Mi mundo se compone de los prados verdes por donde paseo, el lago de agua cristalina donde aparece mi reflejo, la grava de los caminos, los campos de árboles y cultivos, la explanada de casas blancas donde vivimos, la iglesia con su alto campanario, y el muro que nos rodea.
De todo esto lo que más me fascina es el muro, posiblemente sea lo más feo de la comunidad: de granito gris, inmenso y sucio.
Pero a mí no me gusta el muro en sí, sino de lo que nos separa. En la escuela nos dicen que el mundo exterior esta corrompido, sólo los puros de corazón nos hemos podido salvar, y por eso estamos aquí.
Aún así tengo curiosidad, estoy segura de que en el mundo exterior hay más personas puras, ojalá les pudiéramos salvar a ellos también. Me encantaría contarle mis creencias al maestro, pero me da miedo. Ya sé que él es nuestro salvador, nos salvo del pecado mundial y nos reunió en este paraíso puro y limpio. Debemos abrirle nuestro corazón como agradecimiento.