojos bicolor azul y rojo. Paro en seco al ver los ojos esmeralda de esa persona. - ¡Mamá! - grito al mismo tiempo que corria a abrazar al peli verde, este agachó para tenerla por fin en sus brazos. - Volviste. - hablo llorando de felicidad.

- Yukio... Mi niña. Te extrañe tanto. - dijo entre sollozos. Ahora que había vuelto, no la soltaría en un tiempo. Un Omega lejos de su cachorro y de su Alfa, o en su caso dos Alfas, era una gran tortura.

El bicolor y el rubio también se agacharon para abrazar a su esposo e hija.

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La familia se encontraba cenando felizmente, ahora sin preocupaciones ya que el Omega había vuelto encendiendo una luz que se apagó cuando se fue.

JUNTOS {TodoBakuDeku} One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora