El abrazo de la oscuridad

6 1 0
                                    


...

...

Una noche de fin de semana, ya saben, fiesta, alcohol, baile, uno que otro ligue. Para cualquier adolescente eso suena divertido, como una buena velada con los amigos. Y eso fue lo que hice, me pasé un rato a la casa de Rodrigo, mis amigos me decían por chat de forma muy extrovertida "Ana, ven a la fiesta de Rodrigo, te juro que esto será lo mejor del semestre" y yo, de forma muy indómita, le pedí permiso a mi mamá, para pasarme ahí un rato, mi madre, me ve como una niña muy bien portada y educada, así que no forcejee para recibir su visto bueno.

Ya estando ahí, todo era normal de principio a fin, llegué y todos me recibieron con una sonrisa de oreja a oreja, aunque un poco a alcoholizados a decir verdad, pero sin tomar eso en cuenta, yo los saludé con gran emoción, abrazándolos y riendo junto a sus buena vibras. Ya envejeciendo un poco la noche, comenzábamos a bailar y divertirnos a lo grande, ya saben ustedes, contar chistes estúpidos entre nosotros, tomar distintas bebidas, etc. Pero, aunque a mí no me gustara beber, me soltaba riendo a carcajadas al ver a Rodrigo y Alfredo emborrachados haciendo tonterías, por ejemplo, en esa noche Alfredo, llamó a la ex novia de Rodrigo, gritándole con todo el aire de sus pulmones, el extrañar que tenía Alfredo hacía su antigua relación, al ver que pasaba eso, yo solamente reía a morir, mientras que Rodrigo estaba en una esquina recordando sus desastres amorosos, mientras apestaba a alcohol. Al ver que ya habían recorrido varías horas, yo decidí irme de ese conmocionado lugar, Alfredo se ofreció a darme un aventón, pero se lo negué sin pensarlo, porqué en realidad estaba en fatales condiciones, tal vez en ese momento sudaba vodka, quien sabe. Ya al terminar de despedirme de todos, yo partí hacía mi casa, dando una caminata como si fuera un día reluciente, cuando en realidad era más tarde que media noche, seguía y seguía recorriendo los condominios qué habían topándose en mi camino. Después de seguir un pequeño momento así, en la instantaneidad de un par de pestañeos me di cuenta de mis alrededores, todo era completamente oscuro, la luna en ese momento no brillaba, solo era una silueta marcando el estrellado cielo, como si fuera una mancha blanca estorbando un espectáculo visto desde mi tamaño minúsculo en la tierra. Todo desde la perspectiva de mis ojos, era increíble, ni en las mejores fotos o pinturas había algo parecido, simplemente era la belleza del espacio y su intimidante infinidad. Más tarde de ver tal espectáculo astronómico, comienzo a sentir un pequeño peso en mis hombros, no le tomé importancia, bien eso pudo ser por culpa de la fiesta, ya con mi pequeño mal estar de hombros, seguí adelantando camino sobre la cera cuarteada de mi ciudad, acercándome cada vez más y más a mi casa. Después de que el pesar de hombros se desvaneciera un poco, en el fondo, se logró escuchar un gran golpe, como si alguien o algo hubiera tropezado, "Debe ser un gato" eso pensó mi ser para atenuar la situación. Al tener ese escenario en frente, me comencé a estremecer un poco, sentía gradualmente el temor biológico a la noche, de un momento a otro todo me generaba un pavor sin igual, escuchaba cosas que realmente no sucedían, me sentía acechada por algo, mi sistema generaba adrenalina por todo mi cuerpo, sentía miedo hasta en los huesos. Tenía la necesidad de correr, pero mi propio terror lo impedía... Solo me quedaba ver hacía abajo y decir en voz baja "nada pasará, solo es un mal momento", así una y otra vez, repitiéndolo como si mi vida se basará en eso, repetir esa frase.

Después de una eternidad de sufrimiento propio, logro ver la silueta de mi casa a lo lejos, una casa genérica cualquiera, no era grande, por el día reflejaba un agradable azul rey, pero en mi situación solo miraba una casa en opacidad. Mi temor se disfrazó de alivio, pensando que esta pesadilla al fin acabaría, ya me imaginaba entre mis sabanas intentando dormir, y recordar esto en la mañana con mis amigos, con risas y bromas. Al seguir con paso apresurado hacía mi casa, la luna comenzó a brillar, parecía que el brillo caía sobre mí, como si la luna ahora estuviera viendo mi presencia, por reflejo propio, me detuve a observarla, no tardó ni un segundo, y lo que parecía un par de manos, unas manos grandes, y con dedos muy largos comenzaron a estorbar mi vista, esas siluetas tomaron mis ojos y boca, tirado con fuerza hacía atrás llevándome a mí como consecuencia, haciendo así, qué en esa longeva noche, las tinieblas comenzaran a recorrer en todo mi ser, molécula por molécula, como si la oscuridad, me estuviese dando un abrazo con todas sus fuerzas.

...

...

...

...Pasando los días, mi rostro solamente pasaba con un pequeño cartelón que me marcaba como "desaparecida".

El abrazo de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora