Incentivo

432 76 26
                                    

SJ.


Tuerzo la boca en una mueca de pena justo antes de que la pantalla anuncie mejor suerte en la próxima partida.

Jungkook tarda un momento en reaccionar, sin dejar de mirar el monitor, luego se desliza por la silla hasta quedar en una posición incómoda. —Otra maldita perra vez.

No puedo evitar soltar una risita.

Me inclino hacia él. Aunque la situación no es muy prometedora yo no me iba a dar por vencido y mucho menos dejaría que él se sintiera mal. Masajeo sus hombros y recargo mi mentón en su cabeza.

—Lo vas a lograr, confía más en ti.

Él lloriquea. —Por una razón siempre me rehusé a que Yoongi me convenciera en hacerme jugador de "competitivo". Jin... evidentemente apesto en esto.

Mis manos viajan esta vez a su cuello, él se relaja de inmediato. —Eres mejor que Taehyung y él lleva casi dos años siendo profesional.

—¿Por qué no puede ser Taehyung tu compañero entonces?

Sin poder evitarlo, subo las manos a sus mejillas para acariciarlas y apretujarlas de manera divertida. Jungkook no protesta ante mis toques. —Taehyung se retira.

—¿En serio? –Murmura con dificultad, yo continúo acariciándolo.

—Así es. Al parecer la cosa con ese amigo tuyo va en serio. Jamás vi a Tae tan interesado en algo ajeno a los videojuegos. –Rio un poco.

Jungkook toma tímidamente una de mis manos y deposita un beso en mis nudillos, haciéndome temblar. —Tú tienes manos santas.

Rio más fuerte.

—Pervertido. –Deshago el momento, ambos nos reincorporamos en nuestras respectivas posiciones, él en la silla y yo de pie detrás de él. —Vamos, tienes que lograrlo.

Él gruñe iniciando una nueva partida. —Al parecer Taehyung no es el único que cambió tanto en estas semanas.

—¿A qué te refieres?

Pronto su personaje está atacando al primer enemigo que encuentra en su camino. —A nada...

Así permanecemos, con momentos tensos entre charlas esporádicas donde comentamos ciertas jugadas y también traemos a colación algunos aspectos de nuestras vidas, conociéndonos mejor.

Evidentemente por más que hablásemos de mil cosas mediante textos y llamadas telefónicas, no hay nada mejor que tener estos momentos íntimos en persona.

Cuantas veces soñé con acariciarlo de esta manera...

Cuando la partida está llegando a su fin, me inclino nuevamente hacia él colocando una mano en su nuca intentando brindarle confianza con suaves toques, tampoco quiero distraerlo y ya soy consciente de las reacciones de su cuerpo ante las caricias específicas, porque él también sabe reconocer mis debilidades.

—Cuidado con la zona, sólo quedan dos enemigos. Deberías protegerte y esperar a atacar en el momento preciso, cuando el último esté en su punto más vulnerable. –Le recomiendo casi en un susurro.

—Estrategias, estrategias. –Responde casi sin parpadear, cuidando su alrededor mientras corre hacia un punto alto para tener algo de ventaja y yo sonrío. Ese es mi chico.

La feed anuncia que sólo quedan dos jugadores con vida; Jungkook y al enemigo que tendrá que matar para ganar esta partida estratégica.

Tras un minuto recorriendo la zona montañosa intentando encontrar al último jugador, decide construir una base casi diminuta solo para no ser tomado por sorpresa, y una vez a salvo, me mira por primera vez luego de los casi treinta minutos que se ha alargado el juego. Yo le devuelvo la mirada, estamos demasiado cerca y mis toques sobre su cuello han cesado, pues ahora mi único interés viaja hacia sus labios. Suelta el mouse y lleva su mano a mi barbilla para dirigirme a su boca, entonces lo beso fuerte porque he estado conteniéndome por mucho tiempo y las caricias "inocentes" han dejado de ser suficientes.

Jungkook gira su silla hacia mi dirección para brindarnos más comodidad. Ha soltado también el teclado y ahora sus dos manos sostienen mi rostro, exigiéndome más. Abre las piernas dejando un pequeñísimo espacio en la silla, por lo que recargo una rodilla ahí sólo para apoyarme, aunque prácticamente estoy encima de su cuerpo, con mis manos explorando sus clavículas y parte de su pecho.

Una ráfaga de disparos resuena en la habitación, pues se abstuvo de colocarse cascos ya que prefirió que yo también escuchara todo. Nos separamos y él, en un movimiento rápido, me posiciona completamente sobre sus piernas y conmigo arriba suyo, acerca la silla hasta poder alcanzar el teclado y ratón, rodeando mi cuerpo consigue reaccionar a tiempo y mover su personaje intentando salvarse. La verdad no sé qué está sucediendo en la pantalla, yo lo abrazo de una manera intentando no estorbar en su campo de visión y entonces comienzo a reír por lo cómica que ha terminado la escena entre nosotros. Él sigue concentrado, pero también ríe contagiado de mi felicidad y se inclina más hacia adelante para morder levemente mi hombro, sin dejar de jugar.

Espero pacientemente, recargando el rostro en uno de sus hombros y juego con su cabello, pensando en el aroma delicioso que este desprende y llega hasta mis fosas nasales. Todo él es un encanto. Estoy maravillado.

Alcanzo a depositar un suave beso en su cuello antes de que me aleje gentilmente y vuelva a conectar nuestros ojos. Lo interrogo con la mirada, pues no ha celebrado una victoria, pero tampoco se ha quejado por una derrota.

Y Jungkook sonríe de esa adorable manera que sólo él sabe hacer.

Dejo caer atrás la cabeza sin contener mi risa estrepitosa, mi bonito rubio me imita de una manera más baja y luego siento cómo deja un beso en mi clavícula, para entonces abrazarme por la cintura atrayéndome a él. Yo por mi parte sigo tocando su cabello y dejo reposar mis labios sobre las rubias hebras un momento antes de hablar. —¿Es en serio, Jeon Jungkook? Derrota tras derrota y el único incentivo que necesitabas era tenerme sobre tus piernas... Oh, cariño, debemos mantener una mejor comunicación.

Él ríe de manera tímida sin querer despegar su rostro de mi pecho y yo no lo obligo. Me gusta esta posición. Me gusta aquí.

—Normalmente no soy así. –Murmura.

—¿Así? ¿Así de atrevido?

Gruñe, finalmente mirándome. —No suelo tener a un chico hermoso dándome esas caricias, y a milímetros de mí todo concentrado indicándome lo mejor que puedo hacer para ganar una partida de entrenamiento... Con esa voz que me vuelve loco. –Se muerde ligeramente el labio y no me puedo resistir en llevar mi índice hasta este, continuando con mis caricias. Kook sólo sonríe comprobando su punto.

—Eres demasiado bello. No logro tener mis manos lejos de ti. Pero, ¡Hey! Ganaste. No me molestaré si comienzas a idolatrarme como un amuleto de buena suerte.

Su sonrisa sincera vuelve. Ésta vez él recorre mi espalda suavemente y siento el cariño en cada toque. —Mi Jinnie de la suerte.

Tomo su rostro y pego mi frente con la de él, ambos cerramos los ojos. —Estoy muy orgulloso, pero tendrás que lidiar con esto sin mí porque el día de la competición yo estaré al otro lado de la pantalla jugando desde mi casa.

Se queja guturalmente, pero pronto me roba un beso rápido y lo siento reír sin sonido, es tan adorable. —Tienes cinco semanas para convertirme en todo un maestro. Y ahora sabes cómo aprendo más rápido.

Sonrío rosando nuestras narices, Jungkook suspira relajándose y mi sonrisa se ensancha al haber descubierto otra de sus debilidades. —Entonces te entrenaré día y noche, dalo por hecho. –Culmino antes de unir nuestros labios nuevamente.

Competitivo [jinkookjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora