Parte 1

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El celo de un Alfa

PARTE PRIMERA 


La villa de Konoha ha dado a luz siempre a sobresalientes clanes, los cuales con el pasar de los siglos la han hecho prosperar y convertido en una gran potencia. El más antiguo y que llevaba las riendas de la villa era el clan Senju, conocido por la superioridad de sus betas en comparación a los promedio; y, de esta manera, ellos eran los que se encargaban de regir al resto.

Pero mejor centrémonos en el numeroso y reconocido clan Uzumaki, el clan perteneciente a la madre de nuestro protagonista.

Con una cantidad inhumana de miembros por la increíble fertilidad tanto de sus alfas como de sus omegas, el clan Uzumaki se erguía como una de las familias más importantes de la villa. Era liderado por la fortísima e incansable Uzumaki Kushina, una mujer alfa que reunía en sí todos los rasgos característicos de los suyos: espíritu luchador, lealtad y energía inagotable, junto con los rasgos físicos más propios como su pelo rojo llameante o sus intensos ojos grises. Todo el clan poseía como característica propia aquello, junto con la piel bastante clara que hacía resaltar más sus rasgos naturales.

O al menos todo el clan era así antes de que ella se enamorara y se casara con Namikaze Minato, un omega que en seguida le dio a su primogénito al que, después de saber que era alfa, le cedería el puesto de líder del clan cuando ella se retirara. Era la primera vez desde los inicios del clan con Uzumaki Mito que el jefe de los Uzumaki sería un alfa varón, pero realmente ese no era demasiado problema. El problema con el resto de su gente fue más bien que había roto con la tradición estética de su clan nada más nacer; y sí, como más tarde la jefa de la aldea diría entre risas, ese niño del demonio había nacido sin duda para poner las cosas de pies a cabeza.

Rompiendo con la monocromía dentro del clan, el waka se alzó frente a todos con un brillante y picudo cabello rubio como el sol, un par de enormes zafiros como ojos, y un tono acanelado de piel que le dieron la bienvenida al resto allí presente. A los Uzumaki no les hizo mucha gracia en general porque... Realmente, el niño era tan bonito y brillante, y tan diferente, que aparte de tener la duda de que fuera Uzumaki incluso, estuvieron seguros de que con los años saldría que era un omega y no el próximo líder. Solo tranquilizó a los más ancianos que nació con las marcas laterales en las mejillas del dios zorro que protegía a su clan, lo que era una bendición por sí misma. Aquél niño de ojos azules y matojos rubios de pelo fue llamado Naruto, Uzumaki Naruto.

Con los años al contrario, los del clan no tuvieron la más mínima duda de que ese niño era cien por cien Uzumaki: fue igualito, calcado mejor dicho, a su madre cuando ella niña. Y sí, siguió al pie de la letra la tradición Uzumaki de ser un gamberro y un liante, gastando bromas y siendo estúpidamente ingenioso y original para los trucos y las chorradas. Al fin y al cabo eran un clan protegido por los zorros y su astucia bromista, ¿no? El criajo cumplió con su papel de granuja a la perfección, y los ancianos ya no tuvieron dudas sobre su capacidad para ser parte del clan.

Y si todavía hubiera habido alguna pequeña duda, rápidamente se disipó cuando en el examen de sus ocho los médicos dieron a saber por fin su género secundario. El muchacho era un alfa, y por eso, el próximo líder. Kushina admitió más tarde que siempre lo había sabido, porque aunque luciera como su padre omega físicamente, tenía el mismo espíritu que ella.

Visto por encima al clan protagonista, nos centraríamos entonces en otro de los más importantes allí dentro y tan, incluso puede que más, antiguo como el clan Senju: los Uchiha.

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