En una linda mañana en medio de la región Kanto, el aleteo de los Pidgey y el soplar del viento que resoplaba con una fresca brisa, que hacía volar las hojas de los árboles, y el sol que salía desde las montañas y golpeaba una pequeña casa en ciudad verde, en dónde 2 chicas estaban aun durmiendo hasta que el brillo del sol que pasaba a través de un pequeño hueco de entre las cortinas, y golpeó el rostro de una de ellas, una chica de un cabello castaño que era más suave que la seda pero dulce como el mismo chocolate que pintaba sus cabellos, y con un leve bostezo la chica despertó.
La chica tratando de no hacer mucho ruido, se levantó y bajo hacia la blanca cocina, en dónde todos brillaba de un limpió blanco excepto por el fuerte negro de los muebles, el silencio de la casa no tardó en ser opacado por el leve ruido de un chorro de café producida por la cafetera, la chica se dispuso a abrir uno de los cajones y de todas las tazas tomo una de un brillante color amarillo, con la cuál la lleno de café una vez acabo de llenar jarra.
Con la taza en mano la chica fue a la sala en dónde los muebles de un simple pero elegante color café claro, ella con calma y algo de sueño le dio un sorbo a su taza de café y la dejo en el centro de mesa, solo para acurrucarse en el sofá y encender el televisor.
El ruido de las noticias lleno la casa y ella empezaba a volver a dormirse, hasta que el ruido de unas pidas se escuchaban cerca, la chica no le dio importancia y con una sonrisa se quedó mirando el televisor, el ruido de las posadas se hacía cada vez más fuerte, hasta que ella volteo y vio a su compañera, una chica de cabellos dorados que brillaban con la luz de la mañana, la chica de brillantes cabellos dorados se acercó a la chica del cabello de dulce color chocolate, dándole un sorbo a su taza azul y dejándola alado de la taza amarillo, solo para disponerse a acurrucarse aun lado de su compañera.
Ambas acurrucadas en el sofá mientras cada tantos segundos se inclinaban a dar unos sorbos a sus tazas, mientras la luz de la mañana llenaba toda la sala de una linda y dulce atmósfera.