Te amo

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—¡Terminamos!-exclamó emocionada la blonda, parándose del sofá con un bolígrafo en la mano-Un trabajo realmente agotador.

—Pero tendremos una nota alta como recompensa-sonrió el joven alvino.

—Tienes toda la razón-rió-¿Qué hora es?

El joven azabache de ojos carbón observó su reloj pulsera y volvió la mirada a su amiga.

—Las cinco.

—¡¿Qué?! ¡Pasó el tiempo volando! Neji, me espera en la plaza y no me he maquillado-recogió sus útiles a toda prisa-Sasuke, si tienes apetito sírvete, ¿sí? Perdona que yo no pueda.

—No te preocupes-vio la rubia perderse escaleras arriba a su habitación.

Tranquilamente se dispuso a guardar sus elementos en la mochila mostrando una pequeña sonrisa, estarían solos nuevamente y esta vez iría más lejos. Sasuke Uchiha era un joven universitario de dieciocho años que sentía un profundo amor por el padre de su amiga, Ayame Namikaze. Desde que surgió un lazo de amistad entre ellos, se reunían en el hogar del otro. Sasuke quedó embelesado al conocer a Naruto por primera vez, un apuesto rubio de ensueño. No le interesaba la gran brecha de edad que había, el gustar poco a poco se transformó en amor y no pasó mucho que el menor hizo caer en sus garras al adulto de treinta seis años.

Sasuke era apuesto, misterioso, un tanto amargado, presumido pero tenía un buen corazón. Y Naruto pudo verlo, pero pese a ello, huía del joven Uchiha en cuento tenía la más mínima oportunidad. No quería arruinar la vida de un chico que tenía una larga vida por delante, él era un viejo que cada día perdía un poco de su juventud. No podía, no debía caer en ese amor tan tentador.

—No entiendes que te amo-susurró cerrado en sus propios pensamientos.

No habían ido más allá de apasionados y cariñosos besos. El moreno se imaginaba toda una vida con él, una vida de amor y que Ayame aceptase su relación con su padre. No quería a otro hombre en su vida, si no podía ser su rubio, prefería morir solo.

—¡Me voy!-bajó las escaleras sujetando una pequeña cartera ya con los ojos delineados y labios pintados-Mi novio me va a matar si tardo.-rió.

—Típico de él-sonrió.

—Perdona que te deje así sin más-se lamentó-Papá está durmiendo. ¿Quieres que te acompañe a la parada?

—No, está bien. Ve tranquila que yo me arreglo.

—Mil gracias-le besó la mejilla-Dile a papá si despierta que fui con Neji al parque de diversiones.

—Como ordene, damita.

Vio a su amiga salir corriendo por la puerta, se dispuso a cerrarla. La casa estaba silenciosa, habían acabado con la tarea, pero no se iría aun. Su rubio no despertaba desde la llegada de su trabajo y ansiaba besarle con todas sus fuerzas. Ahora que Ayame no estaría en casa, había llegado el momento de demostrarle a ese idiota que él iba en serio y quería estar a su lado. Subió las escaleras ansioso y necesitado del amor que solo ese hombre podía proporcionarle. Sabía perfectamente cuál era su cuarto, entró sigiloso, la puerta estaba entreabierta, sus ojos admiraron la dulce imagen en su interior.

El blondo descansaba en la cama tendida con una camisa blanca entreabierta y unos pantalones negros ajustados. El saco estaba tirado sobre la alfombra junto con la corbata y el calzado, él dormía plácidamente. Se acercó más a la cama matrimonial y su mano rozó con suavidad el hermoso rostro llegando a tantear los carnosos labios que le invitaban descaradamente a ser besados con descontrol.

No importa la edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora