Lo que soy

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Es de madrugada y me encuentro sentada en el balcón de mi apartamento, bajo un cielo estrellado acompañado de una luna sonriente y brillante. Hace frió, o eso supongo al ver los cristales de las ventanas empañados, yo no lo siento, nunca he sentido ni frió ni calor en toda mi existencia. ¿Que soy? Se preguntaran. Enciendo un cigarrillo, el 3ero de la noche, y tomo un poco de vino tinto, miro hacia adentro y veo a la hermosa criatura de piel blanca y rubia cabellera que está en mi cama plácidamente dormida, mi reciente conquista. Al pasar las décadas han pasado por mi cama una cantidad de hombres y mujeres ofreciéndome una noche de sexo sin inhibiciones y como siempre un poco de ellos para saciar mi sed. Le doy una última calada al cigarrillo y termino la copa, entro a la habitación y la veo que esta de lado, me acerco a ella, su espalda blanca y suave llama mi atención enseguida beso su hombro, acaricio su brazo con mis manos, beso su cuello, paso mi lengua por dos pequeños agujeritos en el y limpio la sangre que aún queda. Ella suspira al sentir mis caricias abre los ojos, busca los míos y me sonríe.

–Esta helada – dice ella. Mientras busca mis labios los cual yo esquivo. – ¿qué pasa? –

– Nada hermosa – susurre mientras la recuesto en la cama y me coloco sobre ella, veo sus ojos azulados, su nariz recta y perfilada y su boca la cual me mostraba una perfecta sonrisa. Para mi cada humano tiene un olor diferente, característico, único. La rubia para mi olía a canela y naranja, pero sabía muy diferente. – Me encanta tu cuerpo—le dije.

–Puedes tenerlo cuando tú quieras—me dijo ella con deseo.

–Que amable—le dije con total ironía. Levante mi vista y la mire, pude ver en sus ojos como su mirada se transformaba de una totalmente lujuriosa a una totalmente aterrada, tape su boca antes de que pudiera gritar. Y le dije – mírame a los ojos — enseguida relajo su cuerpo y le destape la boca, mantenía su mirada fija en mí y solo asintió cuando le dije – vístete y márchate, nunca has estado aquí y nunca me has visto, ve a casa—la vi vestirse tranquilamente e irse de mi departamento como si nada.

Al pasar los años, y han pasado muchos, demasiados diría yo, mi apariencia no ha cambiado, mantengo la misma de cuando me transformaron. Una chica de 25 años, blanca de cabellera larga castaña clara, ojos verdes, nariz perfilada y pequeña, 1,70 de estatura que hacen ver mis piernas blancas y tonificadas aún mejor. Quien diría que beber sangre humana le daría tanta vida a tu cutis y piel. Demasiados cuentos y películas de vampiros q no muestran más q mentiras. El ajo solo me da mal aliento, las estacas? pff tal vez una astilla me afecte más, agua bendita todo lo que hace es mojarme jaja. Aun no he visto el primer vampiro que se encienda en llamas al ser mojado con agua bendita y si hay muchos como yo, bueno tal vez no como yo exactamente. Tal vez sean mis años o mi neutral existencia que me hace no ser tan sanguinaria como los demás, soy más pro-vida, siempre que pueda controlarlos y beber su sangre con eso me es suficiente.

Me coloco una bata y busco más vino, voy a mi estudio y me siento en mi escritorio y reviso unos papeles, casos clínicos de pacientes que vi en el día. No duermo, nunca he podido hacerlo así que aprovecho el tiempo y termino mi trabajo. Lo que si he podido aprender a controlar al pasar los años es mi apetito, me ha sido muy útil en mi trabajo ya que soy medica de emergencias de un hospital en la ciudad, así que me es muy efectivo especialmente en el quirófano. Cada cierto tiempo me mudo de ciudad, para no levantar sospechas, siempre es inusual ver como una jovencita se ve de la misma manera al pasar los años, así que en cada país al que voy aprendo algo nuevo, un nuevo idioma, nueva gente, nuevos sabores y nuevos olores.

Termino el trabajo y logro ver por la ventana como va saliendo el sol y con este el anuncio de un nuevo día, por cierto el sol tampoco me afecta, no me quema como todos creen, tampoco resplandezco ni brillo como diamante como les hacen creer en cierta película de vampiros. Miro el reloj que anuncia que son las 6am, aún me queda una hora para entrar a trabajar, me ducho y me visto, agarro las llaves y mi bolso y salgo del departamento. Espero frente al ascensor que este abra sus puertas. Sé que no vivo sola en ese gran edificio y que en los otros departamentos existen familias y gente viviendo allí también, solo que, simplemente no me importa su existencia, solo los veo en la mañana y en las noches cuando regreso, al abrirse la puerta del ascensor veo a una pareja de ancianos en el, y a su derecha veo a una chica de no más de 20 años con cara de fastidio, recostada de la pared interna del ascensor, saludo con un ¨buenos días¨ al entrar al ascensor y me dispongo a ocupar la parte de atrás de este. Cierro los ojos e inhalo el aroma de las 3 personas a mí alrededor y percibo lavanda y frutas. Reviso mi celular mientras hago el descenso y como siempre nada, no hay llamadas ni mensajes de nadie, aunque si agradezco la modernización de la civilización y la existencia de celulares, computadoras e internet, pienso que las personas deberían volver a conectarse entre ellos, hablar en persona, pero en fin que se yo a todo esto. Mientras pensaba en mi solitaria existencia noto como la chica me observa, así que levanto mi mirada y busco la de ella, me miraba y mientras lo hacia mordía su labio y recorría mi cuerpo con su mirada, igual a la de un niño lleno de emoción al ver un montón de regalos en navidad yo solo sonreí y dije para mi:

EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora