Primera parte

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Me sentía demasiado cómoda, sumergida en un profundo y agradable sueño.

Jugaba con Boruto en el jardín mientras Naruto nos veía desde la ventana de su despacho, por un momento nos observamos con complicidad, él me veía con una enorme sonrisa, como si me quisiera, como si de verdad tuviera más sentimientos que solo deseo, que era lo único que hasta ahora había demostrado...

Como cada vez que soñaba con él, desperté un tanto desorientada, aunque esta vez fue diferente. La cama era demasiado cómoda, las sabanas tan suaves como si me abrazaran miles de algodones y me sentía tan calientita como si tuviera un oso cubriéndome. Poco a poco fui adquiriendo la consciencia, y no fue hasta que me percaté de una sensación en mi zona intima que vinieron los recuerdos de la noche anterior.

Me senté de golpe dejando que las cobijas se escurrieran por mis hombros y entonces me visualice "estaba desnuda en la cama de mi jefe", un tanto ruborizada tome la sabana para cubrir mis pechos y observe la recamara con detenimiento, anoche fue la primera vez que entré a este lugar prohibido. Ciertamente había paseado por cada rincón de ésta casa, pero nunca había entrado a su habitación, al cuarto que alguna vez fue de ella.

Naruto no se encontraba en la habitación, seguramente ya estaría en su despacho como cada mañana, leyendo documentos y tomando café. Trate de concentrarme en los recuerdos, en como su boca se había apoderado de mis labios y sus manos de mi cuerpo, y aun cuando deseaba solo pensar en él, hubo algo que llamó mi atención, era imposible que no me fijara, en aquel cuarto donde los grises y azules dominaban el lugar, un enorme cuadro mostraba a Boruto siendo acunado en los brazos de su madre, una mujer que a simple vista se veía hermosa. No era la primera vez que veía esas fotografías, había más por toda la casa, en realidad había demasiados retratos de ella para mi gusto, no pude evitar hacer un puchero porque aun cuando no me gustaran, yo no tenía ningún derecho de mover o sugerir quitar alguna de esas piezas.

Un pequeño lloriqueo me hizo reaccionar y como pude salí de esa comodidad de cama, no tuve tiempo de buscar mi ropa, por lo que solo atiné en ponerme una playera de Naruto que estaba sobre un sillón, esta cubrió a la perfección mis muslos y aun así decidí ponerme el short que usaba el día anterior, no había tiempo para ponerme exigente pues el pequeño requería mi atención. Salí corriendo hasta la recamara de Boruto, quien apenas acababa de cumplir once meses. Debí llegar poco después que el jefe, pues este ya estaba a un lado de la cuna tomándolo en brazos y por consiguiente haciendo que el pequeño dejara de llorar. El reloj indicaba las 8 de la mañana, era demasiado tarde, a esta hora Boruto solía ya estar desayunado.

- Hinata – me llamo el jefe y yo algo apenada me trate de excusar.

- Lo siento, no me di cuenta que era tan tarde – la risa de Naruto llamó mi atención y entonces lo visualice, se veía contento, como nunca antes lo había visto, lucía un traje a medida, aunque ahora mismo no portaba ni el saco, ni la corbata, eso le daba un toque más juvenil, se veía radiante. Y el hecho de que tuviera en brazos a Boruto lo hacía ver más atractivo.

Me mordí el labio inferior para contener el deseo que sentía por él. A mi mente vinieron recuerdos de lo sucedido anoche y seguramente mi rostro me delato, fácilmente podía ruborizarme.

- ¿Por qué no te das una ducha? – volvió a llamar mi atención, note su mirada sobre mi cuerpo, escaneando cada centímetro, y me sentí feliz, me gustaban sus miradas lascivas sobre mí. Después de ese breve momento se concentró en el pequeño que ya tenía en brazos. Estaba en lo correcto, seguramente tenía muy mala imagen, incluso iba descalza, apenada asentí y me retiré a mi habitación, la cual demostraba que no había pasado la noche en ella, la cama estaba perfectamente ordenada, todo en su lugar.

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