_Cuarto.-

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Las lágrimas saltaron de los ojos de Jin, porque ese hombre era grande, demasiado grande para él

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Las lágrimas saltaron de los ojos de Jin, porque ese hombre era grande, demasiado grande para él. Pero lo deseaba, lo deseaba sin cordura y anhelaba lo poseyera de mil formas posibles.

NamJoon entró en él, lento, sintiendo las carnes de su apretado anillo lleno de terminales nerviosas, abrirse paso, deliciosamente para él. Tomando consigo la virginidad de tan bello muchacho. Y cuando hubo entrado hasta que la empuñadura de su falo llegó al fin, suspiró con ganas. Jin se aferró a sus brazos, arañándolo con gusto, mientras su frente se apoyaba en el pecho ajeno. Se sentía tan lleno, más de lo que había podido imaginar. El Berserker trató de aguardar, de verdad que trató, pero sus ansias por el joven eran tan altas y descomunales que despertaba hasta lo más infernal dentro de sí. Así que deslizó su miembro fuera con ganas y arremetió contra él con el doble de ahincó. Jin chilló al sentir tan tremendo dolor y golpe, abriéndolo de tajo por completo. NamJoon gimió gustoso.

Una furia ardiente invadió a Jin cuando osó quererlo besar, y cuando se hubo acercado para hacerlo Jin arremetió contra él haciéndolo apartarse por el repentino rodillazo en su abdomen. Lo tiró del otro lado de la cama, el Laird cayendo de espaldas contra el filo de esta y Jin se le fue encima. Lo iba a matar, estaba dispuesto a hacerlo.

Se colocó sobre él, setado en su abdomen, piernas lado a lado y sus manos ágiles y furiosas viajaron al cuello ajeno, apretándose con fuerza ahí. Alrededor de este. NamJoon siseó ante la falta de respiración, sus iridiscentes ojos apenas vascilaron en el otro. Lo tenía inmovilizado y...

Vaya, le gustaba.

Jin apretó con ganas, su rostro rojo por la rabia. El cuerpo tenso pero, excitado, sí estaba bastante excitado. Aún cuando de entre sus piernas se cernía un fino hilo colorado de sangre y suy propia humedad, manchando el abdomen del adverso bajo él.

–¡Te mataré, maldito! – Le dijo siseando de pura rabia. NamJoon sonrió complacido y burlón, algo que le pareció descabellado al menor y acrecentó más su furia.

–Och, muchacho... ¡Anda, hazlo! –Incentivó con dura y vacilona mirada, mientras hablaba entrecortado por la falta de aire. Llevó una de sus palmas a acariciar la cintura del joven Jin, mientras que la otra iba entre ambos y alzaba un poco el cuerpo del menor para tomar su longitud, aun dispuesta, y la guió entre las nalgas del otro, hasta que hubo encontrado su centro y se hundió en él con ganas. Jin apretó el agarre, pero no se removió de la caliente carne exquisita del otro; gimió sonoramente por el contrario, pues el mero acto le vino con intenso placer. Su cuerpo tembló al sentirlo de esa forma, lo hizo tiritar con gusto y su vista se volvió ciega por momentos. NamJoon gimió con poco aire, pero santo Cristo, que el placer que le estaba proporcionando Jin, era simplemente espectral y sin dejar de lado que le estaba asfixiando en defensa propia, dándole al acto un aire de salvajismo vivo y sensualidad que lo ponía más duro de lo que ya estaba.

Lo hizo suyo. Lo penetró con rudeza y luego con suavidad. Lo despojó del camisón para mirarle ese bello cuerpo perlado por la luz lunar. Le encantó su mirada, entre rabiosa y colmada de placer mientras se encargaba con afán de subir y bajar deliciosamente por su falo. Jin no parecía ceder en su agarre, pero que no lo hiciera, NamJoon no lo necesitaba pues le estaba proporcionando placer descomunal, justo como demandaba su trascendental alma.
NamJoon le apartó las manos del cuello lentamente, mirándole fijo, Jin tenía fuerza y no dudaría en invalidarlo de nuevo. Se dejó hacer, pero el pecho del Berserker resultó afectado pues las uñas le acariciaron sin cuidado la piel de los pectorales hasta dejar rojizas y sangrantes líneas. A la vez que apartaba las muñecas, se fue sentado, para estar más cerca del muchacho, dejando así sus palmas en sus hombros de donde Jin se aferró inmediatamente. NamJoon lo rodeó con un brazo por la fina cintura y más hondo se hundió en él. Jin chilló de puro gusto cuando esos espectrales ojos iridiscentes se postraron sobre él, mirándole con fervor.

Un cúmulo de sensaciones ardorosas, placenteras, se fue agrupando en su zona baja del abdomen y el Berserker al sentir como aquellas cálidas y mojadas paredes se ceñían alrededor de él con potencia; aumentó sus movimientos dentro del chico, llenando aquel espació de sonidos mojados y chillidos hasta que lo hizo explotar con ganas. Jin gritó ante la sensación de su cuerpo arder en un placer extraño, uno que nunca había experimentado pero que se sentía tan bien. NamJoon lo retuvo cuando su cuerpo convulsionó contra el de él y se vino dentro de su amante con potencia, al verlo derramarse así en su abdomen, al verlo alcanzar el nirvana tan exhaustamente buscado.

Jin con la respiración agitada, permaneció en el pecho del otro tratando de recomponerse. Cavilando entre si apartarse o quedarse ahí.

Pero al final su realidad lo golpeó a la cara fuertemente y se apartó de él bajando de la cama. Un fuerte bofetón fue lo que recibió su acompañante de cama. Maldito, lo odiaba, lo había tomado y él había cedido ante sus provocaciones, ¿Cómo se casaría ahora con Rickh si otro maldito ya le había desvirgado?
Estaba furioso, realmente furioso. El Berserker lo miró con extrañeza mientras se vestía de nuevo un kilt y ropa adecuada para no seguir desnudo ante la vista de ese cretino de iridiscentes ojos. Estaba amarrándose los cordones del kilt cuando sintió algo caliente bajar por sus piernas y sin más llevó su vista hasta la zona. Donde se dio cuenta de un par de hilos borgoña descendiendo y manchando su perfecta piel nívea. Sangre, era sangre. Se quedó petrificado muy consciente de que tenía la mirada del otro sobre él.

El Berserker al verle tan afectado, se removió entre las pieles y se paró tomándolo por los hombros y girándolo para que lo mirase a la cara. Jin sollozó y algo en el pecho del mayor se comprimió asfixiándole.

– Och, muchacho, para de llorar – Recriminó suavemente mientras lo sujetaba contra su pecho y le acariciaba el cabello. Jin por primera vez se aferró al cuerpo del otro con ahínco, sintiendo el excedente calor corporal y la suave piel contra su mejilla; escuchando el martillar fuerte y pausado del corazón adverso, digno de un guerrero. "Regrésame a casa" musitó Jin en gaélico, sabía que el hombre lo entendería –Sabes que no puedo hacerlo, muchacho. Serías la deshonra para tu Clan, te he tomado y eres mío. Si te devolviese te obligarían a casarte conmigo y serías más infeliz de lo que ahora ya eres –La intención del hombre no era hacerle sentir peor de lo que ya se sentía, pero Jin sabía de sobra que tenía razón. Y también tenía culpa, porque de alguna manera deseó con todo su ser, que ese ser de espectrales e iridiscentes ojos, le poseyera. Se sentía culpable por haberle faltado al Clan, por haber cedido tan pronto ante la más mínima tentación, pero, de alguna manera, algo le decía que estaba bien.

Jin miró a los ojos al hombre, tratando de calmarse, esos ojos que prometían haber visto civilizaciones caer y alzarse de nuevo. Ese hombre no era común... No era un hombre. Una palma de él se alzó frente a sus ojos y de esta, llamas azuladas comenzaron a brotar. Jin se quedó estupefacto. Magia, una magia potente y letal desbordaba ese hombre. Aquella palma descendió y fue puesta en su abdomen bajo. El calor de las llamas penetro hasta sus interiores heridas, esas que sangraban, y remedió ajustando todo en su lugar y parando el sangrado. Así lo sintió Jin, quién con un leve gimoteo y mareo se dio cuanta de que le había curado.

Había escuchado de antiguos celtas que practicaban la magia, oscura y benéfica, y al parecer este era uno de ellos. La conmoción le vino encima, era extraordinario y a la vez abrumador.

Y como esperaba, Jin no volvió a ver a su familia nunca más. Aunque extrañamente días más tarde tripulantes del navío desaparecieron; TaeHyung, Suga y HoSeok. No tenía la certeza de nada, pero, de alguna manera el Berserker le había dado indicios con pocas palabras de que aquellos tres hombres estaban bastante interesados por sus hermanos. TaeHyung por JungKook, Suga por Jimin y HoSeok por Milena.

Amanat fue la ciudad próxima, esa bella ciudad de donde su acompañante era procedente, esa ciudad que cada noche era cubierta por el fino manto de estrellas en el cielo, pues se decía que era la ciudad que más cerca estaba de este y bajo aquella noche estrellada un día muy espacial, Jin dio su votos de casamiento al Berserker que lo alejó de la manera más abrupta de las personas que más amaba, pero que de alguna manera lo estaba haciendo sentir más vivo que nunca. Ese hombre, que no era un hombre, dio sus votos de eternidad para él.

–Sólo cuando la última estrella deje de brillar, mi amor por ti morirá. Mientras tanto, mi alma, junto con la tuya trascenderán, en esta vida, en la siguiente y en más. No habrá poder humano que lo ropa, ni ahora ni nunca jamás –Y aquellas palabras marcaron la pauta para la eternidad. Sus palmas y sus frentes se unieron y NamJoon entregó parte de su inmortal alma al joven chico, su alma gemela, su otra mitad.

Y así el viaje comenzó...


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_SIGLO XXI_

Jin se removió entre los edredones, cuando los brazos del sol luminoso y cálido le abrazaron provocándole ardor e incomodidad. Abrió sus ojos lentamente, encontrándose en el cuarto de blancas paredes y bello decorado. Se talló los ojos con vehemencia tratando de olvidar ese sueño tan extraño, que cada noche hacía uso de presencia. Pero que no era más que el más ínfimo de sus recuerdos. Se enderezó un poco en la cama y se quedó tieso al denotar, que, recargado al ventanal; con ese perfecto traje de punta ceñido a su cuerpo, cabello bien peinado y recogido en un pequeño bulto tras la nuca, zapatos italianos, bellas facciones; yacía ese hombre de iridiscentes ojos lobosos, hundido en la cotidianidad de una taza humeante de café en su fuerte mano, bebiendo de esta tranquilamente mientras le miraba.

A Jin se le colorearon las mejillas, puesto que, mientras el hombre estaba perfectamente vestido para el trabajo, el estaba desnudo entre las mantas, producto de la placentera noche que le había proporcionado ese hombre.

–Buenos días, SeokJin –Le dijo en su barítono el Berserker. Jin sonrió, ¿Cuándo podría hacerse a la idea de que no era un sueño? De que había trascendido eones junto a aquel hombre y cada día su amor por él se intensificaba, tal como había prometido.

–Buenos días –Respondió de regreso Jin en aquel idioma, gaélico antiguo, que solo ambos conocían desde el principio de los tiempos y la humanidad. NamJoon sonrió y acunó la mejilla del otro cuanto llegó este a su lado, arrebatándole la taza de café y bebiendo gustoso de ella, como si no supiera que era una de las cosas preferidas de su amado. Jin miró hacía aquellos ojos que habían visto ya tanto como él, le sonrió agradecido, no solo por su presencia, imponente y viril, sino por lo que aconteció a su historias. Pues permitió también a su familia la eternidad y sus hermanos se casaron con los marineros del otro y sus padres perdonaron la masacre que el Berserker en su sed de poder implantó en la aldea aquella noche en busca de su ser especial.

Porque estaba seguro que cuando la última estrella se apagase en el universo y él se sumiera en un sueño eterno, solamente en ese momento y no más, dejaría de amarle.


_FINALE~

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_JICAROOYONGxGLEZJIV_

~*BERSERKER*~ (𝘕𝘈𝘔𝘑𝘐𝘕).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora