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Un sueño que me llevó a mi final

Desde los quince años, mi trabajo ideal ha sido el periodismo. Tengo talento, aunque las personas suelen creer que no se necesita talento para ser periodista, sí se necesita.
No muchas personas tienen la valentía de visitar lugares y personas que no conocen.

Ahora, a la edad de veintidós, estoy soltera, y eso se debe a mis constantes viajes a otras ciudades. Mi jefa, Mabel, es quien me manda a distintos lugares. Hablando de ella, es algo fastidiosa.

- Harlow - Me llamó de repente mientras entraba a su oficina.

Me levanté de golpe de mi escritorio para dirigirme allá. Por poco derramo el café que estaba bebiendo.

- Sí, dígame. - Me esforcé por sonreír.

- Verás, sé que has estado trabajando duro.

Me emocioné al escuchar su afirmación, pues creía saber a qué iba todo esto.
Claro, he estado trabajando duro desde que me aceptaron en la agencia, era obvio que en algún momento iban a darme esta recompensa.

- Pero es Willow quien ganó la promoción. - Se sentó tras colgar su abrigo en el perchero.

Me quedé petrificada ante la confesión; ¿cómo pudo esa vaga ganar la promoción que yo trabajé tan duro para conseguir?

- No lo tome a mal, pero trabajo aquí desde hace cuatro años, ella sólo desde hace un mes. - La confronté.

- Enserio lo lamento, pero no te preocupes, pronto lo lograrás. - Sonrió de lado y me guiñó un ojo.

Maldita actitud la de mi jefa, ¿acaso se burla de mí? No pude evitar molestarme. Con mala cara, me senté en mi escritorio y volví al trabajo como si nada.

- ¡Oigan! - Willow estaba parada en el centro del lugar - Me dieron la promoción.

Extendió sus brazos demostrando felicidad. No era justo, esa debía ser yo. Además, es bastante presumida.

- ¿A quién le interesa saberlo? - Susurré mirando a la pantalla de mi portátil.

El trabajo se había vuelto más aburrido desde que me dieron la noticia de que no había recibido mi tan merecida promoción.
El resto de la tarde me la pasé tecleando en la computadora con mi mejilla hundida en mi puño.

Eran, más o menos, las cinco cuando un hombre vestido con un elegante traje negro y un maletín marrón entró al lugar. Se dirigió a la oficina de mi jefa, supongo que no era nada importante.
Cuando el mismo hombre salió, ella vino hacia mí, entonces sí era importante.

- Tenemos que hablar; tienes suerte. - Me arrastró hasta su oficina, nuevamente, y cerró la puerta detrás de ella.

Después de acomodarse (y técnicamente obligarme a hacer lo mismo) comenzó a hablar.

- Aún podemos darle una promoción a uno de nuestros periodistas, esta es tu oportunidad. Lo único que debes hacer es un pequeño trabajo en las afueras de la ciudad.

Tras decir la última frase, apretó sus dedos pulgar e índice. Quise esbozar una sonrisa, pero preferí esperar a escuchar de lo que se trataba aquel trabajo.

- Resulta que hay un caso viejo del que todo el mundo se ha olvidado. - Comenzó a teclear en su computador. - Aquí está.

Giró el portátil, para que así yo pudiera verlo. Era un artículo titulado "El extraño caso de John Lane y su desaparición en el bosque de Denago". Había una imágen en la que se enseñaba el bosque.

- Que aterrador. - Exclamé sin dejar de ver aquella imágen.

- Si, con ayuda de nuestro equipo de investigación, logras descifrar el caso - Sonrió por segunda vez - Tendrás tu promoción.

El trato no estaba nada mal; era necesario aceptar si quería ser recompensada. Después de todo, me lo merezco.

- Muy bien. - Acepté.

- ¿Estás segura? Porque tendrás otras oportunidades, y esta no es muy agradable. - Miró de nuevo a la pantalla.

- Sí.

- ¡Muy bien! Mañana te daré toda la información, así que preparate.

Me fui de la oficina sin dejar de pensar en aquella imágen. Si bien daba algo de miedo aquel misterioso caso, no podía ser tan malo. Además, será un viaje de tan solo tres días, no puede durar más.

Suspiré y me senté en la silla frente a mi escritorio, tenía muchas cosas en las cuales pensar.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

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