Un pequeño gran infinito...

3.8K 257 86
                                    

 

Para Esperanza, una de mis WattiGirls, 

espero que disfrutes con el relato.

¡FELIZ NAVIDAD!














Andrea me mira desde la otra punta de la mesa. Sé que espera a que hable, a que le cuente lo que llevo dentro y no quiero dejar salir, pero me da miedo de que si comienzo las lágrimas también lo harán. No quiero llorar más. Me duelen los ojos, el cuerpo y el corazón. Ni siquiera tengo fuerzas para sentarme dignamente en la silla del bar. Me importa un pepino lo que piense la gente al verme, lo único que me preocupa es lo que puedan pensar Andrea y mi familia. Y dado que mi familia está demasiado lejos, solo me importa Andrea.

Mi amiga sige mirándome con ojos de perrito triste. Odio esa mirada. La odio porque sé que terminará haciéndome hablar. Me sentiré culpable por preocuparla y terminaré soltando todo. Incluso las pocas lágrimas que ya pican en mis ojos.

—¿Podrías no mirarme así? —Le pido sorbiendo por la nariz.

—Lo siento, Espe, pero me tienes realmente preocupada. Has perdido una cantidad excesiva de peso y ya mejor no hablemos de lo demacrada que estás. Parece un bicho de esos que salen en Walking Dead.

—Zombies, no bichos—La corrijo en un largo suspiro.

—Lo que sea. —Dice agitando las manos y negando con la cabeza— Lo que me importa eres tú. Te niegas a hablar, a comer… directamente te niegas a vivir. No puedes seguir, me niego a que lo hagas. Si continuas por éste camino te arrastraré a la consulta de un psiquiatra o al mismo manicomio.

Froto mi frente, notando las manos sudadas. No hace calor, ni siquiera un poco. Estamos en invierno y las temperaturas han bajado de forma considerable, pero hablar de él, pronunciar en voz alta lo ocurrido me catapulta directa a la ansiedad.

—Estoy bien— Miento y sé que pierdo el tiempo.

—Ni se te ocurra mentirme a al cara, Espe. No estás bien, ni de lejos. Que no hables de Gus no va borrar lo que ha pasado.

—No quiero hacerlo… No quiero hablar de nada que tenga que ver con él.

—Eso es solo una manera de encerrarte en el dolor.

Cierro los ojos, pero las lágrimas ya se han empezado a escapar. Con las mangas del polar me las limpio.

Andrea tiene razón, no hablar de él no va a borrar nada y el dolor no desaparecerá nunca. Tomo una honda respiración, dejando que el aire llegue a mis pulmones y mi cuerpo se relaje, aunque sea mínimamente. Enfoco a mi amiga y me recoloco en la silla, apoyando los codos en la mesa.

—Está bien… te hablaré de él. Te lo contaré todo.

Ella sonríe y asiente. Bebo un sorbo de mi chocolate y me abro como un libro, poniéndole a mi historia con Gus palabras.

○○○○○○○○○○○○

El segundo mes de prácticas resultó ser caótico, lo cual agradecí enormemente, pues no tendría tiempo para pensar en lo lejos que me encontraba de casa. Los pacientes, mayormente, eran amables y siempre terminaba parándome a charlar un rato con ellos, aunque siempre había alguno un tanto huraño. Me sentía fascinada por muchos de ellos, por su fuerza de voluntad ante enfermedades horribles. Muchos sabían que su vida pendía de un hilo muy fino, a punto de ser cortado, aún así me sonreían y me deseaban suerte con las prácticas, preocupándose más por mí que por ellos. Una de las peores partes de mi trabajo era ver como algunos se derrumbaban tras las malas noticias de los médicos. Y luego venía una sensación hueca al ver camas vacías. Sabía que no debía involucrarme, pero me resultaba imposible mantenme impasible.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 27, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bajo la misma esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora