Capítulo 2

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-Oh, Tim, de nuevo muchas gracias por recibir a tu hermano en tu departamento durante las vacaciones. Sabemos que no podían verse por sus horarios: tú tan ocupado con tu trabajo y él por sus estudios. Así que esto le caerá de maravilla a Theo, había estado de muy mal humor en casa, ¿lo sabías? -le comentó su madre por teléfono.

Tim asintió y rió tras oírle decir eso.

-Me lo imagino. -dijo en respuesta mientras se servía un poco de cereal en un plato.

-¿Y Theo ya despertó?, quisiera hablar con él.

-Aún no sale de su cuarto, supongo que todavía duerme. -respondió tras ver la hora en el reloj.

Apenas eran las ocho en punto, hora en la que sus padres acostumbraban a llamarle para saber cómo estaba y, debido a que su hermano se estaba quedando con él, no dudaba que las llamadas aumentarían. Su madre suspiró con decepción, pero no menos animada.

-Bueno, solo quería saludarlo. Supongo que podré hablar con él en la noche. -dijo ella, Tim acomodó su teléfono entre su hombro y su oreja, pues se levantó para sacar la leche del refrigerador.

-Probablemente. -respondió el castaño, agarró la leche y se dirigió de vuelta a la mesa donde dejó su plato.

-Me sorprende que siga dormido, cuando estaba aquí ya estaba despierto a esta hora. -le comentó.-Pero bueno, cuando menos te des cuenta él estará despierto y listo para un nuevo día. -rió ella.

Tim estaba tan absorto en la conversación con su madre, y en verter la leche sobre su cereal, que no se percató de la otra presencia en su cocina. Un pequeño ruido viniendo de la nevera le llamó la atención, se giró para ver de qué se trataba, encontrándose así con el cuerpo desnudo de Theodore, quien le daba la espalda mientras sacaba como si nada el jugo de naranja del refrigerador.

El mayor de los hermanos sintió la sangre acumularse en sus mejillas en el mismo instante en el que sus ojos se posaron sobre el otro, acto seguido, gritó con sorpresa cayendo de espalda con todo y silla, soltó la leche en el proceso y provocó que esta se derramara sobre la mesa. Y si todo eso en conjunto ya era un desastre, también lo era que el teléfono inalámbrico cayera al piso sobre el charco de leche y, en consecuencia, consiguió salpicar más el suelo de la cocina.

-¿Tim?, ¿pasa algo? -preguntó con preocupación Janice.

Al castaño le tomó un par de segundos ser capaz de reaccionar, cuando pudo hacerlo vio a su hermano recargarse con burla en la barra de la cocina, le miró mientras bebía directamente del envase de jugo.

Tim apartó avergonzado la mirada, se levantó del suelo con movimientos torpes ante la burlona mirada del otro, entonces recordó a su madre en el teléfono.

Atinó a tomar con rapidez el aparato y limpiarlo descuidadamente con un puñado de servilletas, lo secó lo mejor que pudo con sus temblorosas manos, pero aún lo sentía algo pegajoso, con una mueca resignada se lo llevó de vuelta al oído.

-¡Mamá!, ¿sigues ahí? -cuestionó con prisa.

-Sí, ¿pero pasó algo?. Escuché gritos y un gran golpe, ¿te encuentras bien? -la preocupación teñía la voz de Janice, Tim se apresuró a tranquilizarla.

-Sí, no te preocupes, mamá. Solo vi una araña y me asusté, no fue nada. -le mintió

Miró con disimulo hacia donde estaba el rubio, quien le observaba de manera extraña. Tim no supo descifrar su mirada, por lo que optó por centrar su atención en la llamada con su madre.

Janice suspiró aliviada.

-Es bueno saberlo, me había asustado-respondió más calmada, luego su tono cambió a uno más alegre.-. Bueno, les llamo en la noche. Cuídense, chicos. Adiós.

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