Gladiatore

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Día 6: Pelea.

Desde el interior del hipogeo, Jotaro podía escuchar los gritos de la multitud, todos clamando por él. Los combates para animar al público ya habían terminado.

Era hora de salir a pelear y darle el entretenimiento deseado a aquel tirano de ojos violetas del que se había enamorado.

Cuando se unió al gremio había luchado contra todos los gladiadores que le pusieron enfrente hasta convertirse en el mejor, su abuelo Joseph Joestar quien además administraba sus ganancias y combates, lo había llevado al coliseo junto a otros para ser parte del espectáculo que el César había organizado solamente por su cumpleaños.

El César, gobernante de toda Roma organizó un evento donde durante cien días se mostrarían combates en todo tipo, desde bestias salvajes peleando entre ellas hasta el espectáculo principal con la lucha de gladiadores que podía terminar en una sangrienta carnicería.

Durante su primer combate, había vencido de manera espectacular a su oponente, su cabeza había salido rodando después de haberla cortado limpiamente con su espada. Ese día la multitud comenzó a gritar "Platinum", nombre con el que se le conocía.

También durante esa lucha había visto por primera vez al objeto de sus más bajos deseos, pelirrojo con blanca piel y ojos extrañamente amatistas. La corona de laureles sobre su cabeza junto a la mirada sin emociones indicaba el mando que aquel joven de enorme belleza tenía.

Desde ese día había ganado cada combate con mas ahínco, deseaba ser notado por el César, durante sus ratos de ocio se preguntaría como sería acariciar la piel de mármol del emperador. Soñaba con un día ser llamado por él y así poder recibir aunque sea una mirada suya.

Saliendo a la arena fue recibido con pétalos de rosa que caían a lo largo de esta, la gente grito su nombre con más emoción. Ubicándose al centro, miró al podio donde pudo ver a aquel joven, su túnica verde olivo resaltaba su rojo cabello, la dorada corona brillaba aún en la sombra.

¡Ave César, los que van a morir te saludan!—Presentó sus respetos a su emperador.

—¡Que comience la lucha!— El narrador del evento gritó, y así, tres gladiadores salieron de las puertas del hipogeo. Tomando su espada con más fuerza, esperó a que alguno hiciera un movimiento. Dos de ellos se tenían espadas pequeñas, siendo estas tan pequeñas era de suponer que seguramente se trataba de criminales condenados a muerte. El otro, tenia una lanza en su mano derecha y en la otra sostenía un escudo.

Corriendo hacia ellos, rápidamente cortó la pierna de uno haciéndole caer en el piso, ni siquiera había podido procesar lo que estaba sucediendo. No estaba muerto, pero ya no podría pelear. La lanza voló hacia él, esquivándola ágilmente llegó al otro guerrero, un corte superficial fue hecho en su brazo izquierdo. Tomando más impulso cortó el abdomen de su oponente. La sangre brotó y el gladiador cayó muerto.

Los gritos de la multitud le alentaban a que matase a todos sus oponentes, el único que quedaba de ellos había recuperado su arma.

Nuevamente quedando frente a frente Jotaro decidió esperar a que hiciera el primer movimiento, más temprano que tarde su oponente se abalanzó hacia él.

Con una técnica descuidada que dejó ver su clara desesperación intentó encajar la lanza en su abdomen. Él, volvió a esquivar esta y con un último impulso levantó su espada.

—¡Ora!— Apuntando directamente a la cabeza había terminado con el último de ellos.

Los aplausos estallaron por todo el coliseo, los gritos eran ensordecedores. Tirando su arma al piso, permaneció ahí escuchando los vítores que eran para el. Mirando nuevamente hacia el podio pudo ver como el pelirrojo tenía una de sus delgadas cejas alzada mientras le miraba.

Gladiatore «Jotakak OS»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora