El amor siempre debe encontrar la forma de ser nombrado.

2 0 0
                                    

Es mediodía en la oficina, como cada dia de lunes a viernes, todos se van a almorzar al comedor del edficio.
Se había aprendido muchos de los gustos de ella de tanto escucharla, de ser su confidente, de consolarla cuando alguien le rompía el corazón, de prestarle atención. Le encantaba como la ropa que usaba reflejaba su estado de ánimo, la veía tan transparente, definitivamente era alguien importante en su vida, se había enamorado y no podia encontrar las palabras para decirselo. Queria guardar todo el respeto posible, sabía que tenía pocas chances y también sabía que alejarse sería algo triste de enfrentar, sobretodo si tenia que verla cada día.
Ese almuerzo tenía todo en la garganta, no podía tragar bocado, cuando ella le preguntó por qué no comía, aludió un dolor de cabeza y cuando le preguntó por que le dolía la cabeza, le explicó que eran cosas del trabajo que debía cerrar en el plazo de esa semana, porque algunas cosas ya no daban para mas.
La miraba mientras ella no lo hacía, le encantaban sus ojos negros, los consideraba contrarios a su alma, casi no se distinguía la pupila de la iris y eso le parecía tan hermoso.
Como se le explica a un alma enamorada que ha perdido la subjetividad? No se puede, simplemente se le habla de tal forma que un breve momento de lucidez esas palabras cobren algun sentido.
El verano volvía agobiante la sala del comedor, la mezcla de comidas en el microondas, los comentarios del fútbol del fin de semana, el televisor encendido que nadie esuchaba, la ensalada cesar que habia pedido que parecía que cada dia tenía menos pollo y mas lechuga, todo era sofocante con esas palabras atoradas en la boca, todo le resultaba molesto, salvo la mirada de ella entre bocado y bocado.
Terminó el almuerzo y no pudo.
Terminó el dia y no pudo.
Terminó la sema y no pudo.
Ese sábado por la noche, salió a correr por el parque, como siempre para hacer catarsis con el cuerpo en lugar de con las ideas, la  noche estaba estrellada, la luna decoraba el fondo detras de los fresnos y sabía que si la miraba por mas de dos segundos, su nombre vendria a los pensamientos y todo el esfuerzo no tendría sentido. Ya estaba rumbo a su casa, salía del parque para cruzar la avenida, cuando vio la luna llena brillante y la frase en su garganta resonó en todo su ser como un gong, Micaela te amo.
El taxista que venía acelerando distraído por la avenida discutiendo por la calidad del gobierno del pais con el pasajero que estaba apurado por haberse olvidado donde había guardado el pasaje y que por eso le había dicho que maneje lo mas rápido que pueda al taxista y éste le había dicho que no se preocupe porque a esa hora no andaba nadie, no sabía que Micaela estaba en su cabeza y que había paralizado su trote en medio de la avenida.
Cobró el conocimiento en el hospital, 10 dias mas tarde, Micaela estaba sentada a su derecha, tomándole la mano, hablandole dulcemente y ella estaba detrás de Micaela, viendo todo como algo que no era parte de su cuerpo.
Se asustó pero entendió lo que pasaba, se puso frente a ella, doblando sus piernas de tal manera en que ambas caras quedaron casi enfrentadas y con el sonido repetitivo del Holter de fondo, le empezó a hablar en palabras que esperaba le pudieran de alguna forma llegar al corazón, le dijo:
- Siempre te amé, pero nunca pude decirtelo, soy una mujer y a vos te gustan los hombres Micaela, que podía pedirte yo? Que volvieras a nacer? Que yo volviera a nacer? Me enamoré de cada momento que pasamos juntas, en tu casa, en la mia, en la oficina, me enamoré de vos y no pude decirtelo. Ojalá pudiera volver al cuerpo que ahora cuidas y abrazarte tanto que te des cuenta sin que te lo diga lo mucho que me importas, y aunque no me devuelvas el amor de la misma forma, al menos entenderme y no tener miedo como yo lo tuve.
Alicia cerró los ojos y la besó.
El sonido intermitente de fondo se transformó en uno continuo.
Micaela salió asustada a buscar a la enfermera y mientras éstas trataban de reanimarla, sintió que lo que había en la camilla no era Alicia, que la verdadera se había quedado con algo por decir hacia dos semanas a la hora del almuerzo, y que eso que no pudo decir eran solo tres palabras, te amo Micaela.

Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora