PRIMERA PARTE

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El antifaz le hacía ocultar aquellos ojos profundos, tan negros como un pozo sin fondo, ocultando cada una de sus emociones y en especial el desagrado que estaba experimentando en aquel momento.

Acababa de firmar un contrato importante, sabiendo que vendría de maravilla para su empresa y que las ganancias se multiplicarían el triple y la popularidad subiría de seguro. El único problema que tenía —y le causaba un gran dolor de cabeza— sería que, aquellas ganancias debía de compartirlas con su empresa enemiga que, tras firmar un simple pedazo de papel, había pasado a ser ahora socios de su negocio

Pero el mayor problema era él. Y de haberlo sabido no hubiese jugado aquellas cartas.

—Esto es ridículo.

El chico de cabellos rubios sostuvo la mirada de su jefe y una baja risa se escuchó por su parte. Jeno, quién se encontraba en frente del espejo, notó como una mueca burlesca se hacía presente en los labios de su asistente.

—¿Qué hace tanta gracia, DeJun? —reprochó, y su voz salió más ronca de lo común, haciendo que las manos del chino temblaran y el nudo que hacía en la corbata de Jeno se desarmara de nuevo—. Hazlo otra vez.

—No entiendo porque se preocupa tanto, señor Lee —DeJun comenzó nuevamente el nudo de la corbata en busca de no mirar a su jefe—. Sé que no está interesado en las fiestas y mucho menos sin que combinan el profesionalismo del trabajo, pero podría verlo como una oportunidad para relajarse. Últimamente ha estado muy tenso desde que llegó él.

Jeno tensó la mandíbula y sus dientes se escucharon rechistar cuando murmuró una maldición. DeJun sabía que debía mantenerse callado y cuando la corbata ya estaba perfectamente arreglada, intentó no mirar hacía el frente, no queriendo ver la expresión sombría que Lee poseía.

—L-lo lamento, señor Lee, sé perfectamente que no le gusta hablar de esto...

—Me estresa demasiado que me llames así, XiaoJun —DeJun tragó saliva al imaginar la sonrisa que Jeno mantenía.  Respiró hondo y deseó no sonar inestable cuando decidió responder.

—No... no sé a que se refiere.

No quería mirarle, aunque sus ojos estuviesen escondidos tras el antifaz, DeJun sabía el poder que Jeno tenía sobre él. Sus ojos viajaron hacía el tatuaje de dragón que marca su cuello y la línea de su mandíbula.

Quería tocarlo, delinear las líneas del tatuaje hasta llegar a su mandíbula, sus dedos cosquilleaban y maldecía internamente por sus deseos.

—Sí sabes —espectó. Su mirada sobre el rubio a sabiendas de lo que causaba en su asistente—. Me hablas como si no hubieras gemido, gritado, suplicado mi nombre un millón de veces... XiaoJun.

Jeno mantuvo su compostura a pesar de querer sonreír con sorna y sacudió el saco color rey que tenía puesto. En cambio, DeJun se mantuvo en su lugar, intentando procesar las palabras que habían salido de quién era su jefe y en algún momento, un apasionado amante.

Lee Jeno era un hombre empeorado, por definirlo en cuánto a una sola palabra se refiere. Es elegante, casi el típico empresario multimillonario, si tuviese treinta años, incluso casado y con hijos, una hermosa familia al igual que una casa y un estable trabajo del cuál gozar.

Pero no, Lee Jeno solo era una persona de veinticinco años que se vio arrastrado a la empresa familiar cuando su padre murió, teniendo dieciocho años sin saber cómo manejar un alto negocio al igual que un cargo como el de ser un jefe, Jeno cedió a olvidar parte de su adolescencia para convertirse en lo que es ahora.

Un perturbado.

—Bien. Lo supuse —comentó. DeJun había quedado estático en su lugar sin siquiera soltar una sola palabra e incluso, parecía como si respiración se hubiese detenido. Jeno dio una última mira al espejo, perfecto—. Ya debo irme, ¿ha llegado el chófer?

After Midnight. | nomin TWO SHOT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora