Nota: El capítulo está un poco más largo por la espera. ¡Gracias por los votos y comentarios!
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La policía se había estacionado afuera de la mansión. Lo supe cuando las sirenas no avanzaban por la calle y, al parecer, era la única que lo había notado.
Bueno, y Holden, que me miró como si hubiese visto un fantasma.
—¡La policía no puede venir aquí! —se alarmó, levantándose del escritorio—. ¡Esto es muy malo para mí! Muy, muy malo.
—¡Holden, cálmate! —lo tomé por los hombros y capté su mirada angustiada—. ¡A lo mejor es sólo por el volúmen de la música!
—¡Media puta fiesta se está drogando y haciendo locuras, Paige! ¡¿En serio crees que vienen sólo por la música?!
—Bueno, yo...
Apartó mis brazos de su cuerpo y se puso a caminar en círculos por todo el estudio, cada vez más alterado.
—Sabía que no tenía que venir. Voy a perderlo todo —se pasó las manos por la cara—. Para un día que no quiero ser Sam, pasa lo peor.
—¿Sam? —me extrañé. Que estuviera así me alteraba también—. ¿De qué demonios estás hablan...?
Dejé de hablar cuando tres golpes bruscos chocaron contra la puerta. Holden paró de caminar y me miró, paranóico.
—Si es la policía...
Levanté una mano para que hiciera silencio y me acerqué a la puerta del estudio a toda velocidad. De camino, la perilla giraba de un lado a otro y golpeaban la puerta con más insistencia.
Cuando por fin la abrí, Drew detuvo su puño al aire a punto de tocar otra vez. Todavía estaba en esos shorts de baño. Un hilito de sangre bajaba por su boca, tenía una expresión trastornada.
—¡¿Paige?! ¿Has visto a...? —paró de hablar cuando vió a Holden detrás de mí—. Un momento, ¿Tú no eres...?
—Holden —lo corté, impaciente—. Holden Strauss. ¿Qué está pasando?
Drew no pareció muy convencido, pero apretó los labios y volvió a mirarme, casi perdido.
—Tienes que verlo por ti misma.
Ocho horas antes...
Miré a Asaf, que me daba un corto resúmen de lo que pasó en la última fiesta de la piscina de Braeden.
—...hubo una pelea que terminó en el hospital —recordó, con una mueca.
Esbocé una sonrisa divertida, imaginando por qué habría pasado. Estaba casi segura de que había sido por una tontería, pero me dió igual.
Esta vez no podía ser tan mal, ¿no? De los errores se aprendían, así que los chicos y yo estaríamos más atentos a cualquier infortunio.
O eso pensaba, porque cuando entré al patio, supe que controlar una adversidad sería más difícil de lo que parecía.
Solté la mano de Asaf —que se detuvo junto a mí— y ambos miramos la fiesta que se había montado. La diferencia entre nosotros, claro, era que él se veía más acostumbrado al descontrol de Braeden que yo.
Se volteó para observar mi reacción, mientras yo repasaba todo lo que había.
Bien, había muchas personas, eso sí. No había una que no tuviera traje de baño o ropa playera. La mayoría estaba por ahí, bebiendo o bailando con la música que salía de la cabina en la barra, sobre la piscina. El resto estaba nadando, jugando con una pelota en el agua o poniendo una mesa para jugar ping pong. Pronto, descubrí que esa mesa no sólo era para eso, sino también para juegos con vasos en los que Braeden y Boston estaban metidos.

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Asaf y la alerta de auxilio
Ficção AdolescenteSin preocupaciones, Sin compromisos, Con sonrisas que olvidan sus defectos, Un arrogante innegable, Irreverente de nacimiento, Y un buen chico de corazón. Así era Asaf. Y pronto no pude evitar caer en él. En su bonita destrucción.