El bullicio de la gente resonaba en el nuevo pueblo que había encontrado luego de caminar por algunas horas. Para su suerte, su nueva acompañante estaba dormida así que podía pasar por las calles sin llamar la atención de alguien.
—Aunque dudo mucho que sepan quién soy —pensó mientras ingresaba a una librería, dudaba que supieran que fuera él quien causó la destrucción de algunos pueblos alrededor del país del viento, después de todos, tampoco es como si hubiera dejado testigos.
Paso su manos por los estantes llenos de libros, rozando levemente las cubiertas, hasta encontrar lo que estaba buscando.
Escucho un vago balbuceó por parte del bebé que llevaba cargado en la espalda, indicando que pronto se despertaría de su sueño. Sasori suspiro, tomando los tres libros, se acercó a pagar por ellos, recibiendo algunas miradas de la chica encargada.
—¿Podrías hacer tu trabajo en lugar de mirarme de esa manera? —dijo con el ceño fruncido, tenía demasiada prisa como para perder el tiempo con los coqueteos de esa mujer.
Luego de dar un pequeño paseo por el pueblo, no pasó mucho tiempo cuando por fin se encontraba en un pequeño departamento, había decidido pausar su búsqueda sobre el arte por un tiempo. Ahora tenía que hacerse cargo del pequeño ser que aún permanecía dormido en la cama.
Miro los libros que anteriormente había comprado.
Guía de padre primerizo
Era el título del primer libro que tomo, realmente era la primera vez que cuidaba de un niño, pero tampoco era tan idiota como para no evitar que se muriera a su cuidado. Suspiró, comenzando a leer las instrucciones y consejos que relataban las páginas.
Pronto, el llanto de la niña llamó la atención del pelirrojo al instante, dejando de lado el libro, se acercó a ella para tomarla en brazos, meciéndola lentamente para intentar calmar su llanto.
—Debes tener hambre —murmuró, acercándose a la cocina para comenzar a preparar la fórmula de leche que había comprado en su pequeño paseo por el pueblo. Por supuesto había comprado más cosas que le servirían para cuidar de su nuevo acompañante, agradecía haber visto a su abuela cuidar de niños de vez en cuando.
—Al menos no eres tan ruidosa —dijo mientras agitaba el biberón y comprobaba la temperatura de la leche, luego de que se asegurará de que estuviera en el punto adecuado, comenzó a darle de comer.
El pelirrojo miro con detenimiento al blanco cabello de la niña, aquel hombre no se parecía en nada a ella, no entendía que porque se encontraban en medio del desierto. ¿La había robado? ¿Escapaban de algo? Tampoco hubo una madre, se había quedado hasta el amanecer esperando para asegurarse si no había alguien más que se hiciera cargo de ella.
Ni siquiera entendía porque la tenía consigo en ese momento, nunca dudó en matar a adultos y niños cuando destruía los pueblos cercanos a Sunagakure, había algo extraño en la niña, como si le dijera que debía protegerla.
—Soy nuevo en esto, pero voy a cuidarte —miró con ternura ante los ojos color almendra que lo miraban fijamente— Ya que te quedarás comigo, debería darte un nombre.
La menor comenzó a levantar una de sus manos intentado alcanzar el rostro del pelirrojo.
—Belleza eterna —murmuró acercando su rostro permitiendo que la menor le tocará—, Belleza duradera... Kumi te quedaría bien.
Un momento tan simple, que solo él recordaría y guardaría en lo más profundo de su corazón, el primer momento en que sintió nuevamente aquella calidez que había perdido junto a sus padres.
Sin embargo, apesar de que un corazón comenzaba a recuperar calidez, dentro de la aldea de la hoja, dos corazones se llenaban de desesperación.
—¡¿Porque demonios no estuviste aquí?! —gritó entre llantos, luego de que despertara de su sueño, lo primero que vieron sus ojos fue al hombre que se encontraba sentado a su lado, solo era un vago recuerdo, tan borroso y confuso, pero recordaba que su hija había heredado la cabellera de aquel hombre.
Jiraiya no se atrevió a responderle, lo sabía mejor que nadie, había llegado tarde, si tan solo se hubiera apresurado en llegar a la aldea, quizás su hija no hubiera desaparecido, Tsunade no estaría sufriendo, él no estaría culpandose de todo lo que había ocurrido.
—¡Hazte a un lado! —empujo al hombre mientras se levantaba de la cama, aún sentía su cuerpo adormecido, tanto era su deseo de encontrar a su hija, que obligó a su cuerpo a moverse.
—¡No puedes salir de esa manera, Tsunade! —detuvo a la mujer tomándola del brazo, y ante ello recibió la furiosa mirada de la rubia— ¡Lo sé! ¡Se que debí estar aquí! ¡También me duele la desaparición de nuestra hija! Yo... —sus gritos se fueron apacigüando lentamente— Lo lamento...
Si tan solo esas palabras remediaran algo, pero era imposible volver al pasado, la realidad no cambiaría tan fácilmente.
—Sueltame. —ordenó, Tsunade— Iré a buscar a mi hija.
Finalmente la fémina fue liberada, dedicando una última mirada al de cabellos albinos, salió de la habitación. No pasó mucho tiempo para que él también abandonará el lugar, no podía dejarle todo a Tsunade, él también debía buscar a su hija.
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Belleza Duradera
Fanfiction❝Una flor se marchita, el amor se termina, la vida se acaba. Pero se que tu belleza será eterna, tal como tu nombre lo dice, mi amada Kumi.❞ © Todos los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto, Kumi es el único personaje que me pertenece y se...