Prólogo.

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Estaba aterrada y él solo me miraba.

Me miraba con remordimiento, confusión y dolor.

─No lo puedes decir en serio ─dijo ─ ¿Lo de anoche no fue nada?

Quería gritarle que lo de anoche lo había sido todo, todo aquello con todo lo que fantaseaba, pero lo que había pasado era culpa de él y lo sabía.

─Me trajiste aquí a la fuerza ─dije ─ y por tu culpa no pude estar ahí, no pensarás que lo he olvidado ¿o sí? ─le solté con rabia.

Y ahí estaba, esa mirada que creí jamás ver en su rostro, culpabilidad y tristeza. Pero de repente se enderezó y tan pronto como esa mirada había llegado, se fue. Ahora me miraba con escepticismo. No pude soportarlo.

─Mañana por la mañana te irás ─dijo con rudeza.

No entendí sus palabras, ¿me iría? ¿No eso era lo que quería? Ya no importaba.

─ Espero ir por ti ─ susurró.

Lo mire con confusión.

─ ¿De qué estás hablando?─quise saber.

Me miró y ya no era el hombre que había entrado por esa puerta, ahora todo en el indicaba peligro. Se dio media vuelta y salió de mi habitación sin darme una última mirada.

Tan pronto como se cerró la puerta, me di cuenta que me había equivocado. Ahora lo tenía claro.

Cautivada // Michele MorroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora