Ámame, por favor

Título: Ámame, por favor.

Parejas: Noremma, unilateral.

Principal: Norman.

Disclaimer: Yakusoku no Neverland/The promised neverland no me pertenece en ningún aspecto, créditos a Kiau Shirai. Posiblemente OoC. El contenido a continuación no tiene nada qué ver con la serie original, es creado sin fines de lucro.

***

Era solo un niño.

(un, dos, tres,

el baile comenzó).

Era un pequeño ser de luz, viviendo feliz en ese lugar que se le asignó para crecer. No importaba el hecho de haber sido abandonado por sus padres, él era feliz en ese lugar donde lo que nunca le había faltado era el cariño.

Tenía todo en ese lugar; un buen ambiente, un lugar para jugar, comida deliciosa, amigos que lo apoyaban y una madre que lo amaba. Llevaba el tipo de vida que cualquiera querría. Nunca había tenido la oportunidad de conocer la soledad, pues, a su lado siempre estaban un par de ojos esmeralda y una antena color naranja tratando de hacerlo reír y verlo un poquito más feliz.

Era esa chica, la que brillaba casi tanto como el mismo sol. Sus mechones anaranjados le parecían tan cálidos y suaves que, a pesar de nunca haberlos tocado podía sentir la suavidad y la rebeldía de estos, eran iguales a la chica que los poseía.

Eran sus ojitos esmeralda, esos que le parecían tiernos cuando se dejaban ver. Ella hablaba con la mirada, era muy fácil entenderla por medio de esta, si estaba enojada, triste, contenta—

 No importaba, él siempre podría saber como estaba la chica de ojos esmeraldas siempre y cuando esos orbes lo miraran.

Era su característica sonrisa radiante. La chica siempre andaba con su sonrisa bien marcada, corría de aquí para allá, sin pensar en más. Vivía su vida conforme pasaba y eso le permitía ser optimista todo el tiempo. Ella sonreía a pesar de lastimarse, a pesar de las adversidades,—

a pesar de que realmente no tuviera ganas se hacerlo.

Eso era admirable.

Era solo un niño, y la amaba.

(cuatro, cinco y seis,

a ella la invitó)

— Emma, mírame. Por favor — Murmuraba con su voz siendo amortiguada por la almohada. Quería que esos orbes verdes lo miraran a él y sólo a el.

Era egoísta, lo sabía. Quería a Emma para él, eso era demasiado para él. Pero, la quería tener a su lado, no importaba si tenía que pagar un precio, cualquiera estaría bien si eso lo hacía capaz de mantenerla a su lado.

Su sonrisa era algo que a él le encantaba. Podría pasar día, tarde y noche observándola, apreciando cada detalle de su rostro al sonreír. Sus párpados arropando sus ojos, sus mejillas coloreadas con rojo, su antena moviéndose rápidamente de un lado a otro y sus dientes aperlados mostrándose sin vergüenza ni temor, le parecía hermoso ese conjunto. Fingía no notarlo pero lo hacía, cada que Emma sonreía, él solo quería que el tiempo se pasmara y la pudiera contemplar como la pieza de arte que ella era.