Nota de escritor: Antes de comenzar a leer, reproduce el video de arriba en 0.75x de velocidad. Si quieres. Escribi esto con ese tema en mente.
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Soy una melodía sonando en un salón vacío.
Sonando y sonando y con cada nota muriendo. Acercándome más y más al final de mi canción. Sonando para ningún público. Sin nadie cerca para oírme, mi hermosa melodía se desperdicia y en silencio muero.
Como tantas otras canciones que no llegaron a ser escuchadas. Mis notas se pierden en el eco del gran salón.
Mis notas rebotando por las paredes y el suelo resuenan con gran magnitud. Mi melodía no puede viajar más allá de este lugar.
Imposible de llegar a los oídos de los espectadores me dedico a entonar mi canción con gran entusiasmo, aunque cada nota me acerca al final. Solo yo y el sonido, el eco de mi canción.
En este piano desgastado, mi música es lo único que le da vida. Siento felicidad, mi música es hermosa, aunque no haya nadie para oírla, más que aquellos muebles que adornan este salón, y las sillas cuyos asientos quedaron vacíos a la expectativa.
Mi hermosa melodía suena y suena, aunque el inevitable final se acerque. Notas felices, notas tristes, notas iracundas, notas melancólicas y angustiosas, notas con potencia, notas orgullosas, todas ellas y más producen un sonido hermoso, pero nadie más que las sombras de los muebles y asientos que bailan con la poca luz de salón conocen.
Toco para mí, toco para ellas. En el gran salón vacío sobre este piano dejo mi melodía, pues este salón soy yo, pues este piano soy yo, pues esta melodía es la que nunca será escuchada, pero yo soy su compositor y merece ser tocada.
Aunque llegue su final y muera en silencio. Aunque nadie la haya oído mi hermosa melodía dio un estupendo acto. Desde principio a fin, en todo momento contemplo su existencia y aun sabiendo que el silencio del final la alcanzaría prosiguió con sus notas dejando su música impregnada en estas paredes.
Pues al final fui creada, aunque nadie me oyera, existí. En algún lugar lejano de los oídos de las personas, en aquel salón adornado de muebles y sillas aun a la expectativa de espectadores, el eco de mi melodía aún resuena, aunque hace mucho me haya quedado en silencio.
Algún día, conservo la esperanza, de que alguien encuentre estas partituras y me de vida otra vez.
FIN
La Melodía de tu Corazón
