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Sus vagas pisadas resuenan en la mojada superficie, repleta de cientos de gruesas gotas pertenecientes a  ángeles bondadosos que, entre las grandes nubes, dejan ver una pequeña porción de la desamparada  luna en lo más alto del cielo

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Sus vagas pisadas resuenan en la mojada superficie, repleta de cientos de gruesas gotas pertenecientes a  ángeles bondadosos que, entre las grandes nubes, dejan ver una pequeña porción de la desamparada  luna en lo más alto del cielo.

El clima desastroso de estas épocas lo acompaña en su estado letargo de soledad, angustiado y triste, melancólico y deseoso de verlo nuevamente por el vacío apartamento que compartían hace tantos meses.

Camina lento, tarareando bajo y con el leal paraguas siendo sostenido firmemente en sus largos dedos pálidos. Aunque tiene frío por el poco abrigo y temblaba un poco, no le importa en lo más mínimo y salta en un gran charco de lluvia pura, suspirando, extrañando y, algo juguetón, salpicando sus jeans azule marino.

Su ilusa sonrisa decae y respira profundo, parpadeando con estrellas apagadas en sus ojos oscuros de la noche.

Ese sentimiento que corrompe su pecho, que lo hacía más lento y logra que su pobre corazón condenado lata con mayor esfuerzo, como si no quisiera hacerlo pero era obligación, se hace notar entre la nostalgia de escenas pasadas que le pesan la vida.

Hace un buen tiempo que no siente lo agradable que es sensación en la que se le revuelve el estómago, no de hambre, sino de adoración, de devoción, lealtad y fidelidad extrema; pero el hombre al que le da su amor eterno no está.

¿Cúanto tiempo debe esperar para que la luz vuelva al pueblo? ¿Cuándo sería el día en el que volvieran a verse entre pastos verdosos y soles sin nubes?

Entre tormentas furiosas, rayos desquiciados, nubes unidas y cielos sin estrellas, su estado de ánimo baja mucho más desde la partida de su amado. Ansía ver las estrellas nuevamente, ver la gran luna llegando a su ventana, invitándose a ingresar para darle vida al lugar en el que vive, iluminando el pacífico rostro del chico con el cual compartía cama todas las noches.

Su hogar se encuentra lejos, y no sabe si volverá a buscarlo o devolverle el corazón que con ingenuo permiso tomó.

Saca las llaves del bolsillo de su campera, buscando la indicada que logre abrir su humilde casita lejana a las demás, ubicada en una pequeña colina llena de verde brillante. Si bien no es tan grande como las demás, es lo suficiente para dos enamorados. O al menos lo era.

Se adentra mojado, topándose con el abierto espacio que es el living, decorado con dorados detalles y paredes neutras que lo hacen ver más pequeño. Algún día, si logra poner voluntad, lo pintaría de un color claro, como su pareja le había recomendado por aquellas épocas de construcción.

Su pareja. Las palabras suenan en su mente, repitíendose sin cesar y trayendo consigo recuerdos, momentos preciosos, tan hermosos que el llanto quería brotar, maldito de rencor falso.

Desea poder avanzar al igual que él, seguir los pasos contrarios y caminar a su lado, tomando su mano, a la par como una verdadera y fuerte pareja. Con todo el amor que le profesa, aún es incapaz de cambiar su actitud reservada e insegura; sigue tratando de aprender el amor propio y conocerse.

Still with you ♡ Kookmin O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora