Prision Escape

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Kohaku gruñó de dolor cuando la arrojaron con fuerza dentro de una nueva celda, más sucia y más pequeña que en la que estuvo las últimos días.

-Espera tu ejecución aquí, perra.- el guardia rió maliciosamente al verla mirándolo con rabia. -Te dejamos con un compañero masculino, tal vez él si pueda divertirse contigo o se maten entre ustedes antes de tener que ir a la horca.- se marchó mientras se carcajeaba ruidosamente.

Ella se tensó de pies a cabeza, mirando asustada a su compañero de celda.

Como era de noche no había ningún tipo de iluminación que no sea la tenue luz de la luna, pero aún así vio sus profundos ojos rojos observándola atentamente, analizándola.

No pudo evitar estremecerse. ¿Querría violarla? No parecía muy fornido, pero podría estar armado por lo que sabía.

Su único consuelo de tener que morir era poder hacerlo con dignidad, pero todo habría sido por nada y no se le podía ocurrir peor manera de morir que siendo violada por un prisionero el día antes de su ejecución. Sería como si todo lo que lucho no hubiera valido nada, e inevitablemente sintió miedo.

-No me mires así.- la voz del hombre la hizo retroceder de inmediato al otro lado de la celda. -No soy un violador, chica. Y por lo que escuché de los guardias antes de que te trajeran tú y yo estamos aquí por el mismo bastardo corrupto y no porque lo merezcamos.- eso la hizo abrir mucho los ojos.

-¿Estás aquí por Ibara?- lo miró desconfiada, sin querer bajar su guardia.

-Me acusó de brujería por estar curando enfermos en este reino de mierda.- rió entre dientes. -Y por lo que escuché, tu único pecado fue no dejarte violar por ese miserable repugnante. No tienes idea de lo feliz que me hizo saber que le rompiste la nariz.- rió con más entusiasmo.

-¿Curas enfermos?- a pesar de todo lo que dijo, eso fue lo que más llamó su atención.

-Depende lo que tenga el enfermo, pero he heredado años de conocimiento médico y estudiado años por mi cuenta. ¿Estás enferma o tienes un ser querido enfermo?- de pronto la miró con compasión.

Y esos ojos compasivos la hicieron relajar su postura finalmente, aunque sea un poco.

-Mi hermana está enferma... creí que trabajar en el palacio me daría más dinero, pero acabe con un intento de violación y una sentencia de muerte por defenderme.- se mordió el labio con frustración.

-Bueno, podría verla y tratar de curarla.- dijo casualmente, a lo que lo miró sin humor.

-¿Cómo, exactamente? Vamos a morir mañana.- pensándolo bien no debería confiar en este tipo. Parecía estar loco.

-Ah, sí, sobre eso...- de repente sacó una pequeña vela que iluminó muy bien su sonrisa maniática. -La verdad es que no tengo planes de morir aquí ni en diez billones de años.-

-¿Billones?- ladeó la cabeza. Nunca había escuchado esa palabra.

-Es una nueva forma de designar cierta cantidad muy elevada de números, es mucho más que millones.- dejó la vela cuidadosamente en el suelo.

-¿De dónde sacaste la vela?- se suponía que no podían tener nada menos ropa y cosas de higiene.

-La hice con jabón y cuerdas de mi abrigo.- murmuró distraídamente, rascando su oído con el meñique.

Kohaku lo miró seriamente.

-¿Por qué dices que no morirás aquí? ¿Planeas escapar?-

-Hasta que al fin preguntas por lo más importante.- rió entre dientes. -Exacto. Me voy a largar de este lugar antes del amanecer. Y tú vendrás conmigo.-

Death SentenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora