París, Francia
Noviembre 2019
Habíamos llegado a París hace solo dos semanas, realmente me sentía mejor anímicamente, y emocionalmente también, si que extrañaba Argentina pero sabía que mudarnos había sido una buena decisión y aunque era difícil llenar ese hueco que había quedado en mi alma, día tras día lo intentaba.
Mi nueva vida estaba siendo sorprendentemente interesante, la escuela estaba bien, mis compañeros eran tan agradables como podían y nuestra casa era bastante cómoda. Lograba adaptarme poco a poco y eso me llenaba de entusiasmo.Ese lunes luego de la escuela, mientras iba de camino a casa me sentía un tanto cansada, el día había sido de esos en los que uno se siente envuelto en un sopor insoportable que lo obliga a realizar sus tareas con extrema pereza. Las calles parisinas eran tan tranquilas como una noche de verano, me hacían creer que por fin recuperaba un poco de serenidad.
Últimamente estaba siendo bastante cercana a un grupo de chicas de mi escuela con las que regresaba a casa cada día debido a la cercanía de nuestros hogares, incluso me llamaban Americana amistosamente, debido a mi procedencia. Eran amigables y me ayudaban a sobrellevar la situación, pero aún no les contaba el hecho que me trajo a vivir aquí, no sabía si lo haría algún día.
-Ey! esta noche tenemos que salir- Exclamó animada Lara mientras caminaba a mi lado camino a casa. Uma, quien adoraba las salidas asintió repetidamente con la cabeza.
Aún no estaba lista, esas palabras me habían revuelto por dentro, todos los recuerdos se agolparon en mi cabeza de repente. No podía, no era capaz.
Ellas siguieron con su charla, ajenas a lo que había producido en mí, estaba mareada, me abrumó una tristeza inexplicable y decidí irme de ahí.
- Jaz, ¿Estás bien? – exclamaron al unísono, pero hice caso omiso de sus interrogantes y me marché con la vista nublada por las lágrimas.
Una vez que llegué a mi hogar la sensación de familiaridad que este me producía logró calmarme un poco. Mientras me dirigía a la cocina para comer algo no podía parar de pensar en si había actuado correctamente, quizás salir me ayudaría, no solo a establecer lazos más fuertes con mis nuevas amigas sino también con mi salud mental. Luego de una ardua lucha interna decidí que lo intentaría, ya estaba cansada de ser tan frágil como una cáscara de huevo que cae al suelo. Esa noche saldría, y ni yo misma me detendría.
Mientras avisaba a mis amigas que las acompañaría pensaba en mi atuendo y demás cosas banales que uno revisa cuando hará una salida, estaba nerviosa, pero sabía que era un gran paso para mí y eso me enorgullecía. Les pedí que nos dirijamos al lugar todas juntas ya que no me sentía segura caminando sola en la noche.
Estaba enfrascada en mis pensamientos cuando el timbre de la casa sonó, anunciando que ya no había vuelta atrás. Luego de casi tres meses me estaba encaminando a un escenario muy parecido al que había entristecido mi vida, convirtiéndome en alguien frágil, miedosa y carente de autoconfianza. Anhelaba que eso cambie.
-Qué bien se ven- dijo emocionada Lara, ella adoraba pasar las noches en clubes nocturnos.
-Dicen que este lugar es de los mejores de la ciudad- agregó Uma.
Callie, quien se encargaba de hacernos pasar se nos acercó, anunciando que ya podíamos ingresar. Yo me encontraba extremadamente nerviosa en mi lugar, dando cada paso hacia la entrada como una gran hazaña, cada respiración me dejaba agitada, las luces neón del lugar parecían observarme, dudosas de si lograría entrar o me iría corriendo.
-Hey! Americana, ¿vienes?- me interrogó Callie, destruyendo la burbuja que me había creado a mi alrededor.
Parpadee seguidamente y no contesté, me sentí confundida por una fracción de segundo hasta que recapacité en donde me encontraba.
-Jaz, ¿estás bien?- me consultó Erin con ojos preocupados.
-Sí, perdón, me distraje un momento, entremos.
Finalmente ingresamos y todo me golpeó de una forma demasiado familiar y dolorosa. Definitivamente no había sido una buena idea, me dolía el estómago y sentía demasiado pánico al ver esa típica mirada que los chicos me dirigían, me recordaban a él. Como pude avancé hasta la barra, quería ingerir algo que logre calmarme. Estaba sentada tomando un trago cuando un muchacho se me acercó
-Hola bonita, ¿te estás divirtiendo?
Me tensé por completo, los recuerdos me perforaron el alma, esas palabras me remontaron a aquella noche y no lo soporté más. Salí corriendo con lágrimas en los ojos y el celular en mano para llamar a mi madre, quien llegó enseguida con esa horrible mirada de lástima que no me dirigía hace tres meses. Nos transportamos a casa envueltas en una sábana gris de tristeza, mientras yo reproducía en mi mente las escenas más traumáticas que habían acontecido meses atrás.
Creía que las noches en las que lloraba hasta que me ardía la cara habían finalizado pero ,mientras miraba las luces pasar por la ventanilla del auto, supe que esa sería una de ellas.
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JAZMIN
Teen FictionLas luces me sofocaban, la música retumbaba en mis oídos de forma dolorosa. Mi cuerpo dolía, sostenerme de las paredes no era suficiente para mantener el equilibrio. Sentía las voces y miradas juzgándome, cuando solo eran mi voz y mi mirada interna...