Parte 1 (única parte)

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Ezequiel, recostado en su cama, se encontraba nuevamente perdido en un pensamiento displicente que no le daba una respuesta certera a su vida. El era un fiel admirador de la filosofía, uno de sus referentes, el filósofo francés Emil Cioran, reconocido por ser un filósofo con visión pesimista.


Ezequiel durante el mediodía y la tarde de lunes a viernes, trabajaba como locutor en una radio en la ciudad de Buenos Aires, radio que conducía con un par de colegas con los que ya hace tiempo compartía ese ambiente y, con los que tenía una relación muy buena, sin embargo, la empatía de Ezequiel, y su pensamiento neutro, no le dejaba entablar amistades ni relaciones amorosas, como si éste fuese inexpresivo, como si no tuviese sentimientos, como si tuviera una mente llana. Aunque, durante su periodo de trabajo, como locutor de radio, este mostrase una persona totalmente distinta, como animado, contando chistes.


Ezequiel terminaba sus jornadas de trabajo como locutor, y regresaba por la tarde noche a su departamento en la zona de Retiro. Nuevamente, realizaba aquella rutina de, tomarse unos mates, escuchar canciones tristes, preparar su cena, y recostarse en su cama a leer frases de Cioran, mientras se quedaba en un nuevo pensamiento displicente que no le daba respuesta a su vida, su mente nuevamente se transformó en una mente llana. Ezequiel no se sentía ni feliz, ni triste, se sentía vacío, por su admiración hacia lo pesimista, daría a entender un estado depresivo. Pues no, Ezequiel se encontraba vacío, inexpresivo, no sentía nada, no sentía dolor, se dormía otra noche, con la mente llana.

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⏰ Última actualización: Jun 12, 2020 ⏰

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