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Se que todos comienzan presentándose, pero eso no es necesario, no por ahora, lo único que deben saber de mi, es que todos los días me siento excluida de este mundo. Vivo en este pueblo desde que tengo memoria, mi abuela es la persona que me crió, se preguntarán por mis padres, ni siquiera yo lo sé, ya que cuando le pregunto a mi abuela sobre ellos jamás emite un solo comentario.

Les diré mi edad, tengo 18, estoy en el último año del secundario, ¿amigos?, no tengo ninguno, soy un alma solitaria. 

Sonó el timbre del final de las clases, eso me alegraba ya que podría dirigirme a la biblioteca e investigar en mis libros favoritos, se preguntarán ¿cuáles son?, les diré, son los libros de magia, fantasía y ciencia ficción, de los cuales desearía que a veces fueran reales. Ellos me hacen escapar de mi realidad, la cuál a veces puede ser muy deprimente.

Luego de leer por una hora y media, regresé a casa, ya que me sentía muy cansada. En mi transcurso a mi casa me sentía muy rara, como observada, así que decidí acelerar el paso. Llegué a casa por suerte, cerré la puerta muy rápido, y decidí observar por la ventana, no veía mucho así que me dirigí a mi habitación, dejé mi mochila y escuché un sonido desde la cocina.

Como supuse sería mi abuela preparando el almuerzo, así que me cambié por ropa más cómoda.

*:- Cordelia, ven a almorzar.- Les dije que no sería necesario presentarme, sabía que mi abuela en algún momento se encargaría de hacerlo.

*:- Aquí estoy abuela, no es necesario gritar, aún no estoy sorda.-

*:- Como le fue hoy a mi niña, te extrañé sabes.- Ella siempre tan dulce.

*:- Lo sé abuela, yo también lo hice.- Básicamente eres la única persona que tengo en mi vida, la cuál me importa y a la única a la que le importo, si supieras que no me hablo con nadie más aparte de ti, me entenderías.

Nos sentamos a almorzar, se nos pasó el tiempo, la ayudé a lavar los trastes y me fui a mi habitación a bañarme. Salí de bañarme y luego de ponerme ropa cómoda, me acosté en mi cama a leer un libro de magia que me tenía hipnotizada. Mientras lo leía escuchaba un poco de música, sentí unos golpes los cuáles des concentraron mi lectura.

Pensé que había sido la abuela, pero sabía que después de almorzar ella se acostaba a dormir su siesta, me dio curiosidad así que decidí salir de mi habitación a ver que era, para mi sorpresa cuando salí los golpes se detuvieron y no había nadie allí, lo que me hizo creer que estaba loca. Pensé que a lo mejor fue producto de mi imaginación, así que seguí con mi lectura.

Lo que yo no sabía, era que ese día, había sido el comienzo de algo, que se avecinaba a hacerme cambiar de idea sobre la realidad ficticia de mis libros.


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